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16 jun. 2008

Dinámica amigo-enemigo y política Por Miguel Tejada

El modelo de democracia representativa desarrollado en la ciencia política y que tiene una de sus cumbres en la poliarquía dahliana, se basa en que todos los participantes en dicha democracia comparten su acuerdo con determinadas reglas de juego, aunque difieran en los posibles resultados de la aplicación de las mismas reglas: todos concuerdan que es legítima la participación de todos los partidos y posiciones en las elecciones aunque difieran en sus posiciones políticas.
Hay la imagen del competidor, no la del enemigo. Se concibe a la democracia como un juego que esencialmente no es de suma cero (aunque eventualmente puede darse una solución de suma cero), donde es posible el diálogo y los acuerdos con los oponentes políticos y electorales.
Este modelo se basa en una práctica política concreta lograda tras graves experiencia por muchas de las sociedades del primer mundo. Recordemos que la imagen amigo-enemigo produjo no sólo el gobierno de la Unión Soviética, sino además dictaduras fascistas en la mitad de Europa en el priodo entreguerras, así como una cruenta guerra civil en España. Se puede decir que la experiencia inglesa y de las ex-colonias británicas (EEUU, Canadá, etc.) ha sido distinta, pero lo cierto es que la tradición política inglesa de acuerdo parlamentario (así como el liberalismo político) tiene su origen en la cruenta guerra civil del siglo 17.
En la Europa de comienzos del siglo 20 además, la experiencia rusa demostraba cómo la exclusión, el juego de suma cero podía llevar a una destrucción del sistema. Las élites empresariales aceptaron incorporar las demandas obreras si éstas abandonaban sus demandas máximas. La socialdemocracia radical del siglo 19 devino en la socialdemocracia reformista del siglo 20. Dirigentes empresariales y obreros aceptaron un acomodo en el estado de binestar, donde la discusión se redujo a cuánto de éste debía habr. El acuerdo político alrededor de la democracia representativa estuvo asociado a un acuerdo sustantivo acerca de los márgenes de la política.
En las sociedades en subdesarrollo, nuestras experiencias políticas han sido moldeadas por poderes coloniales reacios a reconocrnos con derechos y a concedernos la independencia (caso de América Latina en el siglo 19 y de la mayoría de Asia y Africa en el siglo 20), en los cuales la independencia política se ha logrado tras cruentas guerras de independencia, en las cuales un factor importante ha sido la presencia de sectores locales aliados a los poderes coloniales.
En otros paises en subdesarrollo, tras la independencia lo que se ha visto es la exitencia de élites económicas y políticas que veían la competencia política como un juego de suma cero, donde cualquier conseción a los sectores subordinados o excluidos de los beneficios del accionar estatal o de la economía implicaban una pérdida inadmisible para las élites. En estas sociedades, la tradición política desarrollada ha sido una de amigo-enemigo ("para mis amigos todo, para mis enemigos, la ley"). El modelo político ha sido patrimonialista: el que ocupa el poder lo maneja de manera omnímoda y en beneficio propio y de sus allegados. De manera excluyente. A los excluidos lo único que les queda es eliminar al dominante y ocupar su lugar. No hay espacio para el diálogo ni la cooperación.
¿Cómo se puede pasar de una dinámica política de juego de suma cero, de amigo-enemigo, de exclusión, hacia una de competencia-cooperación-diálogo (juego de suma no cero)?
Claramente esto no es posible si es que persisten condiciones de exclusión (cuya base puede ser étnica, "racial", etc.) desde las élites. Claramente esto tiende a producir visiones de amigo-enemigo desde los excluidos.
En Perú tras una larga guerra interna tenemos una democracia donde aún las distintas opciones políticas se siguen tratando en términos de amigo-enemigo, donde las poderosas fuerzas armadas siguen considerando y tratando como enemigas a parte de los actores políticos. Donde los excluidos y marginados deben recurrir a medios extralegales e ilegales para que sus demandas de inserción sean atendidas y reconocidas (ante la inoperancia de los mecanismos formales).
Son sólo algunas ideas para entender nuestro proceso político.

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