l

Últimos Posts

Con la atención en otro lado, el copamiento sigue ...Silvio Rendon
El efecto multiplicador del coraje (II)Silvio Rendon
"Oculus plorans" delendus est !!!Silvio Rendon
¿Los demócratas prefieren el ATPDEA por varios año...Silvio Rendon
Más voces contra el gobiernoSilvio Rendon
Toledo pedido. Fujimori sueltoSilvio Rendon
El mercado de economistas (II)Silvio Rendon
Una vaca cualquieraDaniel Salas
Héctor Ñaupari y las confusiones del márketingDaniel Salas
Hugo Chávez: ¿socialista?Silvio Rendon

.  

.  
.   .  
.  
. . .     .    

.    

.

15 ene. 2007

Una respuesta de Héctor Ñaupari Por Daniel Salas

Héctor Ñaupari ha respondido a mi post sobre sus tesis sobre la literatura y el mercado en una carta a mi amigo Gustavo Faverón, administrador de Puente Aéreo y que pueden leer aquí.

Espero responder a su réplica a más tardar en uno o dos días. Por ahora, quiero hacer notar lo falaz de su acusación: si creo que el arte no se debe someter al gusto de la gente, entonces soy una persona que desprecia a “la gente”.

En otras palabras: si antes la izquierda sostenía que si no estabas con “el pueblo” eras un burgués reaccionario y elitista, ahora los “liberales” como Ñaupari proponen que si no compartes el gusto del mercado, eres un reaccionario, un racista, un elitista, un esnob (la carta del esnobismo la suele jugar mucho los derechistas de Estados Unidos; en efecto, ahora la derecha se presenta como representante de los valores tradicionales y populares y como naturalmente enemistada con el arte establecido y la intelectualidad). Yo creo que hay que tener mucho cuidado, porque este es el argumento que suele manejar Aldo Mariátegui, para quien debería convocarse a un referendum a fin de que el pueblo peruano decida si quiere mantenerse bajo el mandato de la CIDH.

Este punto aquí se encuentra el punto principal de mi argumentación: más que discutir con Héctor Ñaupari, he tratado de comparar el peligro oscurantista que encarna el liberalismo populista y autoritario y que no debe confundirse con el liberalismo democrático y principista. Poner al mercado como balanza o criterio de cualquier experiencia de la vida es muy distinto que defender el principio de la libertad.