Fidel Castro aparte Por Silvio Rendon
EEUU renunció hace buen tiempo a la invasión a Cuba. Intervino en otros países, pero no en Cuba. Ya van ser dos décadas de la caída del muro de Berlín. No hay Unión Soviética con misiles nucleares y precios especiales apoyando a Cuba. No hay intervención alguna. Algunos pueden pensar que es por la capacidad militar cubana, con personal entrenado en diversas guerras. Tiendo a creer que la estrategia americana ha sido la de no intervenir militarmente en Cuba, mantener sí el embargo, y dejar que la dictadura castrista muera por sus propias contradicciones. En alguna época algunas covert action de la CIA para matar a Castro, pero ningún intento como el de Bahía de Cochinos. Ahora, ni eso. En lo que están es, como diría el vals, en "Que sufra mucho pero que nunca muera".
¿Qué contradicciones internas pueden ser esas? Lo hablaba alguna vez con un amigo cubano, exrevolucionario, emigrado a Miami vía Lima. Me comentaba que quienes darían el golpe a Castro serían sus propios allegados. La gente asiente a lo que diga el dictador, pero en privado piensa otra cosa. Muchos de estos funcionarios comparten la problemática del pueblo cubano, particularmente dura durante el "periodo especial" en los noventas, comparten sus frustraciones y sus esperanzas, pero además tienen poder, información, manejo. Alguien en una posición intermedia la comienza, con un cuestionamiento aparentemente atendible por el discurso oficial. El tema es que la cosa no se queda allí, pues comienza una reacción en cadena, que en mi opinión se dirigiría a paso seguro al capitalismo. Miremos lo que pasó en Europa del Este. Ni bien se abrió una fisura en los gobiernos comunistas, cayeron uno tras otro como un castillo de naipes. No fueron Rudolf Bahro, Robert Havemann ni Wolf Biermann, izquierdistas alemanes críticos con el régimen comunista, los que acabaron dirigiendo Alemania del Este. Este país, como toda la región se fue derechito al capitalismo puro y duro.
Muchos no quieren ver a una Cuba postcastrista convertida en un segundo Puerto Rico. Sería un gran golpe al nacionalismo latinoamericano como para el socialismo (y nacionalismo) español. El tema es que Cuba no aguanta más con políticas de estancamiento y pobreza. Tiene que pasar a otra cosa.
La economía cubana bajo Castro no salió del tan vituperado "modelo primerio-exportador". No se industrializó. Carlos Rafael Rodríguez propuso en los sesentas financiar la industrialización en base a las exportaciones azucareras al bloque soviético. En su época fue el único debate que le ganó a Ernesto Guevara, quien era el voluntarismo económico en persona (sosteniendo que eran los comunistas incentivos espirituales los que debían sustituir a los capitalistas incentivos materiales). Sin embargo, Cuba, en su economía internacional restringida al bloque soviético, participó siempre exportando materias primas. Cuando se le cerraron los mercados por la caída del muro, y desde antes la anticiparon, vino el turismo. Y no faltaron los socios comerciales. Canadá y España pueden haber aprovechado del embargo americano para entrarle al negocio del turismo, una mina de oro para algunos, que no "chorrea" para el pueblo cubano (Bueno, estos son los problemas usuales de una economía en desarrollo de hoy en día).
Pero si de turismo se trata, ¿por qué no el turismo americano? Los socios de Cuba, Canadá, España, México, le entran al turismo americano. Algún esquema se tendrá que encontrar para cerrar temas como las propiedades expropiadas por Castro. En Europa del Este algún esquema, imperfecto siempre, encontraron. Cuba, con sus 11 millones y medio de personas, puede encontrar una integración económica ventajosa, con mejoras sustanciales en la calidad de vida para su población. Posibilidades no faltan (ver Etanol revolucionario).
Kissinger a comienzos de los setentas le propuso a Castro un esquema de cooperación (como se lo propuso a Mao, quien sí aceptó, y fue la base para la posterior política de apertura de China). La respuesta de Castro fue un rotundo rechazo e intervenir en la guerra de Angola. Y Castro lo diria muchas veces: "Cuba tiene una gran reputación en el mundo por su posición de enfrentamiento al imperialismo yanqui". Pero esa reputación en algunos ambientes no ayuda a que la población viva mejor. Y peor aún: todo fue un despilfarro. Cuba invirtió una gran cantidad de recursos en "crear, dos, tres Vietnams", las guerrillas latinoamericanas y las guerras africanas, distrayendo al "imperialismo" en diversos escenarios, pero también distrayendo los recursos que bien hubieran podido servir para mejorar el bienestar de los cubanos. Una inversión que se hundió en el mar (1)
Hace rato, si Castro lo hubiera permitido, Cuba habría podido tener un esquema de integración económica con EEUU tipo China o Vietnam. Claro, esta vía obligaría a dar ciertos pasos y a reconocer las inocultables realidades (2). Podrían dar los pasos para finalizar el embargo y abrir la economía cubana a la integración con la economía de su vecino. Podrían acabar con la estigmatización de los exilados cubanos (aunque buenos para enviar remesas a Cuba) y hacerlos parte de una nueva economía cubana (3). Podrían abrir el país a elecciones libres y que todos puedan expresarse y fluir libremente fuera del país. Podrían liberar a los presos políticos que tienen. Podrían abolir el sistema monetario dual que tienen, donde hay una moneda para los cubanos y otra moneda para los extranjeros.
