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3 dic. 2008

1962, Jauja: El policía que quiso iniciar una guerrilla Por Silvio Rendon

[Con este post continúa la saga sobre el Perú prevelasquista. Estamos en los años sesentas, años de insurgencia. En algunas ocasiones se ha querido ver a la insurgencia de los sesentas como un proceso muy diferente al de la insurgencia de los ochentas y noventas. Se le da todo el énfasis a las diferencias y se obvian las continuidades, que las hay.
Pero bueno, sobre la insurgencia de los sesentas se suele pensar en las guerrillas del 65, algo menos en los asaltos del 62 y casi nada del episodio que se describe a continuación.]

Esta historia tiene como fuente al ex-director de Correo Gonzalo Añí Castillo, 1967, "Historia secreta de las guerrillas". Es el olvidado "levantamiento" encabezado por un oficial de la Guardia Republicana el 29 de mayo de 1962.

El subteniente de la Guardia Republicana Francisco Vallejo se pone en contacto con un grupo trotskista en Lima, el POR, y, entusiasmado él con la revolución cubana, les propone un levantamiento armado en Jauja. El oficial cuenta con un destacamento de 15 hombres bajo su mando, a cargo de la cárcel de la ciudad, y tiene dos lugartenientes, el dirigente campesino Humberto Mayta y el sindicalista limeño Jacinto Rentería. Sin embargo, entiende que requiere el apoyo de una organización política. A través de su contacto con Rentería busca animar al grupo trotskista a sumarse al levantamiento. Durante seis meses se realizan diversos viajes entre Jauja y Lima, encuentros entre el oficial y el sindicalista en que se animan mutuamente a realizar el levantamiento. "El plan era elemental y simple; consistía en lograr el respaldo de determinados dirigentes campesinos de la zona, alzarse en Jauja y constituirse en foco guerrillero en las inmediaciones de la Selva Alta", cuenta Añi Castillo.

El oficial se pone en contacto con dirigentes campesinos de la zona y con un grupo de doce estudiantes secundarios, que tendrían la función de "acompañamiento agitativo (levantar polvareda, armar barullo, impresionar)".

Rentería llega a Jauja un día antes de la fecha fijada para el comienzo de las acciones. A las 5am deberían reunirse todos en el punto prefijado. Continúa Añi:
Las acciones planteadas eran elementales: el oficial tomaba la cárcel y encarcelaba a los soldados. Con esas armas se otaba a los combatientes. Se tomaban luego las otras dos comisarías de policía, se "expropiaban" los dos bancos y con armas y dinero se partía en retirada hacia las qubradas laderas orientales de los Andes, a instaurar el foco.

El desenlace fue también elemental: a la mañana siguiente no se presentaron sino dos de los dirigentes campesinos, diez habían asegurado su participación. Unos adujeron que tenían que ir a recoger su ganado, otros que habían tenido que viajar a un pueblo vecino por razones de trabajo, y en fin otros ni siquiera se molestaron en ofrecer explicación alguna. Dos maestros incluídos en el grupo habían deseratdo un día antes. Todo esto motivó que, en la madrugada del día que debía comenzar el alzamiento, no hubieran sino los 4 actores principales. Se esperó un tiempo; mientras se vacilaba si proceder adelante con las acciones o no, se hicieron presentes los estudiantes. Estos, llenos de inconsciencia y de coraje, decidieron en pocos minutos su participación armada, alentaron al grupo y terminaron todos por seguir adelante.

Las acciones comenzaron con tres horas de atraso pero el grupo "guerrillero" no tuvo mayor dificultad para aslatar la cárcel, las dos comisarías y uno de los bancos.
Finalmente, rumbo al Este, el grupo se retiró en un automóvil y una camioneta. El viaje motorizado duró más o menos seis horas hasta un pueblo donde el camino terminaba. En este lapso, de Jauja las autoridades avisaron a Huancayo y desde allí salió un destacamento de cien guardias de asalto en "jeeps" y camiones militares. Este destacamento llegó al mismo pueblo sólo dos horas más tarde que los insurrectos. Desde allí comenzó la persecusión a pie.

