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18 jul. 2008

Sobre el Bono por hijo nacido en Chile Por Carlos

Hace días quería comentar brevemente esta noticia que a mi parecer ha pasado un poco desapercibida en los medios peruanos.

El pasado 1ero de julio, dentro del marco de reformas al sistema de pensiones chileno impulsado por el gobierno de la Presidenta Michel Bachellet, se introdujo una medida orientada a incrementar el monto de la pensión de las mujeres a través del otorgamiento de un bono por cada hijo nacido vivo o adoptado. El Comercio del 06/07/2008 lo contaba así:

EL BONO POR HIJO NACIDO VIVO

Se trata de una de las disposiciones más elogiadas de esta reforma.
Consiste en que cada mujer, independientemente de su condición económica y
social, recibirá un bono por cada uno de los hijos que haya traído al mundo,
monto que irá a engrosar su fondo de pensiones, que generará rentabilidad y que
ella podrá cobrar al cumplir los 65 años.

El bono por cada hijo será inicialmente de 266 mil pesos (532 dólares
aproximadamente) y empezará a funcionar desde el 1 de julio del 2009. No importa
si la mujer dio a luz antes de esa fecha. Por ejemplo, si una mujer de 55 años
ya tiene tres hijos, recibirá tres bonos, los que ganarán rentabilidad desde el
2009 hasta el 2019.

Una joven de 20 años con tres niños recibirá igualmente tres bonos, pero
rentabilizarán por 45 años, desde el 2009 hasta el 2054. Si bien la edad de
jubilación de la mujer en Chile es de 60 años, la idea de entregar el beneficio
a los 65 años es incentivar a que la mujer permanezca más tiempo dentro del
mercado laboral y genere pensiones más altas.


(ver la descripción completa de la medida según la Superintendencia de AFPs chilena, aquí)

Va el comentario:

¿Qué implicancias sociales y económicas puede tener una medida como esta?

Pues en verdad, muchas más de las que pueden creerse a primera impresión. Si nos abstraemos un poco de la magnitud del Bono y nos concentramos más en la naturaleza de incentivo económico del mismo, podemos elaborar una serie de hipótesis sobre los posibles efectos colaterales que una medida de este tipo puede traer consigo (más allá de la general reducción de la pobreza y mayor cobertura frente a riesgos mencionadas por el gobierno entre sus objetivos). Así, entre las principales consecuencias directas, podrían darse las siguientes:

Aumento de la formalidad laboral
Dado que para recibir el bono se necesita una cuenta de AFP, es de esperarse que la mayoría de mujeres que aún no se encuentran dentro del sistema de pensiones -sea porque no trabaja o porque lo hace en el sector informal- se vea incentivada a evaluar la decisión de volverse formal, a fin de estar en condiciones de ser elegible para obtener el beneficio.

Aumento de la fecundidad
Algo que me sorprende es que no se haya señalado explícitamente que el incentivo económico podría afectar directamente la fecundidad. ¿Porqué este elemento sería relevante? si vemos rápidamente datos en Index Mundi, podemos construir el siguiente gráfico:

















donde se observa que Chile tiene una de las tasas de natalidad más bajas de la región, la cual no solo es baja, sino que proviene de un acentuado y prolongado descenso. Según este estudio del Instituto Nacional de Estadísticas de Chile, la tasa global de fecundidad habría descendido de 5,4 hijos promedio por mujer en 1962 a 1,9 en el 2004. Es decir, la fecundidad descendió en aproximadamente el 65% en 42 años.

Alteración de los patrones de fecundidad
Además de afectar directamente la fecundidad, algunos aspectos de la rentabilización del Bono podrían tener efecto sobre sus patrones. Específicamente, dos efectos: reducción de la edad de la mujer al primer nacimiento, y reducción del tiempo de espaciamiento entre hijos subsecuentes. Esto debido a que mientras más temprano se tengan los hijos, más tiempo se podrá rentabilizar el bono otorgado. De esta forma no solo se estaría incentivando tener más hijos, sino que habría incentivos para tenerlos más tempranamente.

Cabe señalar que la edad promedio a la que las mujeres deciden tener su primer hijo no es trivial en Economía. Un cambio considerable en esta variable puede tener grandes repercusiones ya que usualmente el evento implica además del hecho de asumir los roles y responsabilidades de madre, la exclusión de mayores posibilidades de educación y desarrollo profesional. La maternidad se caracteriza por comprometer una parte substancial del tiempo y los recursos de las mujeres. Por ello, lo temprano o tardío de este suceso puede atrasar o adelantar otros roles, así como imposibilitar los mismos. En ese sentido, el nacimiento del primer hijo a una edad muy temprana puede tener efectos negativos sobre una amplia variedad de aspectos tales como el futuro laboral, la estabilidad marital, la acumulación de recursos, y la salud de las mujeres. Por otro lado, a medida que se reduce la edad de las madres al momento de tener sus primeros hijos, aumenta también la cantidad posible de hijos subsecuentes, así como el ritmo esperado de sus respectivos nacimientos.

Todo esto, por el lado de las consecuencias directas. Por el lado de las consecuencias indirectas, podríamos tener las siguientes:

Aumento de las presiones sobre el gasto social
De darse el aumento en la fecundidad señalado, cabe preguntarse: ¿que implicancias tiene un choque poblacional a raíz de un salto en la tasa de fecundidad? pues inevitablemente, una mayor demanda en salud y educación. La pregunta que deberían estar haciéndose los hacedores de política chilenos es si en su país se encuentran en condiciones de afrontar un incremento en la demanda de servicios sociales de este tipo en el mediano plazo.

Reducción de la dependencia demográfica
¿Porqué el Estado impone por ley que todos los trabajadores aporten a algún sistema de pensiones? pues debido a que, de no ser por esta forma de ahorro contractual, la gran mayoría de personas nos encontraríamos en fuerte riesgo de no contar con suficientes recursos para afrontar la vejez. En ese sentido, los sistemas de pensiones son una forma de seguro: por medio del ahorro forzoso, se aligera una carga que posiblemente tendría que ser asumida por el estado o por los familiares jóvenes de las personas mayores. El bono de esta forma, además de fomentar el ingreso de más personas al sistema pensional, brinda un capital rentabilizable hasta que cumplan 65 años (1), lo cual alivia las presiones sobre el estado, y a la vez sobre los descendientes de estas personas.

En conclusión, nos encontramos frente a una medida de política que puede tener muchas más impaciencias de las señaladas. La pregunta que inevitablemente me hago es, cuales de todas estas posibles consecuencias podrían ser verdaderos objetivos de política, y cuales podrían convertirse en meras consecuencias indeseadas. En todo caso, si se dan o no, lo sabremos a futuro. Todas estas conjeturas son hipótesis que podrían ser evaluadas de aquí a unos años de contarse con información adecuada y suficiente.

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(1) Alguien podría decir que los aprox. $500 son poca cosa. Si los rentabilizamos a 10%, en 45 años alcanza la nada despreciable suma de $36,445.24 (Esta es la rentabilidad aproximada que tendría el Bono. Ver la rentabilidad obtenida por el Fondo tipo C entre 1981 y 2005 aquí)

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