Chespirito y el poder Por Carlos Vargas Salgado
Si este fuera un mundo paralelo, un mundo de programa humorístico de TV, por ejemplo, tal vez nada superaría la comicidad que produce ver a Chespirito alborotar el Congreso de la República (solícito cejijunto González Posada saliendo a rendir honores), o poner más en trance al ya de por sí tieso Alcalde Castañeda (Lucas, de ahora en adelante), y como no podía ser de otro modo en nuestra bonita vecindad, escuchar finalmente al mismísimo Presidente dárselas de cantante con la esposa del cómico mexicano (cualquier parecido con los melifluos duetos del Maistro Longaniza y Doña Florinda del programa original es mera coincidencia). Esto para no mencionar que para ver a Gómez Bolaños, el Dr. García Pérez interrumpía el primer Consejo de Ministros del flamante (y veterano del FMI) Ministro Valdivieso. En fin, que todo esto sería como para llorar de risa.
Claro, si este fuera un mundo paralelo. Pero no lo es. Este sigue siendo el peor lugar de Latinoamérica para ser artista, como lo oye don Roberto, está usted recibiendo los elogios de personajes que no hacen sino ignorar la existencia de sus colegas, replegando leyes del Artista en insospechables reglamentos que nunca salen, delegando su obligación con el arte y la cultura en un ente llamado INC que se traga casi todo el mísero presupuesto para la cultura en oficinistas de mal trato y directoras impresentables (mejor lo ejemplifica Mariana Mould de Pease, aquí, y sobre todo aquí).
Nuestro extraordinario país, de extraordinaria riqueza cultural, no tiene políticas culturales, fondos públicos de promoción, estorba la iniciativa privada y quizás por eso, cada que puede desde siempre sale a hacer pantallazos, dar medallitas, hacerse fotografiar. Entonces parece que "algo" hace por los temas cercanos al arte o la cultura.
Pero por supuesto, tampoco tengo por qué pensar que lo están utilizando, señor Gómez Bolaños. Para nada. Usted tiene su juego bien claro, y ha sabido ser buen peón de una maquinaria político-mediática (Televisa) en su propio país, y no le saca el cuerpo a la intervención en la vida pública (miren este alboroto del año pasado).
Pero no es con usted el asunto, don Roberto, sino con ese elenco de cómicos ambulantes que se le han arrimado a la carreta en esta gira (que dicho sea de paso tiene precios elitistas y prohibitivos, miren la lista). Y usted podría preguntarse, ¿por qué los peruanos elegimos a estos dilettanti de la bufonería como nuestros gobernantes? Me gustaría decir que se nos chispoteó, pero sabe qué, no lo haré simplemente porque creo que esa es una de aquellas frases (suyas) que ha adormecido en mi país a la indignación, y que subrepticiamente se nos ha metido en la conciencia como si fuera una explicación cabal.
No es culpa de Chespirito, por supuesto. En otros tiempos parece que repetían las mordaces frases de Moliere contra la Iglesia o los burgueses, o las insuperables verdades intermedias de Wilde. En este tiempo, repetimos los que nos tocó repetir.
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