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13 feb. 2007

El regreso del dependentismo (II) Por Silvio Rendon

Continuación de El regreso del dependentismo (I)

Entrándole al Consenso de Washington

Al final de la década de los ochentas del siglo pasado, quedó muy evidente el fracaso de los gobiernos democráticos latinoamericanos en, ya no hablemos de crecer, sino en estabilizar sus economías. Algunas ideas emblemáticas de la época eran:
  • el déficit fiscal no tiene impacto sobre la inflación. Esto era un mito para muchos economistas latinoamericacos y, por consecuencia, para muchos gobiernos.
  • el gasto público servía para aumentar la demanda efectiva. La composición del mismo era irrelevante. Keynes ilustaría este punto afirmando que prefería construir pirámides a construir ferrocarriles.
  • ningún gobierno de esa época tuvo gran interés en aumentar la presión tributaria.
  • los gobiernos de esa época fueron campeones en los controles de precios, control del tipo de cambio y del comercio exterior, del tipo de interés, pesada regulación.
  • en el caso del Perú, tuvimos un intento de estatización, de la banca.
En fin, este paquete de medidas no funcionó (ver el trabajo de Pastor y Wise). Eso sí. No hubo ningún "consenso populista", ni "consenso de Rio, Buenos Aires o Lima", ni fue el "consenso de Boston" (en homenaje a Lance Taylor cuyos discípulos y seguidores pusieron en práctica este tipo de recomendaciones de política), ni fue el consenso de la la Fundación Friedrich Ebert (que auspició una gran cantidad de trabajos y propuestas económicas heterodoxas).

(En esa época tuvieron gran notoriedad en el Perú las fundaciones de los entonces tres principales partidos políticos oestealemanes: la Friedrich Ebert del SPD, la Friedrich Naumann del FDP y la Konrad Adenauer de la CDU. Todas ellas en competencia e impulsando a sus propias ideas y a su propios políticos afines).

Y sí, esta política económica tuvo un momento de gloria. No fueron sólo presidentes populistas los que hicieron locuras por su cuenta: fue la corriente de pensamiento económico predominante en la época. Dornbusch (que descanse en paz) vino un par de veces al Perú y no fue precisamente opuesto a los planes de Garcia (aunque sí fue muy claro en desmarcarse de éstos una vez que no funcionarion). Las multilaterales (las primeras en aplicar razonamientos keynesianos en sus recomendaciones de política) no fueron tampoco precisamente opuestas a las políticas de los ochentas. Los programas keynesianos de esa época fueron aplicados porque gozaban de consenso y correspondían a una corriente de pensamiento que entonces ganó la batalla de las ideas. Sí, la batalla, pero no la guerra....

Los resultados fueron los que todos conocemos. Hay alternancia no sólo en los gobiernos, sino en las políticas económicas. Si una política no funciona, se pasa a darle oportunidad a alguna otra. Pues en Washington John Williamson organizó una conferencia con diversas instituciones multilaterales, bancos centrales americanos y think tanks. La idea era crear un consenso en cómo debía ser la política económica futura. Así surgió lo que se dio en llamar el "Consenso de Washington", cuyos puntos eran:
  1. Disciplina fiscal
  2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público
  3. Reforma Impositiva
  4. Liberalización de los tipos de interés
  5. Tipo de cambio competitivo
  6. Liberalización del comercio internacional
  7. Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas
  8. Privatización
  9. Desregulación
  10. Derechos de propiedad
Es decir, exactamente lo contrario a lo que se había hecho en los ochentas. Efectivamente, los gobiernos latinoamericanos cambiaron de rumbo y siguieron los cánones establecidos en el consenso de Washington, con los resultados que también todos conocemos...

Llegado a esta punto merece la pena hacer notar algunos detalles. El "Consenso de Washington" en algunos enfoques aparece como algo
  1. externo a la región, como una receta de las multilaterales. (en cambio, el consenso populista previo, aparece como algo autóctono, como una corriente de pensamiento regional)
  2. conspirativo, como algo ordenado por entes opresores (cuando en realidad es una reacción al fracaso del consenso populista previo).
  3. por lo tanto, irracional, dogmático, fundamentalista, no aplicable a nuestras economías (como si el consenso previo no hubiera tenido pecadillo alguno, como no prestar atención a la disciplina fiscal, un tema de sentido común)
Puesto así, pareciera que estamos una vez más ante el imperialismo puro y duro. Ahí está la dominación de siempre: alambicados dictados que vienen de fuera, que restringen nuestro margen de acción y atienden a las conveniencias de nuestros dominadores, traidores locales que los aceptan. ¿No ve? Ahí está el imperialismo pues, imponiendonos políticas económicas lesivas a la soberanía nacional. Es el "Consenso de Washington", una simple conferencia internacional de la cual salió un pinche libro, como sin en los ochentas no hubiéramos tenido en Latinoamérica una gran cantidad de conferencias y propuestas de política económica. Pero claro, detrás de todo esto se creía ver algo así como la "Alianza para el Progreso" de Kennedy, denunciada en Punta del Este por Ernesto Guevara como un parte de un plan de dominación imperialista. Sólo que la "Alianza" vino con inversiones gubernamentales americanas a la Plan Marshall, mientras que en el "Consenso" no hay nada de eso: los países bailan con su pañuelo.

