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28 feb. 2007

El rol del estado en la reducción de la pobreza (II) Por Silvio Rendon

En relación a El rol del estado en la reducción de la pobreza, he buscado la fuente de la referencia al profesor Javier Iguiñiz, pero sólo he encontrado esto en ¿Cómo reducir la pobreza?: contabilidad, economía y política:
Por eso, es necesario que antes de hablar de una redistribución desde el Estado, se piense en la distribución primaria, esto es, la que ocurre como resultado directo de la actividad productiva privada. Para ello es necesario que por lo menos el aumento de productividad corresponda con el de las remuneraciones, algo que ahora no ocurre. No vemos otras posibilidades para que así ocurra que la vigencia efectiva de un Pacto Laboral o, que lo que podríamos llamar “privatización de la demanda social” -una legislación que no impida como ahora el recurso a la huelga sindical- hiciera el trabajo distributivo. Que las empresas que pueden pagar más a sus asalariados, paguen. ¿Cuál es esa capacidad de pago? Eso sólo se sabe en un pacto en circunstancias cíclicas promedio y en el forcejeo propio de la negociación colectiva.
Veamoslo también en Javier Iguíñiz: “A la economía le va bien si a la gente le va bien”:
"las mejoras se han conseguido con un esfuerzo muy grande, con el sobretiempo laboral, la fragilidad de las condiciones de trabajo, los maltratos."
...
–¿Le parece que el gobierno maneja una política seria para solucionar problemas estructurales?
Hasta el momento no hemos escuchado ningún planteamiento fuera del que pone el acento en la exportación. Creo que no existe una propuesta integral, en el sentido de que está dejando de lado la expansión del mercado interno y el estímulo a la inversión como asuntos residuales, frente a la exportación de recursos naturales. Falta una propuesta que incluya a toda la población económicamente activa.
...
–¿Estamos dependiendo demasiado de la inversión extranjera?
Es bueno que haya, hay que incentivarla, pero en simultáneo el reto de un gobierno nacional es conectar los beneficios de esa inversión con el proceso económico interno. Y ese es el trabajo que no se aprecia. Hay algunas señales, sin embargo. La ministra de Trabajo, Susana Pinilla, acaba de declarar algo elemental pero importantísimo: mejores remuneraciones en el mundo de los asalariados formales favorece la demanda para el mundo de las pequeñas y micro empresas y de los productores agrarios. Parecería que en el Ejecutivo ya estarían percatándose de esa conexión, tan fundamental.

–La situación laboral aún es dura.
Mucho, y en las empresas se está tratando de postergar lo más posible las mejoras en las condiciones salariales.

–¿Y no es posible que el crecimiento favorezca la creación de empleo decente?
Tarde o temprano, irá haciéndolo. Lo que pasa es que con las características del crecimiento, el proceso va a ser muy lento, mucho más de lo que debería dadas las condiciones excepcionales de la economía, y muy parcial, quizás demasiado.

–Pobreza. ¿Es posible reducirla en 9 puntos, como ha sugerido el gobierno?
Es posible, pero con políticas adicionales a las que ya se han puesto en marcha, como las relacionadas con el régimen laboral. Mientras la legislación no exija a los empresarios compartir más rápidamente los beneficios del aumento de la productividad, las posibilidades de reducción de la pobreza se achican.

...

El TLC no es la pieza clave que definirá nuestro crecimiento para los próximos 15 a 20 años. Es más bien un elemento marginal, porque las expectativas de expansión de las exportaciones dependen solamente en una pequeña proporción de la apertura del mercado norteamericano. A mi juicio, el TLC tiene un problema principal: toma muy poco en cuenta sus posibles negativos efectos sobre sectores de la población que ya son pobres.
Según el colega la política de exportaciones y de inversión extranjera no es que esté mal, sino que no es suficiente para reducir la pobreza. Esta política trae crecimiento, pero este crecimiento no reduce sustancialmente la pobreza. Es una vía muy lenta. Habría una vía rápida que al parecer sería el aumento de salarios (directamente por el gobierno o mejorando la posición negociadora de los trabajadores mediante la huelga) que aumenta la demanda a las pequeñas empresas y a los productores agrarios. De esta manera se conectaría "los beneficios de esa inversión con el proceso económico interno" y se compartiría "más rápidamente los beneficios del aumento de productividad".

