Ya basta de TopyTop Por Carlos Mejía
Algunos vienen señalando en diferentes espacios y medios, que los procesos de integración económica pueden ser también una herramienta para la defensa de derechos laborales y señalan el ejemplo -ya clásico-, de Topytop. Una reseña rápida para los que no lo recuerdan es esta. Bueno, en diferentes discusiones de trabajo, sobre el caso de TopyTop, he repetido que más que una tendencia, representa una excepción producto de un conjunto de casualidades y coyunturas. La idea que subyace es que los trabajadores que laboran en los sectores más articulados a la economía internacional dispondrán de nuevas herramientas para la defensa y ejercicio de sus derechos laborales y sindicales.
Veamos algunos casos: agroexportación, minería y comercio de supermercados. Buena parte del tema de la integración de nuestra economía al marco de la globalización neoliberal pasa por estos sectores económicos. En ellos aparecen sectores empresariales trasnacionales, modernos, articulados a lo más avanzado de los negocios y la tecnología. Su discurso habla de modernidad, libre comercio, globalización. Uno podría esperar entonces, una práctica más o menos coherente con dichos conceptos y valores en el desarrollo de las relaciones laborales.
Pero no. Curiosa paradoja. Los empresarios más modernos fuera de la empresa, son los más medievales en la propia empresa. Tanto en las condiciones de trabajo ofrecidas (sobretiempos impagos, contratos verbales que no se respetan, jornales no pagados, etc.) como en reconocimiento y respeto de derechos constitucionales (organizar un sindicato es una tarea clandestina y peligrosa en el Perú).
En la agroexportación, sólo un ejemplo. Lo que se describe en el post de Silvio aquí es similar a lo que ocurre en el Valle de Virú y Chao, donde la empresa CAMPOSOL acaba de despedir intempestivamente a más de 600 trabajadores como represalia por la formación de un sindicato y la presentación de un pliego de reclamos. Cosas similares pueden verse en la minería con los trabajadores subcontratados y en el comercio de los grandes almacenes y supermercados con jornadas de más de 8 horas impagas.
Los sectores que según algunos deberían ser las vanguardias económicas del desarrollo, terminan como los mismos enclaves de siempre, aprovechando las bondades del capitalismo y desconociendo las obligaciones del mismo. Peor aún, la paradoja de empresarios modernos y empresas medievales es la manera que los empresarios asumen como la clave de éxito en el mundo globalizado. ¿No será que el capitalismo en nuestra sociedad sigue siendo incapaz de desarrollar una cultura realmente “burguesa”?. Hay una aduana de tiempo en la puerta de Camposol, Casapalca, Plaza Vea entre otros, que mantiene a los trabajadores en distintos momentos del siglo XIX y frente a ello, las cláusulas sociales y códigos de conducta poco pueden hacer desde la lejanía del siglo XXI.
En el mundo sindical, cuando una cosa funciona (que pocas veces ocurre), tratas de replicarla en otras situaciones. Se crea una regla, un procedimiento, una estrategia. En el caso de Topytop, lamentablemente no ha ocurrido así. Luego del acuerdo tan conocido, y cuando ya los extranjeros habían partido, se reanudo la política antisindical. Más aún, acabo de enterarme que ayer han sido despedidos más de cien trabajadores de una subsidiaria de esta empresa como represalia por…. si, lo de siempre, formar un sindicato.
Veamos algunos casos: agroexportación, minería y comercio de supermercados. Buena parte del tema de la integración de nuestra economía al marco de la globalización neoliberal pasa por estos sectores económicos. En ellos aparecen sectores empresariales trasnacionales, modernos, articulados a lo más avanzado de los negocios y la tecnología. Su discurso habla de modernidad, libre comercio, globalización. Uno podría esperar entonces, una práctica más o menos coherente con dichos conceptos y valores en el desarrollo de las relaciones laborales.
Pero no. Curiosa paradoja. Los empresarios más modernos fuera de la empresa, son los más medievales en la propia empresa. Tanto en las condiciones de trabajo ofrecidas (sobretiempos impagos, contratos verbales que no se respetan, jornales no pagados, etc.) como en reconocimiento y respeto de derechos constitucionales (organizar un sindicato es una tarea clandestina y peligrosa en el Perú).
En la agroexportación, sólo un ejemplo. Lo que se describe en el post de Silvio aquí es similar a lo que ocurre en el Valle de Virú y Chao, donde la empresa CAMPOSOL acaba de despedir intempestivamente a más de 600 trabajadores como represalia por la formación de un sindicato y la presentación de un pliego de reclamos. Cosas similares pueden verse en la minería con los trabajadores subcontratados y en el comercio de los grandes almacenes y supermercados con jornadas de más de 8 horas impagas.
Los sectores que según algunos deberían ser las vanguardias económicas del desarrollo, terminan como los mismos enclaves de siempre, aprovechando las bondades del capitalismo y desconociendo las obligaciones del mismo. Peor aún, la paradoja de empresarios modernos y empresas medievales es la manera que los empresarios asumen como la clave de éxito en el mundo globalizado. ¿No será que el capitalismo en nuestra sociedad sigue siendo incapaz de desarrollar una cultura realmente “burguesa”?. Hay una aduana de tiempo en la puerta de Camposol, Casapalca, Plaza Vea entre otros, que mantiene a los trabajadores en distintos momentos del siglo XIX y frente a ello, las cláusulas sociales y códigos de conducta poco pueden hacer desde la lejanía del siglo XXI.
En el mundo sindical, cuando una cosa funciona (que pocas veces ocurre), tratas de replicarla en otras situaciones. Se crea una regla, un procedimiento, una estrategia. En el caso de Topytop, lamentablemente no ha ocurrido así. Luego del acuerdo tan conocido, y cuando ya los extranjeros habían partido, se reanudo la política antisindical. Más aún, acabo de enterarme que ayer han sido despedidos más de cien trabajadores de una subsidiaria de esta empresa como represalia por…. si, lo de siempre, formar un sindicato.
Etiquetas: agroexportación, comercio, Minería, sindicalismo
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