El que puede... puede Por Carlos Mejía
Hace unos años, Julio Cotler contaba una de sus habituales anécdotas, en la cual un investigador social extranjero, no recuerdo si estadounidense o europeo, luego de varias semanas en el Perú no lograba entender cómo funcionaba el país. Sus fuentes tradicionales, es decir, investigaciones, lecturas y demás no le permitían comprender lo que pasaba en la política y la sociedad peruana. Cotler, en su tono de voz habitual le dijo: “Mira, para entender cómo funciona el país, debes ir a cualquier esquina de la Av. Abancay... una hora o dos y luego me cuentas…”.
Efectivamente, el investigador hizo lo recomendado y regreso con el rostro iluminado, “por fin entiendo este país, he observado el tránsito, personas, ladrones, chóferes, vendedores… en el Perú: el que puede… puede”.
Muchas veces, cuando no entiendo la lógica de las personas o grupos en la política y la sociedad peruana, simplemente, me digo con pesar, el que puede… puede.
Desde Fujimori hasta el chofer de la combi, pasando por Alan García, Aldo Estrada, Ollanta, los empresarios, las mineras, Huaynalaya, los militares, el Sutep, Uribe, Magaly, el Gordo Gonzáles, Cipriani y un largo etcétera, ejerce de manera arbitraria –a veces democrática otras veces déspotamente- el poder (o micropoder) que dispone. Ya sea resultado del dinero, la inteligencia, la fuerza, la argolla, la organización o lo que fuere. En cada espacio de acción social, la ausencia, debilidad o simplemente el ánimo de prescindir de reglas, valores e instituciones hace que personas y grupos, busquen alcanzar sus objetivos por cualquier medio, si es que se presenta la oportunidad.
Los empresarios despiden trabajadores sindicalizados y prohíben sindicalizarse expresamente a los jóvenes. Es ilegal. Viola los derechos humanos, pero pueden hacerlo y lo hacen. El Estado esconde mediante contratos civiles, relaciones laborales para evitarse trámites administrativos, remuneraciones decentes y reconocimiento de derechos. Podría seguir, pero la idea ya esta clara.
Y bueno, ahora que en el Parlamento, hemos visto la manera que Aldo Estrada ingresa al selecto grupo de tránsfugas, pues recordé la anécdota de Cotler esta tarde gris en Lima.
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