Celebracion de Sonia Yasmina Por Fredy Roncalla
He vuelto a escuchar a Sonia Yasmina gracias a Youtube. La había encontrado en el Cuzco a fines de los ochenta en una tienda al lado del mercado. Desde el comienzo me impresionó su voz dulce y cadenciosa, que acusaba un sutil erotismo, pero mas que nada elegancia en la ejecución de huaynos clásicos como “Amor Herido” o de otros menos conocidos como “Por que soy pobre”. Entró derechito a mi altar de cantantes cuzqueñas favoritas junto a Calandria del Sur y Rosita del Cuzco. Pero había algunos que decían que Sonia era Abanquina piki chaki, y otros de la cálida Quillabamba. No importa, seguía escuchando su estilo suave y cadencioso, precursor en varios lustros de cantantes más recientes como Nancy Manchego o Roxanita Gutiérrez, ambas chingonas. Varios me repetían que era un gran cantante, pero que la cervecita licor amargo estaba acabando con ella, al igual que con Pablucha Venero. Incluso el Emilio Kusiwallpa, poeta potencial de Yucay, andaba amargo con ella. Tuve su casette por mucho tiempo hasta que una de mis incontables carrandangas se lo tragó al olvido y su voz dejó de ser plumaje del ala que solemos desplegar los llaqtas cada vez que cierta música nos transporta a zonas sagradas.
Antes del video y el Youtube el despliegue espiritual a partir de la música solía darse con mucha libertad. Pero la conjunción de la imagen y la música tiene otros patrones y el viaje puede ser limitado. Incluso entorpecido por quienes resuelven una difícil búsqueda visual con efectismo y ayayeros cargosos. Chaymantaqa qepatanam rimanan kachkan. Pero a su vez este en un espacio horizontal en donde las estéticas no hegemónicas pueden aflorar al mismo nivel traslocal que las hegemónicas. Y en donde por fin uno puede ver en la imagen de sus cantantes y músicos queridos, con la yapa de que si no están grabando en la campiña del Chosica, te toca alguna imagen del terruño.
Así que qaynimpa estuve buscando huaynos aymarinos con la esperanza de ver aunque sea un cantito de Chalhuanca. Casi todo me salía de Tintay o de Pachaconas. Y sólo al final un par de cosas de los Amautas y una cancioncita de los Aymarinos, que habían sido un dúo, pero suenan como conjunto.
Al final decidí buscar a Sonia por enésima vez. Escribí su nombre con “Y” y no con la equivocada “J” de siempre. Resulta que en Agosto Ángel Romero, cuyo rango musical y visual incluye música barroca colonial inspirada por los tayta curas, había puesto unas ocho canciones de Sonia Yasmina. Todas ellas una joya.
Por fin pude ver a una señora vestida de blusa blanca y falda y manto rojos cantando con la misma frescura de hace unas décadas. Su voz sigue siendo hermosa y aun transporta. La filmación es sobria y la enfoca con el tranfosndo de Quillabamba, su tierra natal, y algo de Saqsaywaman, en una de las mejores ejecuciones y visualicaciones de “Koka Kintucha”. No hay planos cercanos de su rostro que si acaso muestra rasgos bohemios también trasmite mundo y seguridad de si misma. Como habrá sido ella cuando antes celebraba “cuerpo soltero porque no descanzas/noche a noche pasas mala noche”. Ñañaw! Su elegancia se trasmite en su baile cadencioso y en el movimiento de sus manos que trazan figuras armoniosas en el aire. Pero su voz es la que manda y para ello hay que escucharla:
No solo una pero muchas veces, por que cada vez hay un detalle de su arte que nos llena y hace que desde este rincón del mundo agradezca a Sonia por seguir cantando, a su marco musical por su arreglos chingones y precursores, y a Ángel Romero por acordarse de estos waqchas, cuyos comentarios al pie del video, todos positivos, son harto interesantes. Le reconocen su gran talento pero también lamentan que pudo llegar más lejos de no ser por el licor. En mi humilde opinión, Sonia Yasmina sigue llegando, aunque en la fuga de la “Rotonda” nos haya dicho una y mil veces “me voy para no volver/ ayayay vidita/ hay sabe dios si volveré”.
Antes del video y el Youtube el despliegue espiritual a partir de la música solía darse con mucha libertad. Pero la conjunción de la imagen y la música tiene otros patrones y el viaje puede ser limitado. Incluso entorpecido por quienes resuelven una difícil búsqueda visual con efectismo y ayayeros cargosos. Chaymantaqa qepatanam rimanan kachkan. Pero a su vez este en un espacio horizontal en donde las estéticas no hegemónicas pueden aflorar al mismo nivel traslocal que las hegemónicas. Y en donde por fin uno puede ver en la imagen de sus cantantes y músicos queridos, con la yapa de que si no están grabando en la campiña del Chosica, te toca alguna imagen del terruño.
Así que qaynimpa estuve buscando huaynos aymarinos con la esperanza de ver aunque sea un cantito de Chalhuanca. Casi todo me salía de Tintay o de Pachaconas. Y sólo al final un par de cosas de los Amautas y una cancioncita de los Aymarinos, que habían sido un dúo, pero suenan como conjunto.
Al final decidí buscar a Sonia por enésima vez. Escribí su nombre con “Y” y no con la equivocada “J” de siempre. Resulta que en Agosto Ángel Romero, cuyo rango musical y visual incluye música barroca colonial inspirada por los tayta curas, había puesto unas ocho canciones de Sonia Yasmina. Todas ellas una joya.
Por fin pude ver a una señora vestida de blusa blanca y falda y manto rojos cantando con la misma frescura de hace unas décadas. Su voz sigue siendo hermosa y aun transporta. La filmación es sobria y la enfoca con el tranfosndo de Quillabamba, su tierra natal, y algo de Saqsaywaman, en una de las mejores ejecuciones y visualicaciones de “Koka Kintucha”. No hay planos cercanos de su rostro que si acaso muestra rasgos bohemios también trasmite mundo y seguridad de si misma. Como habrá sido ella cuando antes celebraba “cuerpo soltero porque no descanzas/noche a noche pasas mala noche”. Ñañaw! Su elegancia se trasmite en su baile cadencioso y en el movimiento de sus manos que trazan figuras armoniosas en el aire. Pero su voz es la que manda y para ello hay que escucharla:
No solo una pero muchas veces, por que cada vez hay un detalle de su arte que nos llena y hace que desde este rincón del mundo agradezca a Sonia por seguir cantando, a su marco musical por su arreglos chingones y precursores, y a Ángel Romero por acordarse de estos waqchas, cuyos comentarios al pie del video, todos positivos, son harto interesantes. Le reconocen su gran talento pero también lamentan que pudo llegar más lejos de no ser por el licor. En mi humilde opinión, Sonia Yasmina sigue llegando, aunque en la fuga de la “Rotonda” nos haya dicho una y mil veces “me voy para no volver/ ayayay vidita/ hay sabe dios si volveré”.
Etiquetas: Amor Herido, música peruana, Sonia Yasmina
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