"A este me lo despiden" Por Silvio Rendon
Leo la columna de Aldo Mariátegui en Correo
En el país hay un muy particular estilo de resolver las discrepancias: el de ajustar cuentas con la persona discrepante. Se llama por teléfono o se envía una carta a los empleadores del adversario de ideas y se les pide a éstos que lo sancionen o, mejor aún, que lo despidan. Así de simple. El que discrepa no tiene derecho al trabajo y el que tiene el poder o la influencia los ejerce para dirimir la discrepancia. Estos dos casos no serían para nada privativos de una persona. Recientemente he escuchado de otros casos similares con otros protagonistas. Incluso este tipo de vendetta me ha pasado rozando (hasta el momento). Seguramente, a nadie le sorprende que cosas como estas ocurran en el país ¿O sí?
Incluso me cuentan que este caballero llamó durante su gestión –dicen que tienen el tema registrado– a un ente internacional para pedir que se sancione a un funcionario peruano que laboraba allí únicamente por haber sido crítico de los números de la CVR, dado que Matuk habría recomendado al “experto” gringo Ball, aquel que obtuvo 100 mil muertos para la CVR con un método para... contar anchovetas. Consideran que esa acción de Matuk contra dicho colega fue muy ruin, por decir lo menos, y que eso lo pinta de cuerpo entero.Bueno, esto no sólo pasó con este funcionario peruano, sino con Javier Herrera, funcionario internacional que trabajaba el tema de la pobreza para una agencia francesa. En esencia Herrera discrepaba con Matuk sobre las cifras de la pobreza. Sólo eso. Sin embargo, Herrera fue acusado de haber cometido una grave "falta administrativa" (ver lo escrito por Jürgen Schuldt) que implicó que se tuviera que marchar del país inmediatamente, con lo puesto. Esto motivó un comunicado de protesta de diversos colegas condenando a Matuk.
En el país hay un muy particular estilo de resolver las discrepancias: el de ajustar cuentas con la persona discrepante. Se llama por teléfono o se envía una carta a los empleadores del adversario de ideas y se les pide a éstos que lo sancionen o, mejor aún, que lo despidan. Así de simple. El que discrepa no tiene derecho al trabajo y el que tiene el poder o la influencia los ejerce para dirimir la discrepancia. Estos dos casos no serían para nada privativos de una persona. Recientemente he escuchado de otros casos similares con otros protagonistas. Incluso este tipo de vendetta me ha pasado rozando (hasta el momento). Seguramente, a nadie le sorprende que cosas como estas ocurran en el país ¿O sí?
Etiquetas: Discrepancias, Poder
<< Home