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22 jul. 2008

Alianzas por debajo de la mesa Por Silvio Rendon

Ha pasado más de un año del debate sobre este tema (ver aquí, aquí y aquí). Se vuelve a replantear por el choque entre Del Castillo y los fujimoristas hace algunos días en el congreso y por los posibles reacomodos en el congreso y en el ejecutivo. En este post ofreceré algunos ejemplos de la historia sobre alianzas secretas.

En El APRA y el fujimorismo J.A. Godoy afirma:
Para comenzar, no nos hallamos ante una alianza. La alianza supone un entendimiento programático - por lo menos en el papel - y un vínculo transparente y abierto sobre determinadas acciones de gobierno. Ello fue lo que tuvieron durante cuatro años Perú Posible y el FIM, con los resultados ya por todos conocidos. Así que hablar de la ruptura de una alianza que nunca existió es jugar a la política - ficción.
Para que haya alianza se necesitaría i) un entendimiento programático ii) que sea transparente. Cada uno aporta su propia definición de alianza. Hay una gran confusión y se quiere hacer pasar como "coincidencia" lo que es una alianza escondida. En la historia, y en particular en la historia del Perú, hubo alianzas nada transparentes.

Si se mira sólo arriba de la mesa, no se verá ningún acuerdo, tal vez sólo unos guiños aparentemente sin importancia entre un par de jugadores. Si se mira por debajo de la mesa, uno verá además intercambio de cartas entre dos jugadores que juegan en coordinación. Nada de programas, nada transparente, tramposo sí, pero efectivo. Veamos algunos acuerdos por debajo de la mesa:


  • "Alianza Defensiva Perú-Boliviana". Antes de la guerra del Pacífico fue un secreto a voces en que quien no debía saber de la existencia de tal alianza, Chile, fue el primero en saberlo. El Perú, ensimismado en que nadie sabía de tal alianza, intentó obrar de mediador en el conflicto entre Chile y Bolivia por el impuesto al quintal de salitre. El intento de mediación le costó al Perú la guerra con Chile y la desconfianza de Bolivia, que esperaba que el Perú acuda en su defensa en vez de ponerse de mediador. Bajo la creencia de que nadie se daba cuenta se jugó mal.
  • Alianza Chile-Ecuador. Así también, no se necesita ser muy suspicaz ni que haya una "coincidencia programática" y "transparente" para darse cuenta que nuestros vecinos del sur y del norte tienen una alianza tácita. Sería irresponsable ponerse a buscarle tres pies al gato insistiendo en la negación de esta realidad. Desde luego que las FFAA peruanas lo saben muy bien. Mal harían en pensar que sólo hay "coincidencias".
  • Alianza Chile-Gran Bretaña. Durante la guerra de las Malvinas en tiempo real no se le dijo nada al gran público, aunque se lo supo muy bien. Tanto Chile como Inglaterra se mantuvieron callados. No hubo "entendimiento programático - por lo menos en el papel" ni fue transparente. Décadas después Thatcher lo reconoció públicamente, agradeciendo a Pinochet. No era sólo que había "mutua conveniencia" y "sentido común conservador".
  • Acuerdo Irán-Contras. En 1979 Carter hubiera podido llegar a un acuerdo con Jomeini, pero no lo hizo. Fracasó en liberar a los rehenes americanos de la embajada en Teherán, secuestrados por los estudiantes islamistas. Reagan anunció que él no negociaría sobre los rehenes. Logró la liberación de los mismos. Gran popularidad para él. Después se desvelaría que Reagan sí negoció por debajo de la mesa. Ya, pero la hizo y Carter no. El costo político del acuerdo lo pagó otro.

A veces conviene negociar por lo bajo. Se ganan las ventajas del acuerdo y se evitan los costos en reputación del mismo. Desde luego que el sentido del carácter secreto de estas alianzas es no despertar la oposición de los otros jugadores, que reaccionarían airados, cual jugador de póker que sorprende a dos adversarios pasándose cartas.

