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8 jun. 2007

Sentidos y movilizaciones Por Carlos Mejía

El último jueves unas centenas de trabajadores textiles se movilizaron al Ministerio de Trabajo y luego a la residencia del embajador de EEUU para reclamar un conjunto de derechos, entre los que destacan mejores contratos laborales, incremento de remuneraciones y libertades sindicales.

No es la primera vez, pero resulta sintomático que la protesta laboral se dirija a la residencia del embajador de los EEUU. Uno podría decir que una vez más los obreros demuestran su olfato sobre donde está el verdadero poder. Más allá de ironías, como señalaba Silvio hace unos días, hay muestras de un crecimiento de la organización y protesta laboral.

Lo que no queda claro es si el reclamo laboral, perfectamente valido en cualquier sociedad democrática, tiene un impacto real en la toma de decisiones políticas del gobierno o los poderes fácticos. Supongo que depende de las correlaciones de fuerzas de cada momento. En el caso de los textiles la posición de sus empresarios es muy cerrada. No quieren ceder nada, para variar.

Con buen oído, la CGTP esta convocando a una Jornada Nacional de Lucha, que es como un Paro Nacional pero light para el 11 de julio. Ese día se desarrollará un mitin en la Plaza Dos de Mayo y luego la correspondiente marcha al Congreso. Talvez como va el gobierno, sea mejor hacerla directamente a la residencia del embajador de EEUU, pero bueno, ya veremos. En las diferentes ciudades del país deberían registrarse movilizaciones, mítines y /o paros sectoriales.

En general si uno revisa la Plataforma de Lucha, es decir, la lista de quejas y reclamos, verá que es muy amplia y en general sensata. Demuestra una vista atenta a los problemas generales del trabajo. Otra cosa es que logre comprometer a los trabajadores a manifestarse colectivamente. Por eso, cada vez que estamos frente a una medida de este tipo, recurren siempre las mismas preguntas: ¿Pueden hoy en día los trabajadores sindicalizados paralizar o por lo menos afectar objetivamente la producción y la economía del país, de manera tal que obligue a una respuesta del poder político?

No estoy seguro. En todo caso, más allá de la capacidad objetiva se encuentra el poder simbólico de una protesta. Probablemente los medios minimicen las movilizaciones o subrayen los aspectos violentistas y caóticos del asunto. Así queda en la responsabilidad de los organizadores de la Jornada de Protesta, articular una estrategia que de la vuelta al cerco informativo. Hay olfato, oido, vista; ojala también buen tacto en las negociaciones previas a la protesta. La opinión final sobre los resultados dependera ya del gusto de cada uno.

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