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2 may. 2007

La "creatividad" de algunos comunicadores Por Susana Frisancho

A veces me encuentro en los periódicos con artículos pésimos, que sin embargo han encontrado quién sabe cómo su lugar en alguna columna de opinión. El sábado leí uno de Carlos Carlín en Perú 21 que aunque seguramente estaba destinado a hacer reír a mi me hizo renegar, por lo mal escrito que estaba y lo intrascendente y absurdo de lo que decía. Me pregunto cómo consiguen tribuna estos individuos. Pero no me ocupo aquí del artículo de Carlín. Más bien, aprovecho mi fastidio del sábado para decir algo sobre el uso de cierto tipo de ironía en la comunicación, cosa que quería hacer hace tiempo. Por ejemplo, no entiendo en absoluto la intención de este artículo, escrito en el contexto del problema legal de la PUCP en relación a la administración de los bienes de Riva Agüero:

Gracias, Juan Luis

El artículo me parece poco claro y ambiguo, e imposible de descifrar para un grueso sector de la población. Juega con una ironía que –pienso- la gran mayoría de peruanos no entiende, así como tampoco entendieron la ironía que pretendía dar forma al mensaje de la campaña La Perra Habla (si te dicen perra tienen razón… ¿recuerdan?) que este mismo comunicador plantó por todo Lima hace unos años y que mucha gente interpretó de manera literal, según me consta por diversos comentarios oídos en aquella época. Además de que este artículo en particular me parece mal escrito e incluso falaz (¿por qué la inspiración viene de la fe? Eso será para los creyentes…), el punto que quiero sostener aquí es que estos mensajes invertidos (en los que se dice algo para que el lector interprete lo contrario), no funcionan bien con una población como la nuestra, que lamentablemente, como sabemos los psicólogos que nos especializamos en los procesos cognitivos, y como saben también los educadores que conocen el rendimiento nacional en lectura, por ejemplo, tiene grandes dificultades para interpretar mensajes irónicos, entender metáforas o simplemente comprender lo que lee. Sin tener nada personal en contra del autor del artículo, a quien conozco, me sorprende que estos mensajes que no creo sirvan de mucho - más allá de su impacto mediático, como el de la Perra- sean publicados en un periódico. Y uno que se dice serio, además. No quiero sonar paternalista, pero existen muchas investigaciones, avaladas además por la experiencia cotidiana, que nos indican que una mayoría de peruanos lamentablemente no entiende lo que lee.

Recuerdo la experiencia que tuve cuando visitaba a un amigo enfermo en neoplásicas: En el ascensor, mientras subía a su piso, me topé con un poster en el que se veía el rostro de un hombre maduro (como de 50 años o más), de raza negra, y calvo. El poster decía algo así como: ayuda a que un niño con cáncer vuelva a perder el pelo, y pedía dinero a la gente para una colecta. Yo lo interpreté como que al dar dinero se ayudaba a un niño con cáncer –que ya había perdido el pelo por la quimioterapia- a vencer el cáncer, llegar a la adultez, y así volver a peder el pelo, esta vez por causas naturales (la edad). Como me pareció un mensaje altamente complejo, en el mismo ascensor, de subida y bajada, hice mi pequeña “investigación”: les pregunté a los demás a bordo qué quería decir el mensaje, y descubrí que nadie, ni siquiera las 3 enfermeras a las que pregunté, lo interpretaba como yo. Todos me decían que el mensaje quería decir que los niños con cáncer perdían el pelo. No sé si mi interpretación se acerca más a la intención original del que diseñó el poster (quizá no y yo soy la equivocada, si puede usarse este término), pero me parece que las personas a las que pregunté interpretaban literal y parcialmente el mensaje, y que esta interpretación lo empobrecía. A mi modesto entender esta experiencia revela algo acerca de las capacidades lectoras y de pensamiento de mucha gente.

Regreso a mi punto: A los que son o se dicen comunicadores les haría falta conocer un poco más los sistemas cognitivos humanos, antes de mandarse con todo y echar a andar su “creatividad”. Insisto, he leído artículos francamente deplorables, de los que no he oído mayores críticas y a cuyos autores sigo viendo publicar, semana tras semana. Quizá los lectores deberíamos ser más explícitos en señalar que no somos tontos y que nos damos cuenta de la poca calidad de muchas de las cosas que diversos “columnistas” publican. Imagino que en un artículo de opinión vale todo bajo la responsabilidad del autor, pero aun siendo democrática y defensora de la libertad de expresión, creo que los periódicos deberían ser un poco más selectivos con lo que publican.

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