Respuesta a Ñaupari y defensa de la función del arte Por Daniel Salas
Finalmente puedo responder a la respuesta de Héctor Ñaupari que él dio mi post Héctor Ñaupari y las confusiones del márketing.
En primer lugar, me resulta difícil responder a Ñaupari por la sencilla razón de que la suya no es una respuesta: es una simple atribución de ideas que nunca he sostenido. Veamos un par de ejemplos:
Por otra parte, Salas cuestiona que la literatura tenga que acomodarse al gusto de la gente. Dar en el gusto en la gente no es una tarea fácil. Sin embargo, Salas está convencido de que así es. Y precisamente por ello, es inmoral y de pésimo gusto hacerlo. Más aún, cree sinceramente que eso ensucia la literatura y la rebaja, pues la lleva a las masas, incultas, mestizas y sucias, que –Salas debería saberlo bien– es el mercado.
Como no puedo responder a ideas que no he planteado (es obvio para quien ha seguido el debate que nunca las he sostenido), lo que me queda es discutir los presupuestos de las tesis de Ñaupari. Supongamos, por un momento que sea verdad que las masas, incultas, mestizas y sucias [...] es el mercado. Pues bien. Si se trata de masas “incultas”, es obvio que no van a estar interesadas en los libros, de modo que, en principio, no son el mercado de compradores de libros. Las ideas de Ñaupari, como sostengo reducen el mundo a la mercadotecnia pero son a la vez pésima mercadotecnia.
En cuanto a la segunda cita, hay dos puntos interesantes.
Primero, que ha de entenderse que Ñaupari piensa que los choferes de combi son gente embrutecida. Es curioso que él mismo diga que un poema de Paz puede desembrutecer a un chofer de combi, porque ya antes ha dicho que yo desprecio a la gente que trabaja en “oficios innobles”. Ciertamente, no existen los oficios innobles, salvo los de torturador, vendedor de pasta y algunos otros de esa calaña que ahora no se me vienen a la mente.
En segundo lugar, el fragmento citado propone exactamente lo contrario a lo que antes había dicho Ñaupari, a saber, no que la solución es que la gente lea buenos textos (los poemas de Paz) sino que se escriban textos adaptados a su gusto. La cita textual dice que: A esos seudo creadores habría que recordarles que los lectores peruanos quieren, a mi juicio, escapar del mundanal ruido nacional y vivir la vida de otros, por ejemplo, a través de un buen libro.
La frase revela, por un lado, que el objetivo de la literatura, según Ñaupari, es la evasión: hay que escribir para hacer que nuestros lectores escapen de la realidad, por eso no hay que escribir sobre cochinadas (esto es, en palabras del mismo Ñaupari, “sangre, suciedad, prostitución, travestismo, hoteles derruidos y malolientes, drogadicción y violencia política o social”). Nuevamente, se trata de pésima mercadotecnia. Desde el comienzo de los tiempos los temas de mayor aceptación del público (del cliente, del mercado) han sido el sexo y la violencia. Consideremos algunos de los grandes hits de ventas: la Biblia (el libro más vendido en el mundo), la Odisea (que debe ocupar del en segundo lugar en cuanto al más traducido), los Nibelungos, Tirant lo Blanc, el Lazarillo de Tormes, Cumbres borrascosas, Cien años de soledad. Hay que admitirlo: la normalidad, la felicidad no venden. Si al público hay que darle lo que pide, pensemos de nuevo. Si queremos un ejemplo de lo que verdaderamente vende, consideremos el segundo video de este post escrito por Silvio Rendón. En esa presentación se conjugan todos los motivos que son de gancho para el gran público: violencia (la pelea misma), sexo (la anunciadora que aparece en tanga), racismo (“matan con la pezuña” se lee en uno de los títulos), inversión de roles (son mujeres y no hombres los que pelean) y, por supuesto, mucha chacota.
