Afrikan Musik, Afrikan Politik Por Saki Bigio
Los innumerables movimientos de reivindicación de grupos etnicos que caracterizan los pasados 150 años tienen el componente común de la autodeterminación política (vascos, sionistas, armenios entre otros son ejemplos). Hay uno de estos que a mí me llama la atención en particular: el movimiento mundial de reivindicación de la raza negra.
Este movimiento es sui generis no solo porque comprende a una raza entera sino por la complejidad de los conceptos políticos, mezcolanza de creencias religiosas y por la profunda influencia de alguno que otro tirano del momento ejerce sobre ellos. A mi me fascina en particular, enterarme de cómo se desarrollan dos géneros musicales en torno a dos ramas del movimiento. Ramas que en el fondo buscan la merecida reivindicación de una raza esclavizada y sometida por siglos pero que en es su exterior esconden los objetivos políticos de alguna figura despótica africana del momento.
Fela Kuti y Bob Marley son las figuras perennes y populares del Afrobeat y el Reggae respectivamente. Detrás de ellos, encontramos las sombras de Kwame Nkrumah y Haile Selassie, dictadores de Ghana y Etiopia respectivamente.
Fela Kuti, no tan conocido como Marley, es el hijo de una líder política Nigeriana. Es mandado con sus hermanos a estudiar medicina a Londres pero termina por estudiar música. Kuti, introduce ritmos netamente africanos al Jazz y se convierte en una figura mundial de la música así como un importante líder político en Nigeria. Su concepto de regreso a las raíces es la versión musical de Pan Africanismo predicado por Nkrumah. Nkrumah, por su parte, un académico con influencia marxista educado en EE.UU. se convierte en el primer presidente de Ghana tras dirigir el camino a la independencia. Posteriormente conducirá al país a la ruina económica. En 1966 se declara presidente de por vida y le otorga el monopolio político a su partido. Nkrumah es popular entre los artistas africanos pues también escribe distintos volúmenes sobre la unión de África bajo una misma bandera. Las ideas subversivas de Nkrumah tienen un correlato en los títulos de Fela, uno de mis músicos preferidos.
En el caso de Marley, la influencia de Selassie es aun más marcada. Este último se declara descendiente del Rey Salomón y la reina de Saba como medio para justificar la toma del poder en la etiopia de posguerra. El tirano, desarrolla toda una mitología en torno a si mismo con un fuerte carácter bíblico. Entre otras cosas, también pregona la unión de los estados africanos y la raza negra en un continente imperio como medio para justificar sus políticas expansionistas en África Oriental. El periodista pólaco Ryszard Kapuscinski en “Ebano” o “El Emperador” relata los excesos del emperador y como esta farsa se hace popular en América pues entona con las ideas de Marcus Garvey, un endiosado líder afro americano de Harlem quien es, a su vez, muy popular entre la población negra de Jamaica así como una de las figuras que inspiran las ideas Nkrumah. Este es el nexo entre el antigua testamento, y el rastafarismo.
Así pues, el rastafarismo, la religión de Bob Marley, Peter Tosh o Burning Spear entre otras figuras del reggae se sostiene bajo la creencia de que la gente de raza negra es el otrora pueblo de Judah, el verdadero Israel del antiguo testamento. El hombre blanco, con su sistema político económico es la Babilonia que mantiene en exilio de Zion. Los “dreadlocks”, las largas trenzas utilizadas por los rastafarians son el símbolo de la defensa del pueblo africano ante babilonia. Su origen es el barro con el que se bañaban los soldados etíopes antes de enfrentar al ejército Mussolini. Recordemos que antes de la corta invasión italiana etiopia era un estado independiente por casi 2000 mil años. Entre las sediciosas letras de los clásicos del reggae pues, encontramos innumerables imágenes referencias bíblicas y apologías al régimen del “Mesías” Selassie.
Me pregunto si al menos Chávez o Fidel, con sus ideas de unión latinoamericana en contra del enemigo del norte son inspiración para la salsa o el merengue respectivamente. Tal vez Silvio Rodríguez es el Bob Marley de la trova. Por ahí que Wilfredo Vargas, con su éxito latino “Con la Plata Baila el Mono” hace una apología al régimen bolivariano.
