García post-paro Por Silvio Rendon
Cuando García se sumó al paro de la CGTP hace algunos años, no había rebrote inflacionario. Entonces García se oponía al modelo económico que hoy él mismo está aplicando. La culpa del descontento entonces la tenía el neoliberalismo, la explotación de los services, etc.
Cuando García está en el gobierno el diagnóstico es otro. La culpa la tienen los precios internacionales. Todo es externo. El precio del maiz sube en el mundo; el pollo come maiz; el precio del pollo sube; el pueblo come pollo; el pueblo está descontento; García entiende el descontento, pero él no tiene responsabilidad alguna (ver aquí). Esta explicación es digna de él mismo durante su primer gobierno, cuando tampoco tenía la culpa de nada. Con este tipo de divagaciones, acentúa su falta de credibilidad entre la gente, sobre todo entre quienes lo conocen desde su primer gobierno. No ha sido nada acertado este supuesto reconocimiento del descontento popular y de su desaprobación como presidente.
García tiene que reconocer que el origen del descontento en el país no se agota en la inflación importada. El paro fue muy contundente en la selva, pues hay rechazo a la "ley de la selva". Fue muy fuerte en el campo, porque hay rechazo a la ley de comunidades campesinas. Y así sucesivamente.
El ensimismamiento le está haciendo daño. Su permanente alusión a quienes perdieron las elecciones, cuando él las ganó con un programa que no ha cumplido, es contraproducente para sí mismo. Toca un punto muy sensible: el engaño al pueblo, que se da cuenta de cómo son las cosas.
García recuerda mucho, una vez más, al García de hace dos décadas. Entonces se negó a hacer ajustes a su modelo heterodoxo, populista. Mucha gente señaló las limitaciones de ese modelo, pero no les hizo caso. Postergó el ajuste hasta que la economía se le empezó a ir de las manos. Entonces se desesperó y tomó la absurda medida de intentar estatizar la banca, con lo cual acabó de perder todo crédito político que todavía tenía. Hoy, García se niega a hacer ajustes a un modelo económico opuesto al de hace dos décadas. Diversas voces han señalado ya la necesidad de ajustes, pero García insiste en escuchar a las minorías y ser sordo con las mayorías sociales. El resultado es pasar a una etapa de presión social, respondida con represión gubernamental. Este paro no ha sido la gran estocada, pero sí una banderilla bien clavada. En tal sentido, la reacción de García es reveladora. Habría que estar atentos/as a su reacción posterior. No sea que salga otra vez con alguna medida tan espectacular como contraproducente (ver aquí).
Cuando García está en el gobierno el diagnóstico es otro. La culpa la tienen los precios internacionales. Todo es externo. El precio del maiz sube en el mundo; el pollo come maiz; el precio del pollo sube; el pueblo come pollo; el pueblo está descontento; García entiende el descontento, pero él no tiene responsabilidad alguna (ver aquí). Esta explicación es digna de él mismo durante su primer gobierno, cuando tampoco tenía la culpa de nada. Con este tipo de divagaciones, acentúa su falta de credibilidad entre la gente, sobre todo entre quienes lo conocen desde su primer gobierno. No ha sido nada acertado este supuesto reconocimiento del descontento popular y de su desaprobación como presidente.
García tiene que reconocer que el origen del descontento en el país no se agota en la inflación importada. El paro fue muy contundente en la selva, pues hay rechazo a la "ley de la selva". Fue muy fuerte en el campo, porque hay rechazo a la ley de comunidades campesinas. Y así sucesivamente.
El ensimismamiento le está haciendo daño. Su permanente alusión a quienes perdieron las elecciones, cuando él las ganó con un programa que no ha cumplido, es contraproducente para sí mismo. Toca un punto muy sensible: el engaño al pueblo, que se da cuenta de cómo son las cosas.
García recuerda mucho, una vez más, al García de hace dos décadas. Entonces se negó a hacer ajustes a su modelo heterodoxo, populista. Mucha gente señaló las limitaciones de ese modelo, pero no les hizo caso. Postergó el ajuste hasta que la economía se le empezó a ir de las manos. Entonces se desesperó y tomó la absurda medida de intentar estatizar la banca, con lo cual acabó de perder todo crédito político que todavía tenía. Hoy, García se niega a hacer ajustes a un modelo económico opuesto al de hace dos décadas. Diversas voces han señalado ya la necesidad de ajustes, pero García insiste en escuchar a las minorías y ser sordo con las mayorías sociales. El resultado es pasar a una etapa de presión social, respondida con represión gubernamental. Este paro no ha sido la gran estocada, pero sí una banderilla bien clavada. En tal sentido, la reacción de García es reveladora. Habría que estar atentos/as a su reacción posterior. No sea que salga otra vez con alguna medida tan espectacular como contraproducente (ver aquí).
Etiquetas: Alan García, Economía peruana, Gobierno aprista, inflación
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