El grupo de rebeldes se había dividido en dos: uno conformado mayormente por los estudiantes iba adelante, el segundo inegrado por los dirigentes iba atrás, arreando dos burros que llevaban las armas sobrantes, el dinero y algunos pertrechos. El contacto con las fuerzas del orden se produjo al final del día y con las últimas luces, en momentos en que se coronaba una cumbre desde donde se inicia la zona más protegida de la Selva Alta, comenzó una muy desigual batalla.
El combate duró unas horas. Le costó la vida al Oficial Vallejo, cabeza del grupo, y al dirigente campesino Mayta. Los estudiantes se dispersaron, algunos cayeron presos horas después, en los alrededores, y el resto se fue entregando en Jauja mismo en los días subsiguientes. El dirigente sindical trotskista, Rentería, cayó también preso al final del tiroteo junto con el otro dirigente campesino y alguno de los estudiantes. Todos fueron encarcelados.
El Comando Conjunto del EP lo cuenta algo diferente. Los campesinos se plegaron a "la revolución" bajo promesas falsas de recibier tierras; los escolares son de la GUE San José de Jauja. El subteniente cuenta con el apoyo de su hermano Miguel Vallejo, un escolar de 16 años quien llegó de Lima "para tomar parte en la revolución" que supuestamente estallaría en todo el país. También se afirma que el sindicalista trotskista Rentería recibió adiestramiento de guerra de guerrillas en La Habana.

El subteniente Vallejo llega a la cárcel y
ordena a la tropa que deposite su armamento en la sala de la jefatura, para "inspección". Luego los reúne en el patio (desarmados) y hace ingresar a Emilio Pineda Flores y Jacinto Rentería, armados de pistolas; y, con su colaboración, procede a encerrar en las celdas a la tropa, la que sin dar crédito a sus ojos, ve a su jefe convertido en extremista.
Luego los escolares de quinto año de secundaria toman las armas y dan "vivas a la Revolución", se llevan las armas y las cajas de municiones. Van en un camión a la comisaría y reducen al personal, llevándose fusiles, bayonetas, pistolas, cacerinas y más munición. Con el otro camión asaltan el Banco Internacional, apoderándose de 109,800 soles. Luego cortan las líneas telefónicas y telegráficas y huyen hacia Quero, Curimarca-Uchubamba en dirección del río Tulumayo "donde se constituirían en Base de Guerrillas".
Para lograrlo cuentan con la colaboración de algunos comuneros manejados por el ex Juez de Quero: Eugenio Fernández Cristóbal, comunista complicado en el asalto, quien debía proporcionar acémilas para transportar la armas y municiones al interior.
En las inmediaciones de Quero se produce el violento tiroteo donde murieron el subteniente Fernando Vallejo y el comunero Vicente Mayta. En el bolsillo de Vallejo se encuentra, según el CC del EP, una carta que no llegó a enviar a "uno de sus cómplices del Cuzco". En ella decía:
...para salir de dudas respecto a tus ideas de cómo llevar acabo nuestro gran anhelo, la Revolución Peruana, creo ante todo que debemos coincidir en la forma de actuar intelectualmente; esto es, basarnos en los libros de Marx, Lenin, Mao y si me permites decir, de Fidel...
Vallejo sería derrotado y olvidado. Sin embargo, aunque mucha gente no quería verlo, el Perú vivía en un estado de insurgencia latente. No sería la primera asonada insurreccional en el país, ni la última. Ese mismo año, 1962, meses antes, había habido asaltos a bancos orientados a financiar "la revolución"; un año después, 1963, en Puerto Maldonado habría otra asonada; dos años después, 1965, en Junín, Ayacucho, Cusco y Piura, otra más fuerte; y tres años después, 1968, un golpe de estado llamado "Revolución Peruana", encabezado por los militares que años antes habían derrotado a la insurgencia. Por lo demás, la participación de algún miembro de las fuerzas del orden en alguna asonada insurreccional se volvería a ver a comienzos y mediados de la primera década del siglo XXI, primero en Locumba y luego en Andahuaylas...


Jauja iba a ser el centro de un foco guerrillero en el Perú en mayo de 1962. El asunto acabó con la muerte de dos de sus líderes, un guardia republicano y un campesino de la región. Esperaban que el surgimiento de un foco guerrillero animara al pueblo a un levantamiento. Lograron tomar la ciudad, pero fueron perseguidos y derrotados por el contingente policial enviado desde Huancayo.

Imagen tomada de aquí.

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