Este movimiento es sui generis no solo porque comprende a una raza entera sino por la complejidad de los conceptos políticos, mezcolanza de creencias religiosas y por la profunda influencia de alguno que otro tirano del momento ejerce sobre ellos. A mi me fascina en particular, enterarme de cómo se desarrollan dos géneros musicales en torno a dos ramas del movimiento. Ramas que en el fondo buscan la merecida reivindicación de una raza esclavizada y sometida por siglos pero que en es su exterior esconden los objetivos políticos de alguna figura despótica africana del momento.
Fela Kuti y Bob Marley son las figuras perennes y populares del Afrobeat y el Reggae respectivamente. Detrás de ellos, encontramos las sombras de Kwame Nkrumah y Haile Selassie, dictadores de Ghana y Etiopia respectivamente.
Fela Kuti, no tan conocido como Marley, es el hijo de una líder política Nigeriana. Es mandado con sus hermanos a estudiar medicina a Londres pero termina por estudiar música. Kuti, introduce ritmos netamente africanos al Jazz y se convierte en una figura mundial de la música así como un importante líder político en Nigeria. Su concepto de regreso a las raíces es la versión musical de Pan Africanismo predicado por Nkrumah. Nkrumah, por su parte, un académico con influencia marxista educado en EE.UU. se convierte en el primer presidente de Ghana tras dirigir el camino a la independencia. Posteriormente conducirá al país a la ruina económica. En 1966 se declara presidente de por vida y le otorga el monopolio político a su partido. Nkrumah es popular entre los artistas africanos pues también escribe distintos volúmenes sobre la unión de África bajo una misma bandera. Las ideas subversivas de Nkrumah tienen un correlato en los títulos de Fela, uno de mis músicos preferidos.
En el caso de Marley, la influencia de Selassie es aun más marcada. Este último se declara descendiente del Rey Salomón y la reina de Saba como medio para justificar la toma del poder en la etiopia de posguerra. El tirano, desarrolla toda una mitología en torno a si mismo con un fuerte carácter bíblico. Entre otras cosas, también pregona la unión de los estados africanos y la raza negra en un continente imperio como medio para justificar sus políticas expansionistas en África Oriental. El periodista pólaco Ryszard Kapuscinski en “Ebano” o “El Emperador” relata los excesos del emperador y como esta farsa se hace popular en América pues entona con las ideas de Marcus Garvey, un endiosado líder afro americano de Harlem quien es, a su vez, muy popular entre la población negra de Jamaica así como una de las figuras que inspiran las ideas Nkrumah. Este es el nexo entre el antigua testamento, y el rastafarismo.
Así pues, el rastafarismo, la religión de Bob Marley, Peter Tosh o Burning Spear entre otras figuras del reggae se sostiene bajo la creencia de que la gente de raza negra es el otrora pueblo de Judah, el verdadero Israel del antiguo testamento. El hombre blanco, con su sistema político económico es la Babilonia que mantiene en exilio de Zion. Los “dreadlocks”, las largas trenzas utilizadas por los rastafarians son el símbolo de la defensa del pueblo africano ante babilonia. Su origen es el barro con el que se bañaban los soldados etíopes antes de enfrentar al ejército Mussolini. Recordemos que antes de la corta invasión italiana etiopia era un estado independiente por casi 2000 mil años. Entre las sediciosas letras de los clásicos del reggae pues, encontramos innumerables imágenes referencias bíblicas y apologías al régimen del “Mesías” Selassie.
Me pregunto si al menos Chávez o Fidel, con sus ideas de unión latinoamericana en contra del enemigo del norte son inspiración para la salsa o el merengue respectivamente. Tal vez Silvio Rodríguez es el Bob Marley de la trova. Por ahí que Wilfredo Vargas, con su éxito latino “Con la Plata Baila el Mono” hace una apología al régimen bolivariano.
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