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12 may. 2008

Intermezzo Tropical y el arte de la magia Por Daniel Salas


Uno de los efectos retóricos más difundidos entre los peruanos se parece mucho a una de las creencias que sostienen la magia negra: una palabra basta para invocar un objeto y para atraerlo. Mejor todavía: una palabra basta para invocar un objeto, hacerlo aparecer y conjurar su condición problemática. Listo.

Pongamos un ejemplo: quiero escribir una crítica a un libro; quiero elogiarlo, por ejemplo, ya que se trata del libro de un amigo mío. Pero a la vez tengo miedo de que me llamen esteticista, impresionista, inmanentista, todas esas malas palabras que sirven para denunciar la falta de rigor crítico y hacer quedar al rival como un amateur, un superfluo o un reaccionario. Pues bien, me ahorro la condena mencionando la importancia de leer el libro “a la luz de sus coordinadas sociohistóricas”, “dentro del marco de los cambios sociales que observamos” o “tomando en cuenta el escenario social actual” o bien observando que “recoge las voces urbano-marginales emergentes”. Pongo la frase y me lavo las manos. Ya soy un crítico correcto, comprometido, marxista hasta la médula, consciente de la necesidad de leer los textos dentro de su contexto de producción. Por cierto, me he pasado por alto cualquier idea interesante sobre el Perú contemporáneo, sobre los circuitos de producción simbólica, sobre el panorama actual de la escritura, sobre el diálogo que el libro entabla con la tradición y con otros géneros, así como sobre las sensibilidades que entran en competencia y conflicto.

Para muchos, basta mencionar las cosas para entenderlas y conjurarlas. Esto no es, como digo, diferente del efecto que producen los brujos: decir el nombre es lograr la presencia de la cosa y, mejor aún, finalmente dar por hecho que, con mencionarla, es posible entenderla y superarla.
La manera en que funciona este efecto se me vino a la mente cuando leí un curioso manifiesto de la revista Intermezzo Tropical en defensa de Melissa Patiño. Lo tomo de aquí:


Desde su fundación, Intermezzo Tropical se ha proyectado como un espacio
para sumar fuerzas contra el autoritarismo y las viejas prácticas criollas de
las elites dominantes en el Perú. En estos momentos, cuando estos poderes se
afanan por legitimar la injusticia mediante métodos macarthistas, sumamos
nuestra voz de protesta contra una serie de actos de amedrentamiento y
posiciones antidemocráticas que vienen golpeando, específicamente, a un sector
de la comunidad de artistas e intelectuales en el Perú, y, en general, a
diversas asociaciones y gremios que no se callan ante el injusto estado de cosas
actual.

Desde el año 2005 venimos alertando contra esas tendencias en el Perú que, en el plano cultural, ya se expresaban en la discusión "andinos vs criollos". Por eso hoy no nos extrañan estos métodos policiacos que pretenden silenciar todo esfuerzo por crear una cultura democrática, crítica y participativa.

En base a lo anterior, nos solidarizamos con Melissa Patiño, detenida sin pruebas desde hace más de un mes y hoy presa en el penal de mujeres de Santa Mónica bajo un régimen carcelario asfixiante. Asimismo, con los artistas y ciudadanos del jirón Quilca y alrededores, que han sufrido en las últimas semanas represión estatal. Estas acciones transgreden los propios principios jurídicos recogidos en la
Constitución y las más elementales normas del Derecho Internacional. Todo indica
que ahora se deberá demostrar la inocencia y no la culpabilidad, como rige un principio básico del Derecho.

Hoy más que nunca debemos unirnos para repudiar este tipo de políticas, defendidas por pseudointelectuales y periodistas que fungen de policías, a los cuales combatimos. Convocamos, también, a las organizaciones y ciudadanos de la comunidad internacional a prestar oídos y ojos atentos a estos hechos en el Perú, para que la solidaridad sea una cadena a nivel global.

Intermezzo Tropical, revista de cultura y política(Ángeles/Chueca/De Lima/Guerra/ Guerrero)
10 de abril de 2008

Difunda y construya una cultura abiertamente democrática

El texto se sostiene, tal como lo expongo, en la asociación libre y en la resolución de los problemas que tales hechos plantean mediante una simple y gruesa invocación. En efecto: la detención de Melissa Patiño y el famoso debate entre escritores ‘andinos’ y ‘criollos’ caen dentro del mismo modelo de discriminación y exclusión en el Perú. Las ‘viejas prácticas criollas de las elites dominantes en el Perú’, son culpables, al igual que las brujas del XVII, de todos los males imaginables, incluso del hecho de que Gutiérrez y Ampuero no se puedan ver, que el excluyente diario El Comercio haya entrevistado a Oswaldo Reynoso varias veces en los últimos años, que Alan García baile horrendamente La Culebrítica para engatusar al pueblo y ganar votos, que el Perú lleve 26 años sin clasificar a un mundial y que algunos escritores hayan sido premiados y reconocidos más que otros. Ya, estoy caricaturizando. Pero que alguien me responda esta pregunta: ¿de qué manera se propone la relación entre los sucesos mencionados en el manifiesto?

El orden del mundo no es causal, sino una cuestión de gusto: a un lado va todo lo que me parece bueno; a otro, todo lo que me parece malo. Todo lo bueno posee un mismo origen y todo lo malo tiene la misma maligna raíz. Es, pues, un mundo mágico, dividido entre el bien el mal. La idea misma de ‘prática criolla’ es una grosera manera de pasar por alto la complejidad de la hegemonía en el Perú. A estas alturas, debería ser evidente, para quien se propone aguzar el entendimiento y la imaginación, que ‘lo criollo’ o bien se ha transformado tanto al punto de hacerse irreconocible o bien ha quedado en el terreno de lo residual.

La relación entre literatura y sociedad, entre modificaciones sociales y prácticas simbólicas, así como el vínculo entre las técnicas narrativas y las estructuras de sentimiento y la aparición de nuevos imaginarios amplios o cerrados, la dialéctica entre lectura y relectura, los panoramas urbanos emergentes, todo eso, digo, se resuelve en una apoteósica división de aguas que separa al pueblo elegido de los malvados que lo persiguen. La injusticia se comprende y se resuelve mencionándola; las fracturas sociales se comprenden y se resuelven al nombrar una gaseosa vaguedad que vendrían a ser las ‘viejas prácticas criollas’ y, finalmente, se combate al maligno sistema establecido (el imperialismo y sus testaferros locales) editando una revista de literatura (a cuyos editores, siguiendo el ejemplo de la criollísima revista ‘Somos’, no se les ocurre poner online para que puedan leerla los pobres). La cereza, por supuesto, para este platillo de incoherencias, es llamar “pseudointelectuales” a quienes piensan distinto.

Este post no va a causar debate, se los aseguro, porque le tenemos miedo a la polémica. Es una lástima.
Imagen tomada de aquí.

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