Estos mismos temas los encontramos en grandes obras literarias y, sin embargo, no gozan de tanta popularidad. ¿Qué ocurre?. Algo muy simple: que el arte (y la pregunta es, entonces, si queremos producir arte) no se define por sus temas sino por su tratamiento. La razón por la cual la literatura o el cine de calidad no llegan al gran público no es por el tema, sino por la problematización de estos temas. Ahora bien, si no queremos problematizar, la cosa es muy simple: no hagamos arte, dediquémonos a otra cosa. Pero el compromiso ético del artista es con la reflexión (es decir, con alimentar la consciencia de la comunidad). Aquí les pongo un pasaje de Twin Peaks: Fire Walk with Me de David Lynch. Se trata de un instante de semi-revelación, de semi-anagnórisis, que contiene todo lo que le gusta a la gente: sexo, incesto, violencia, perversión (¿recuerdan Madeinusa? Pues los gringos también tienen su Madeinusa). La diferencia es la mirada problemática del artista: Lynch crea una narración desde la negación y el delirio.
Coloco aquí el guión, a fin de que pueda ser mejor comprendido:
En primer lugar, me resulta difícil responder a Ñaupari por la sencilla razón de que la suya no es una respuesta: es una simple atribución de ideas que nunca he sostenido. Veamos un par de ejemplos:
Por otra parte, Salas cuestiona que la literatura tenga que acomodarse al gusto de la gente. Dar en el gusto en la gente no es una tarea fácil. Sin embargo, Salas está convencido de que así es. Y precisamente por ello, es inmoral y de pésimo gusto hacerlo. Más aún, cree sinceramente que eso ensucia la literatura y la rebaja, pues la lleva a las masas, incultas, mestizas y sucias, que –Salas debería saberlo bien– es el mercado.
Y es que la literatura es peligrosa, sobre todo la buena literatura. Nadie mejor para saberlo que los propios escritores. Un poema de Paz puede conmover, enardecer o modificar para siempre el comportamiento de cualquier ser humano, por ejemplo. En eso consiste su genialidad. ¿Qué pasaría si lo leyera un conductor de combi? ¿No sería acaso un mejor ser humano, no estaría menos embrutecido? ¿No vería la vida de otro color? De acuerdo con Salas, eso no debe pasar.
Como no puedo responder a ideas que no he planteado (es obvio para quien ha seguido el debate que nunca las he sostenido), lo que me queda es discutir los presupuestos de las tesis de Ñaupari. Supongamos, por un momento que sea verdad que las masas, incultas, mestizas y sucias [...] es el mercado. Pues bien. Si se trata de masas “incultas”, es obvio que no van a estar interesadas en los libros, de modo que, en principio, no son el mercado de compradores de libros. Las ideas de Ñaupari, como sostengo reducen el mundo a la mercadotecnia pero son a la vez pésima mercadotecnia.
En cuanto a la segunda cita, hay dos puntos interesantes.
Primero, que ha de entenderse que Ñaupari piensa que los choferes de combi son gente embrutecida. Es curioso que él mismo diga que un poema de Paz puede desembrutecer a un chofer de combi, porque ya antes ha dicho que yo desprecio a la gente que trabaja en “oficios innobles”. Ciertamente, no existen los oficios innobles, salvo los de torturador, vendedor de pasta y algunos otros de esa calaña que ahora no se me vienen a la mente.
En segundo lugar, el fragmento citado propone exactamente lo contrario a lo que antes había dicho Ñaupari, a saber, no que la solución es que la gente lea buenos textos (los poemas de Paz) sino que se escriban textos adaptados a su gusto. La cita textual dice que: A esos seudo creadores habría que recordarles que los lectores peruanos quieren, a mi juicio, escapar del mundanal ruido nacional y vivir la vida de otros, por ejemplo, a través de un buen libro.
