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14 jul. 2008

Aproximación analítica a lo cholo (Segunda parte) Por Daniel Salas

En el post anterior expliqué que “cholo” no puede querer decir “peruano”. En consecuencia, “choledad” no puede querer decir “peruanidad”, sino un subconjunto de la peruanidad. En otras palabras, no todos los peruanos son cholos. Si es así ¿por qué se insiste en convertirlo en una categoría homogeneizante y hegemónica?

En la versión de Javier Gárvich lo cholo no es ni homogeneizante ni hegemónico. Él sostiene: “veo a lo cholo como algo intrínsicamente alternativo. El acceso a la globalización como un proceso autónomo, independiente, sin pasar por las horcas caudinas de los discursos hegemónicos y a un precio simbólico negociado”.

Ahora bien, a pesar de que su punto de vista es claramente distinto, Gárvich muestra simpatía con quienes piensan exactamente lo opuesto a él. En efecto, en su post afirma “Incluso se miraba con bastante desconfianza (y para algunos comentaristas con mucha crítica) al sugerente blog Choledad Privada , portador de un discutible discurso más permeable a ese término tan espinoso y que parece oponerlo arbitrariamente frente a la manifiesta pluralidad de este país”. ¿Por qué Javier Garvich enuncia una teoría y a la vez muestra interés por la teoría contraria?

Mi respuesta a las dos preguntas es que lo cholo es un lecho de Procusto en el que cualquier cosa puede caber. Ello es posible porque su finalidad no es operar como categoría sino integrarse a un discurso gratificador que produzca la ilusión de que estamos comprendiendo y superando ciertos problemas. El mismo Gárvich admite que la ambigüedad del término lo enriquece: “quizá la propia ambigüedad de la "choledad" sea algo positivo, que implique algún rasgo común de nuestra declarada pluralidad.” Es decir, el mismo Gárvich percibe que la palabra es usada de modos contradictorios y en lugar de desagregar estos usos diversos, se arriesga a sostener que es mejor no resolver esa dificultad. En otras palabras, dejar de analizar es mucho más enriquecedor que analizar.

Por supuesto, analizar te permite observar que los fenómenos del lenguaje no funcionan como aparentemente funcionan (*). Por ejemplo, te permite entender que los juegos del lenguaje no son consistentes entre sí y que, por tanto, una palabra usada en juegos diversos no es la misma categoría. Cuando no se analiza, ocurre lo contrario: varias palabras parecen ser la misma y ello a su vez crea la ilusión de que esa súper-palabra posee un poder especial (**). En este caso, “cholo” es un vocablo usado en sentidos distintos y contradictorios y ese mismo hecho le permite convertirse en candidato de fuerza para sostener varias y contradictorias teorías a la vez. La contradicción de las teorías, por supuesto, no es importante, porque la coherencia se forma en el propósito. En este caso, la finalidad es crear el espejismo de una fuerza contra-hegemónica.

Pero en primer lugar, ¿qué es lo hegemónico en el Perú? ¿La música del Grupo 5 o la de Celso Garrido Leca? ¿El Especial del humor o Yuyachkani? ¿El discurso de Vladimiro Montesinos o el de la CVR?

Para exponer la incoherencia de este discurso, cito este fragmento del mismo Gárvich: “En un asentamiento humano del sur, las chicas bailan reggaeton los fines de semana, ven por la tele las telenovelas cumbiamberas y el domingo hacen su festidanza folklórica bailando en el colegio. No se hacen paltas, pero esas chicas -adolescentes todas- ya construyen su discurso.”

Según Gárvich, hay un discurso porque las chicas hacen A, B, y C. La pregunta es si acaso no habría también un discurso si las chicas hicieran X, Y y Z. Por ejemplo, si bailaran danza moderna, vieran películas de Lynch y el domingo estuvieran trabajando en la puesta de La casa de las muñecas. Gárvich tendría que explicar qué tienen de especial las actividades A, B y C que las convierte en evidencias de un “discurso”. Porque si “discurso” quiere decir el inconsciente político que organiza un conjunto de acciones, entonces siempre hay un discurso, incluso si decidimos quedarnos echados y no hacer nada. ¿Que diferenciaría entonces a las chicas que realizan A, B y C de a las que no realizan nada? Y, mejor aun, ¿qué tiende de peculiarmente interesante hacer A, B y C?

En cambio, si “discurso” quiere decir una propuesta consciente de acción política, que tiende hacia la coherencia y al desarrollo de propuestas e ideas, yo veo muy pobres las actividades A, B y C y muy enriquecedoras e impactantes las actividades X, Y y Z. A, B y C no me impresionan, porque se trata de actividades gratificantes, conformistas y que evidencian el triunfo de los medios masivos y de los estereotipos fomentados por la escuela. X, Y y Z mostrarían, en cambio, una clara consciencia de que se puede salir de lo impuesto, que se puede explorar y contestar, en otras palabras, que la vida puede definirse respecto de valores y metas autónomas.

Por ello mismo, una de las cosas que me entristece y me apena de las definiciones de “lo cholo” es que se asocie esa palabra a lo mediocre, a lo conformista y a lo carente de consistencia ética. Afortunadamente, los peruanos no somos necesariamente como nos describen aquellos promotores de la medianía. Somos de varias maneras y, lo que es más interesante, tenemos, al igual que el resto de los seres humanos, la capacidad de ser mejores.

P.D. En este blog se dice "no entiendo que es lo que [Daniel Salas] realmente quiere decir al afirmar que lo cholo si es una categoria discriminatoria, aunque puede ser no racista".

Aclaro de nuevo: "discriminar" quiere decir "distinguir". Una categoría me puede servir para discriminar hombres de mujeres, otra para distinguir altos de bajos y otra para diferenciar liberales de conservadores. Cada vez que llamo "cholo" a alguien lo estoy distinguiendo de los "no cholos". Esto no necesariamente implica racismo. Mi punto es que no se puede usar una categoría que diferencia para decir inmediatamente después que no se va a diferenciar. Si todos los peruanos somos cholos, entonces la categoría "cholo" pasa a significar otra cosa. Lo que está mal es insistir en el uso ambiguo del término y sostener que estamos hablando de lo mismo.

(*) Una idea capital de Wittgenstein es que los problemas filosóficos son problemas del lenguaje. Al analizar los juegos lingüísticos, estos problemas desaparecen.

(**) Coincidentemente, Luis Aguirre en los comentarios a mi post anterior, llamaba a "lo cholo" como una "súper-raza" no en el sentido de "superior" sino de categoría racial que contiene a otras categorías raciales. Mi razonamiento es parecido y creo que se produce con muchas palabras que se usan de maneras diversas. Producen la ilusión de que son palabras que contienen, a su vez, varias palabras.

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