¿Y por qué no un veinte? Por Silvio Rendon
Hay un vicio, tan perverso y absurdo como incuestionado, en el sistema educativo peruano: a pesar de que el sistema tiene al veinte como nota máxima, rara vez un buen estudiante es considerado merecedor de tal nota. ¿Por qué? ¿Por qué? Y una vez más, ¿por qué?
Hay quien dice, ah, es que el 20 es para dios, porque dios es perfecto, el 19 es para el profesor, el papa, el director del colegio o quien sea. De esta manera nunca un estudiante que sepa bien el material del curso podrá recibir adecuada recompensa para su rendimiento académico.
Las consecuencias de esta política nacional son diversas. Lo más evidente ocurre cuando un estudiante sale al extranjero y tiene que estar explicando por qué si es tan bueno tiene sólo un doce, cuando la nota máxima es veinte. Al salir fuera del país es cuando la insensatez de esta política se hace visible. Pero claro, si bien es mucha (¿15% de los nacidos en el país ya?) la gente que sale fuera del país, la gran mayoría se queda.
El tema de fondo es que la mayoría de estudiantes se forman con la idea de que no son capaces de hacer algo bien y se tienen que estar conformando masivamente con notas mediocres. Nos acostumbramos a la mediocridad, a la falta de ambición, al conformismo. Si un examen está bien hecho y el profesor está evaluando aquello que ha enseñado y no otra cosa, ¿por qué la nota máxima de su clase tiene que ser, por ejemplo, un catorce? Si nadie se saca veinte, es que el profesor ha hecho algo mal, está enseñando cosas que no ha enseñado, hay una política deliberada de negarle a los estudiantes el justo reconocimiento a su esfuerzo. Así, desde la misma escuela a muy temprana edad nos vamos acostumbrando al abuso, al escamoteo, al ninguneo, a la baja autoestima.
Me pregunto por qué en años de movimiento estudiantil nunca cuestionamos algo tan básico y tan importante como el sistema de calificación. Supongo que el primer paso para rectificar y hacer algo sobre el tema es señalar el problema y abrir el debate... Es algo tan simple y tan importante, y que debe cambiar.
Hay quien dice, ah, es que el 20 es para dios, porque dios es perfecto, el 19 es para el profesor, el papa, el director del colegio o quien sea. De esta manera nunca un estudiante que sepa bien el material del curso podrá recibir adecuada recompensa para su rendimiento académico.
Las consecuencias de esta política nacional son diversas. Lo más evidente ocurre cuando un estudiante sale al extranjero y tiene que estar explicando por qué si es tan bueno tiene sólo un doce, cuando la nota máxima es veinte. Al salir fuera del país es cuando la insensatez de esta política se hace visible. Pero claro, si bien es mucha (¿15% de los nacidos en el país ya?) la gente que sale fuera del país, la gran mayoría se queda.
El tema de fondo es que la mayoría de estudiantes se forman con la idea de que no son capaces de hacer algo bien y se tienen que estar conformando masivamente con notas mediocres. Nos acostumbramos a la mediocridad, a la falta de ambición, al conformismo. Si un examen está bien hecho y el profesor está evaluando aquello que ha enseñado y no otra cosa, ¿por qué la nota máxima de su clase tiene que ser, por ejemplo, un catorce? Si nadie se saca veinte, es que el profesor ha hecho algo mal, está enseñando cosas que no ha enseñado, hay una política deliberada de negarle a los estudiantes el justo reconocimiento a su esfuerzo. Así, desde la misma escuela a muy temprana edad nos vamos acostumbrando al abuso, al escamoteo, al ninguneo, a la baja autoestima.
Me pregunto por qué en años de movimiento estudiantil nunca cuestionamos algo tan básico y tan importante como el sistema de calificación. Supongo que el primer paso para rectificar y hacer algo sobre el tema es señalar el problema y abrir el debate... Es algo tan simple y tan importante, y que debe cambiar.
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