Por la época de la Conferencia de Williamson, al final del gobierno de García, surgieron en el Perú algunas propuestas de estabilización:
  1. el plan Paredes-Sachs, que básicamente sintonizaba con las pautas del "Consenso" (ver el trabajo de Carol Wise al respecto).
  2. el plan Amaru, propuesto por un grupo de profesores de la PUCP, que proponía acelerar la dolarización de todos los precios y una reforma monetaria donde la nueva moneda (el Amaru) quedara anclada al dólar (A Ezequiel Ataucusi, el candidato a la presidencia por los "israelitas" en 1990, le preguntarían cuál era su plan económico para controlar la inflación. "Ah, vamos a hacer una reforma monetaria", contestaría. "La esterlina será la nueva moneda", añadiría. Tal vez mi memoria le hace injusticia a más de uno/a, pero que yo recuerde fue el único candidato a la presidencia que propusiera una reforma monetaria.)
También había un plan llamado el "shock antimopólico", propuesto por un grupo de economistas entonces asociado a la revista "Actualidad Económica", que consistía en una reducción del markup y, por lo tanto, era un ajuste a las ganancias, sin que aumenten los precios ni baje el salario. Algo así. (Entre que no lo acabé de entender cuando me lo explicaron y que se me pierde en la memoria, es lo que puedo decir por ahora... ) En esa época, la estrella de la Ebert ya había caído. Tal vez más dedicados a la unificación alemana, tal vez más resignados a que no la estaban haciendo en Latinoamérica, quién sabe....No se los vio auspiciando un plan de gobierno para el nuevo gobierno, como sí hicieron estruendosamente en 1985.

No es que en 1990 no hubiera opciones en el país. El tema es que el populismo ya se había quemado. No se trataba de estatizar nada. No es coincidencia que el comunismo cayera estrepitosamente en 1989. Tampoco la cosa iba por expandir demanda agregada alguna. Los únicos que tenían algo diferente que decir eran los ortodoxos, no los heterodoxos. Era su momento de gloria. El capitalismo había ganado la guerra fría. En la misma región los sandinistas perdían las elecciones en Nicaragua. ¿A alguien se le podía ocurrir seguir las políticas económicas de los perdedores?

(En el "Pez en el Agua" Mario Vargas Llosa cuenta cómo el embajador americano en el Perú le confirmó lo que se había filtrado a un diario aprista: que el gobierno de los EEUU apoyaba a Fujimori. Vargas Llosa pensaba que los americanos debían apoyarlo naturalmente a él, pero resultó que no.... Años después, Fujimori pensaría que él mismo era, que él era a quien los americanos apoyarían decididamente, y resultaría que no, que los americanos apoyaban a los "caviares" de Transparencia.... Cómo cambian los tiempos, qué te parece, como dirían Los Compadres.....)

Los oídos del gobernante estaban listos para sólo escuchar a ese sector de pensamiento. Así, Fujimori, renegando de su promesa de no-shock, rapidito no más se orientó por seguir por la vía del "Consenso". El paquetazo de Hurtado ("que dios nos ayude") no tuvo gran resistencia de nadie. (En Ecuador, Bucaram quiso hacer lo mismo y la gente salió a las calles). Las izquierdas, todavía fuertes, tenían ministros en el gobierno de Fujimori. Tampoco estaban por la protesta. Digamoslo de la siguiente manera: así como en los ochentas el consenso en el pensamiento económico lo ganó la corriente "heterodoxa" o "populista", en los noventas el consenso lo ganó la corriente "ortodoxa" o "liberal". ¿Por qué atribuir siempre lo que ocurre al voluntarismo del gobernante (García en los ochentas y Fujimori en los noventas)? Cada gobernante echó mano de lo mejorcito que había en su momento. En fin... (sobre las llamadas "reformas estructurales" durante Fujimori,ver el trabajo de Pascó-Font).

Las cosas van por acción y reacción. El populismo fue una reacción a una etapa ortodoxa que no funcionó tampoco. La reacción al populismo pudo sintetizarse en el "Consenso". Y la reacción al "Consenso" no ha quedado claro qué es. Por lo pronto, Joseph Stiglitz nos ofrece diversas críticas al "consenso", tenemos las respuestas de John Williamson o las propuestas de Dani Rodrik de un Consenso de Washington aumentado con:
  • gobierno corporativo,
  • anti-corrupción,
  • mercados de trabajo flexibles,
entre otros. Algunos ajustes al "Consenso", pero el "consenso" al fin...

Me dejo algunas cosas en el tintero para un próximo post. Creo que es importante entender estos cambios de política para no hacernos bolas con teorías conspirativas misias, que lamentablemente han vuelto a ser predominantes en los últimos años.

(Continuará)

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