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19 dic. 2006

El Síndrome Romerito (IV y última por ahora) Por Silvio Rendon

Reacciones

Algunas reacciones sobre el tema son El "efecto salmón" (otra charla de café) de Martín Tanaka y La tentación del fracaso de Roberto Bustamante.

Creo que el tema es más que una charla de café, como afirma mi amigo Martín Tanaka. Y antes de leer lo que había escrito tenía pensado ahondar más sobre algunas ideas saboteadoras, como la "herencia colonial" o la imposibilidad de desarrollarse bajo un modelo primario exportador. Sin embargo, las dejaré como aspectos sectoriales a ser tratados específicamente en su momento. Me limitaré a este comentario, también de una persona amiga:
En fin, pienso que a veces perder por poquito procura satisfacciones a posteriori. Míralo por el lado amable. Sólo los gringos ganan siempre al final de sus propias películas. Pero ante papálindo, cuando la verdadera película haya terminado, el sueño del pongo, si señor, el sueño del peruanísimo pongo, se hará realidad.
No, pues. Sí se trata de ganar, de hacer las cosas mejor, de salir adelante. No queremos premios consuelo. Ganar es mejorar nuestra calidad de vida y pasar de la pobreza a la prosperidad. Ganar es mejorar nuestras instituciones, la calidad de los servicios que recibimos, mejorar la convivencia social y todas cosas que nos cuesta tanto lograr. Premio consuelo es decir que somos como el Hocicón de Condorito, un diario pobre pero honrado, como si la pobreza y la precariedad fueran la esencia de la idiosincracia peruana. Razonamiento de quien quiere seguir chapoteando en el fracaso...

Uno de los problemas por los que el perdedor busca la derrota es que no hay un horizonte positivo en la victoria. El sueño del pongo no es un sueño de armonía, no es el sueño de Martin Luther King en que un ser humano sea juzgado por el contenido de su carácter y no por el color de su piel. Es un sueño asqueroso donde el ganador acaba cubierto de mierda y su antiguo explotador lo tiene que lamer. ¿Qué clase de triunfo es ese? Falta una imagen más positiva de triunfo. Hasta los triunfos contienen la imagen de fracaso.

Finalmente

Hace unos siete años le escribía esto a Martín y un grupo de amigos:
No nos olvidemos, y esto va en tu teoría del salmón, a algunos "romeritos" exitosos como Vargas (el de las mujeres), el otro Vargas (el de las tías) y ese compadre neurocirujano que atendía a Einstein....No se me ocurre más, porque Vallejo la pasaba mal en París (y nos hablaba roméricamente de "crepitaciones sangrientas de un pan que en la puerta del horno se nos quema") y Bryce iba a punta de insomnio y ebriedad luchando con su casera francesa para que no le cierre la ducha porque se bañaba mucho...

Por aquí tengo el artículo de Artemón "Cholo con orgullo" que lo quiero poner en mi página web. Está muy bien. Nos cuenta la historia del cholo Sotil y su caída, pero una caída con sabor a contribución, pues contribuyó a que los peruanos se acerquen entre sí al dar un orgullo a los cholos en el Perú. En fin, ya vendrá el Romerito que suene a Mancini, las voleybolistas que zurren a las rusas, surgirá el gran economista peruano de la CEPAL, ganaremos el festival de la OTI con un Landó, Montero le enviará armas a Cáceres desde Arequipa, algún Muñante le meterá siquiera un gol a Argentina y surgirá alguna nueva voz que diga "no nos ganan", reaparecerá Cassareto y se portará con algún golcito más ante Brasil (¿dónde está ese compadre? ¿En Miami?), y todos los otros contrafácticos que todos hubiéramos querido vivir, como que estuvimos a punto de vivirlos. Llegará el día en que acariciemos con plena ciudadanía esos presentes que no fueron y que seguimos soñando con tanta terquedad.
Son las nuevas generaciones las que tendrán que liberarse de todos estos fantasmas y pensar más en positivo, en forma desacomplejada (en realidad la palabra clave es desacomplejarse), con ganas de ganar, entendiendo que el fracaso no es una opción. Les tocará ser iconoclastas y ajustar cuentas con sus venerables antecesores. No se puede afirmar ideas y actitudes nuevas y vigentes sin rechazar ideas y actitudes viejas y caducas.

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