La frase revela, por un lado, que el objetivo de la literatura, según Ñaupari, es la evasión: hay que escribir para hacer que nuestros lectores escapen de la realidad, por eso no hay que escribir sobre cochinadas (esto es, en palabras del mismo Ñaupari, “sangre, suciedad, prostitución, travestismo, hoteles derruidos y malolientes, drogadicción y violencia política o social”). Nuevamente, se trata de pésima mercadotecnia. Desde el comienzo de los tiempos los temas de mayor aceptación del público (del cliente, del mercado) han sido el sexo y la violencia. Consideremos algunos de los grandes hits de ventas: la Biblia (el libro más vendido en el mundo), la Odisea (que debe ocupar del en segundo lugar en cuanto al más traducido), los Nibelungos, Tirant lo Blanc, el Lazarillo de Tormes, Cumbres borrascosas, Cien años de soledad. Hay que admitirlo: la normalidad, la felicidad no venden. Si al público hay que darle lo que pide, pensemos de nuevo. Si queremos un ejemplo de lo que verdaderamente vende, consideremos el segundo video de este post escrito por Silvio Rendón. En esa presentación se conjugan todos los motivos que son de gancho para el gran público: violencia (la pelea misma), sexo (la anunciadora que aparece en tanga), racismo (“matan con la pezuña” se lee en uno de los títulos), inversión de roles (son mujeres y no hombres los que pelean) y, por supuesto, mucha chacota.
Estos mismos temas los encontramos en grandes obras literarias y, sin embargo, no gozan de tanta popularidad. ¿Qué ocurre?. Algo muy simple: que el arte (y la pregunta es, entonces, si queremos producir arte) no se define por sus temas sino por su tratamiento. La razón por la cual la literatura o el cine de calidad no llegan al gran público no es por el tema, sino por la problematización de estos temas. Ahora bien, si no queremos problematizar, la cosa es muy simple: no hagamos arte, dediquémonos a otra cosa. Pero el compromiso ético del artista es con la reflexión (es decir, con alimentar la consciencia de la comunidad). Aquí les pongo un pasaje de Twin Peaks: Fire Walk with Me de David Lynch. Se trata de un instante de semi-revelación, de semi-anagnórisis, que contiene todo lo que le gusta a la gente: sexo, incesto, violencia, perversión (¿recuerdan Madeinusa? Pues los gringos también tienen su Madeinusa). La diferencia es la mirada problemática del artista: Lynch crea una narración desde la negación y el delirio.
Coloco aquí el guión, a fin de que pueda ser mejor comprendido:
GERARD
You stole the corn. I had it canned over the store. Miss, the look on her face when it was opened. There was a stillness. Like the formica table top. The thread will be torn, Mr. Palmer, the thread will be torn. It's him. It's your father.
MECHANIC Mr., Mr., you shouldn't do that to your engine. You ought to take it easy, Mr., you're going to burn your engine out.
LELAND What the hell was all that? Why doesn't someone do something about all of this. My god, that guy came out of nowhere. He was harassing my daughter.
LAURA Dad, are you all right?
LELAND Teresa Banks. You look so much like my Laura.
TERESA When's the next business trip, big fella?
LELAND Soon. How about next time we party with the girlfriends you told me about?
TERESA Sure.I can arrange that. I like that.
TERESA What are you doing?
LELAND Who am I?
TERESA I don't know.
LELAND That's right.
LAURA Dad... Dad... Who was that? How do you know him? He looked familiar. Have I met him?
LELAND No, you haven't met him. Have you met him?
LAURA No.
LELAND We're late to get to your mother.
LAURA Just sit here for a moment.
LELAND My God! A man comes out the blue like that... what is this world coming to?
TERESA What's wrong?
LELAND Nothing, I chickened out.
LAURA Are you sure you're okay?
LELAND Yes.
LAURA Dad?
LELAND Yes.
LAURA Did you come home during the day last week?
LELAND No.
LAURA Oh, I thought I saw you.
LELAND You know, I did come home, come to think of it, on Thursday. I had a severe headache and I was driving in the neighborhood so I just darted in and out of the house.
Where were you, Laura? I didn't see you?
LAURA I was down the street.
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