Reagan negoció lo que Carter no pudo, porque lo hizo en secreto. De haberlo publicado, habría quedado mal dentro de EEUU, como un hipócrita, pues tal negociación contradecía sus declaraciones públicas. Una firma de una alianza explícita entre Chile y Ecuador despertaría las alarmas en el Perú, como las despertó en Chile la alianza "secreta" del Perú y Bolivia. De haberse publicado la alianza Chile-Gran Bretaña en tiempo real, probablemente a la Argentina no le habría quedado otra opción que ir a la guerra con Chile también. Por más que en la Argentina supieran de la jugada chilena, les convenía pretender que no lo sabían y dejarla por debajo de la mesa. Ni qué hacer...

En cambio, una alianza transparente fue esta:

Alianza APRA-UNO. El APRA tuvo un gran costo político que pagar por su derechización de mediados del siglo pasado. Su alianza con la Unión Nacional Odriísta la pagó cara. El APRA nació como una fuerza renovadora, pero en los sesentas bloqueó cualquier iniciativa de cambio en alianza con las fuerzas odriístas, con las que controlaba el congreso. Así se desacreditó el parlamentarismo en el Perú. García tuvo que hacer un gran esfuerzo en los ochentas para que el APRA diera un giro hacia las izquierdas. Entonces lo logró.

Puede convenir hacer una alianza por lo bajo, sobre todo cuando se hacen alianzas espúreas. Una cosa es derechizarse y otra, más costosa, es además comerse en público el sapo de haber negociado con el fujimorismo. García siempre podrá hacer que otro, como Mantilla, cargue individualmente con ese costo. Por más que se le vea el plumero, a García le conviene guardar las apariencias y negar cualquier relación. Hay pues un gran incentivo a llegar a acuerdos por lo bajo con el fujimorismo. Que la factura por estos acuerdos se pague más tarde es aceptable y más barato que pagarla ahora, en tiempo real.

En realidad, la relación de García con el fujimorimo lleva ya tiempo. Pasa por las negociación de Mantilla con Montesinos. Es muy poco creíble que Mantilla actuara por cuenta propia y no en representación de García. El ex-ministro del interior de García se reintegró del todo al Partido Aprista, prometiendo puestos de trabajo a su militancia. De alguna manera García logró pasar de ser "reo contumaz" bajo el fujimorismo a limpiarse del todo. Posteriormente, con el giro a la derecha después de su elección García absorbe a elementos del fujimorismo en el ejecutivo, coordina acciones a nivel parlamentario y continúa las políticas de Fujimori en diversas áreas. Y encima aquí también volvieron a pillar a Mantilla en contubernios políticos, con foto y todo...

¿Por qué negar la alianza?

El problema está en la definición de partida: "tiene que haber entendimiento programático explícito" (J.A. Godoy), "tiene que haber un toma y daca" (M. Tanaka). Como no ven el entendimiento ni el toma y daca, niegan que hay alianza. Sin embargo, basta que entre dos jugadores surjan jugadas en que no se perjudiquen entre ellos (que no jueguen Nash entre sí) y sí perjudiquen a otros jugadores (que juegen Nash con los otros) para que ya haya una alianza. Si se miraron, se comunicaron, firmaron un documento, lo publicaron, intercambiaron pagos pecuniarios o no pecuniarios, etc., es irrelevante. El tema de fondo es cómo mueven ficha.

Chile no necesitaba saber a ciencia cierta sobre la alianza Perú-Boliviana, ni Argentina necesitaba ver detalles de la coordinación entre Gran Bretaña y Chile, ni el Perú necesita ver documentos de entendimiento entre Chile y Ecuador. Basta ver las acciones que toman y entender las señales de un subjuego entre ellos. El resto es secundario, en el mejor de los casos es un tema de precisión de las señales que se observan, en el peor, un tema anecdótico. El tema de fondo es si el resto de los jugadores, aquellos que no están en la alianza, y en realidad contra quiénes es la alianza, toman medidas para reaccionar ante la coordinación de sus adversarios o se pierden en una discusión de definiciones, creen que no hay alianza y se dejan "almorzar" por los discretos aliados. He ahí el problema de fondo con negar insistentemente lo que constituye una - muy acertada - percepción popular.









Juegos de cartas. Todo jugador tiene que estar alerta en percibir cualquier alianza entre los otros jugadores. No es que otros vayan a establecer un acuerdo explícito transparente. Basta con que dejen la beligerancia usual entre sí (y entren a un subjuego, que podría ser cooperativo) mientras mantienen la beligerancia con otro(s) jugador(es).


Imagen tomada de aquí

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