La identidad cubana es fuerte, ha sobrevidido en el exilio. El sentimiento de libertad ha sobrevivido en Cuba. Ambos sobrevivirán en una Cuba libre, sin Fidel Castro y sus todavía seguidores.
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(1) Gorbachov alguna vez diría que lo lógico para Cuba era aprovechar las ventajas de su región e integrarse económicamente con su vecino. Castro reaccionó diciendo que prefería que Cuba se hundiera en el mar a ver a Cuba regresando al sistema capitalista. Sin mucho análisis político, sólo por esa frase, el rey Salomón, para quien la verdadera madre era la que salva la vida del hijo, le hubiera negado a Castro cualquier legitimidad. Y lo peor es que con Castro Cuba efectivamente ya se ha venido hundiendo en el mar.
(2) Castro, en cambio, una vez más insistió, y se lanzó a recomponer el esquema de integración económica brezhneviano, con la Venezuela de Chávez actuando a manera de una "mini-Unión Soviética", con su Irán de Ahmadineyad más. Es evidente que dada su visión de las cosas Castro necesita formar parte de algún tipo de alianza. La "reputación" de Cuba de la que hablaba Castro es la que está en juego. Y por supuesto su ubicación. A las ambiciones nucleares de los mulás iraníes no les vendría mal tener su rampita en Cuba. Ni el "pacífico" Jrushov, tan vapuleado por Mao por la "coexistencia pacífica", pudo resistirse a la tentación del "gol de auchero": poner misiles nucleares apuntando a EEUU en Cuba (ver El Perú ante Chávez (actualizado)). Sí, pues. Todo muy geopolítico, pero el bienestar de los cubanos no pasa por ahí.
(3) La imagen creada por la propaganda oficial (¡mamita, los "gusanos"!) no corresponde a la experiencia de las últimas dos décadas de economías en transición. Si algo se ha visto en las economías postcomunistas de Europa del Este (y en China y en Vietnam) es que los primeros capitalistas no acaban siendo los antiguos expropiados por el régimen o los exilados, sino los propios exdirigentes comunistas. Incentivo adicional para que los dirigentes intermedios la vean desde ya y se apunten a la transición cubana.
¿Qué contradicciones internas pueden ser esas? Lo hablaba alguna vez con un amigo cubano, exrevolucionario, emigrado a Miami vía Lima. Me comentaba que quienes darían el golpe a Castro serían sus propios allegados. La gente asiente a lo que diga el dictador, pero en privado piensa otra cosa. Muchos de estos funcionarios comparten la problemática del pueblo cubano, particularmente dura durante el "periodo especial" en los noventas, comparten sus frustraciones y sus esperanzas, pero además tienen poder, información, manejo. Alguien en una posición intermedia la comienza, con un cuestionamiento aparentemente atendible por el discurso oficial. El tema es que la cosa no se queda allí, pues comienza una reacción en cadena, que en mi opinión se dirigiría a paso seguro al capitalismo. Miremos lo que pasó en Europa del Este. Ni bien se abrió una fisura en los gobiernos comunistas, cayeron uno tras otro como un castillo de naipes. No fueron Rudolf Bahro, Robert Havemann ni Wolf Biermann, izquierdistas alemanes críticos con el régimen comunista, los que acabaron dirigiendo Alemania del Este. Este país, como toda la región se fue derechito al capitalismo puro y duro.
Muchos no quieren ver a una Cuba postcastrista convertida en un segundo Puerto Rico. Sería un gran golpe al nacionalismo latinoamericano como para el socialismo (y nacionalismo) español. El tema es que Cuba no aguanta más con políticas de estancamiento y pobreza. Tiene que pasar a otra cosa.
La economía cubana bajo Castro no salió del tan vituperado "modelo primerio-exportador". No se industrializó. Carlos Rafael Rodríguez propuso en los sesentas financiar la industrialización en base a las exportaciones azucareras al bloque soviético. En su época fue el único debate que le ganó a Ernesto Guevara, quien era el voluntarismo económico en persona (sosteniendo que eran los comunistas incentivos espirituales los que debían sustituir a los capitalistas incentivos materiales). Sin embargo, Cuba, en su economía internacional restringida al bloque soviético, participó siempre exportando materias primas. Cuando se le cerraron los mercados por la caída del muro, y desde antes la anticiparon, vino el turismo. Y no faltaron los socios comerciales. Canadá y España pueden haber aprovechado del embargo americano para entrarle al negocio del turismo, una mina de oro para algunos, que no "chorrea" para el pueblo cubano (Bueno, estos son los problemas usuales de una economía en desarrollo de hoy en día).