Comentario: Veamos:
  1. La posición negociadora de los trabajadores no es fuerte por su debilidad numérica y organizativa. Esta posición mejoró en el país por la acción del gobierno de Velasco. La ola de sindicalización de los sesentas fue importante pero no tuvo el poder suficiente para la consolidación de derechos que se vio en los setentas. A principios de los ochentas el sindicalismo se desmovilizó fuertemente y siguió desmovilizado. Con García vino el voluntarismo de las políticas de aumento demanda mediante salarios controlados, precios controlados, empleo temporal, entusiasmo fiscal y monetario, etc. Un fracaso rotundo. Desde 1990 el Perú lleva una continuidad en aplicación de políticas ortodoxas de 17 años. Estas políticas han funcionado en términos de crecimiento y recuperación macroeconómica, pero no han sido suficientes para reducir la pobreza a niveles bajos. La pregunta es si otra política sí podría hacerlo.
  2. El gobierno podría ciertamente intervenir y reforzar la posición negociadora de los trabajadores, como se hizo durante Velasco, o poner en práctica políticas de aumento de demanda agregada, como las de García en su primer gobierno. ¿Qué podría ocurrir? Pues una cierta reactivación por algún tiempo, pero que no sería sostenible. Esta vía sería rápida, sí, pero de corta duración. La demanda por los productos agrarios y de las microempresarías aumentaría alguito, pero ¿tanto como para reducir sustancialmente la pobreza? Ya se hizo y nos dimos cuenta que no. No es que con esto se conectan los beneficios de la inversión con el proceso económico interno. Además, este tipo de medidas suele tener un efecto no positivo en el empleo formal, especialmente a nivel de pequeñas y microempresas. Con una importante sobreoferta de mano de obra es difícil que los salarios vayan a subir sustancialmente. En tal sentido, si algo aumenta los salarios y mejora la capacidad negociadora de los trabajadores es la emigración, que aligera la presión a la baja de los salarios. La fuerza de la emigración posiblemente se sienta relativante más sobre los trabajos más calificados, pero es una fuerza de mercado potencialmente más poderosa que la intervención gubernamental.
  3. Veamoslo así ¿cómo se beneficia más y más rápido un campesino pobre? ¿con aumento de salarios en las ciudades o con inversión en infraestructura, educación y salud en su lugar de residencia? El gran tema en el país ha sido que la intervención pública ponga infraestructura y posteriormente los agentes privados desplieguen su iniciativa. Si la inversión pública es sustancial y es eficiente, la reducción de la pobreza no tiene por qué ser pequeña. En estos momentos no estamos ante una demanda agregada caída. No es una economía en depresión que tenga que ser reactivada. La cosa va por el lado de la oferta.
  4. Efectivamente, encajonar el tema de la pobreza a una sección del gobierno que se encargue de la "compensación social" no tiene mucha efectividad. Por grande en términos relativos que sea el presupuesto asignado, siempre es pequeño. Combatir la pobreza es definitivamente un esfuerzo de todo el país que obliga a comprometer recursos en cantidades mayores, que las inversiones sean coordinadas y eficientes. Los programas de "compensación" vienen de la coyuntura de los ajustes, paquetazos o shocks y tenían como objetivo acolchonar el golpe en la población más pobre. Esa coyuntura ya fue. Ya no es que la "política económica" empobrece (tipo el paquetazo de Hurtado) y hay que defender a la población más pobre. Ahora se trata de reducir la pobreza, no tomarla como dada y hacerla pasable. Por supuesto, si la inversión es dispersa, ineficiente y en cantidad reducida, sólo se reducirá la pobreza en decimales.

    Es decir, la reducción de la pobreza tiene que ser parte de la política económica. Pero ¿cuál es el mecanismo? En mi opinión es la inversión en infraestructura, educación y salud. No veo cómo la redistribución dentro de la empresa dominaría sobre la inversión pública como mecanismo principal. Tal vez si el empleo formal tuviera un porcentaje más alto dentro del total y los más pobres fueran los trabajadores empleados, entonces este mecanismo sí aliviaría la pobreza. Pero no es así. Los más pobres son los trabajadores del campo peruano, los trabajadores de la ciudad que no tienen un empleo formal estable, que no se verían sustancialmente beneficiados por los mayores salarios de los trabajadores en el sector formal. Toca llegar a ellos directamente, no indirectamente.
  5. En tal sentido, el gobierno ha comenzado mal con el "shock" de inversiones. No se necesitan "shocks" sino inversiones estudiadas, eficientes, sostenidas, anunciadas, de gran tamaño y de efecto "llamada" a la inversión privada, que sí produzcan un efecto en las decenas y no sólo en los decimales de la pobreza. Paradójicamente, el país está ante la situación que hay recursos, pero faltan proyectos concretos....
Bueno, hasta ahí.

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