Pero si de turismo se trata, ¿por qué no el turismo americano? Los socios de Cuba, Canadá, España, México, le entran al turismo americano. Algún esquema se tendrá que encontrar para cerrar temas como las propiedades expropiadas por Castro. En Europa del Este algún esquema, imperfecto siempre, encontraron. Cuba, con sus 11 millones y medio de personas, puede encontrar una integración económica ventajosa, con mejoras sustanciales en la calidad de vida para su población. Posibilidades no faltan (ver Etanol revolucionario).
Kissinger a comienzos de los setentas le propuso a Castro un esquema de cooperación (como se lo propuso a Mao, quien sí aceptó, y fue la base para la posterior política de apertura de China). La respuesta de Castro fue un rotundo rechazo e intervenir en la guerra de Angola. Y Castro lo diria muchas veces: "Cuba tiene una gran reputación en el mundo por su posición de enfrentamiento al imperialismo yanqui". Pero esa reputación en algunos ambientes no ayuda a que la población viva mejor. Y peor aún: todo fue un despilfarro. Cuba invirtió una gran cantidad de recursos en "crear, dos, tres Vietnams", las guerrillas latinoamericanas y las guerras africanas, distrayendo al "imperialismo" en diversos escenarios, pero también distrayendo los recursos que bien hubieran podido servir para mejorar el bienestar de los cubanos. Una inversión que se hundió en el mar (1)
Hace rato, si Castro lo hubiera permitido, Cuba habría podido tener un esquema de integración económica con EEUU tipo China o Vietnam. Claro, esta vía obligaría a dar ciertos pasos y a reconocer las inocultables realidades (2). Podrían dar los pasos para finalizar el embargo y abrir la economía cubana a la integración con la economía de su vecino. Podrían acabar con la estigmatización de los exilados cubanos (aunque buenos para enviar remesas a Cuba) y hacerlos parte de una nueva economía cubana (3). Podrían abrir el país a elecciones libres y que todos puedan expresarse y fluir libremente fuera del país. Podrían liberar a los presos políticos que tienen. Podrían abolir el sistema monetario dual que tienen, donde hay una moneda para los cubanos y otra moneda para los extranjeros.
La identidad cubana es fuerte, ha sobrevidido en el exilio. El sentimiento de libertad ha sobrevivido en Cuba. Ambos sobrevivirán en una Cuba libre, sin Fidel Castro y sus todavía seguidores.
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(1) Gorbachov alguna vez diría que lo lógico para Cuba era aprovechar las ventajas de su región e integrarse económicamente con su vecino. Castro reaccionó diciendo que prefería que Cuba se hundiera en el mar a ver a Cuba regresando al sistema capitalista. Sin mucho análisis político, sólo por esa frase, el rey Salomón, para quien la verdadera madre era la que salva la vida del hijo, le hubiera negado a Castro cualquier legitimidad. Y lo peor es que con Castro Cuba efectivamente ya se ha venido hundiendo en el mar.
(2) Castro, en cambio, una vez más insistió, y se lanzó a recomponer el esquema de integración económica brezhneviano, con la Venezuela de Chávez actuando a manera de una "mini-Unión Soviética", con su Irán de Ahmadineyad más. Es evidente que dada su visión de las cosas Castro necesita formar parte de algún tipo de alianza. La "reputación" de Cuba de la que hablaba Castro es la que está en juego. Y por supuesto su ubicación. A las ambiciones nucleares de los mulás iraníes no les vendría mal tener su rampita en Cuba. Ni el "pacífico" Jrushov, tan vapuleado por Mao por la "coexistencia pacífica", pudo resistirse a la tentación del "gol de auchero": poner misiles nucleares apuntando a EEUU en Cuba (ver El Perú ante Chávez (actualizado)). Sí, pues. Todo muy geopolítico, pero el bienestar de los cubanos no pasa por ahí.
(3) La imagen creada por la propaganda oficial (¡mamita, los "gusanos"!) no corresponde a la experiencia de las últimas dos décadas de economías en transición. Si algo se ha visto en las economías postcomunistas de Europa del Este (y en China y en Vietnam) es que los primeros capitalistas no acaban siendo los antiguos expropiados por el régimen o los exilados, sino los propios exdirigentes comunistas. Incentivo adicional para que los dirigentes intermedios la vean desde ya y se apunten a la transición cubana.
Etiquetas: Che Guevara, Cuba, Fidel Castro
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