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16 oct. 2007

Algunos números sobre la izquierda Por Miguel Tejada

Si uno revisa el Yearbook of Communist Affairs, publicado hasta el 89 por Yale, se entera que durante el tiempo que duró la guerra fría, la mayoría de las organizaciones de izquierda en el tercer mundo nunca pasaron de algunos cientos de miembros y, si acaso, de algunos miles en los partidos comunistas o de izquierda más consolidados (en América Latina, el PC chileno, por ejemplo).

Para el caso peruano no hay estadísticas confiables, pero uno puede asumir educadamente que el 1980 habría no más de cinco mil militantes de izquierda distribuidos en casi un centenar de "organizaciones". Por referencias de amigos de la época, el PRT en su apogeo no pasaba de un par de centenas de militantes a nivel nacional. La cincuentena de militantes a nivel nacional ya lo ubicaba a uno en los diagramas de Marka o Caretas.

Según la CVR, durante veinte años de conflicto armado interno, el Estado peruano encarceló a alrededor de tres mil militantes senderistas. Y, si aceptamos las estimaciones de la CVR sobre el número y distribución de víctimas, de los 70000 muertos estimados, alrededor de tres mil de los muertos pueden considerarse como militantes o simpatizantes o apoyos senderistas. Es decir, entre muertos y encarcelados, tenemos que la militancia de Sendero excede al total presumido de la izquierda en su apogeo el 1980

Indudablemente durante los 1980s hubo un trasvase de militantes de la izquierda legal hacia Sendero ¿porqué? Porque Sendero (y el MRTA) ponían en práctica lo que en esas épocas los Aceros, Sinesios, Javieres, Nicolases, Agustines, Santiagos, Manueles y Fernandos proponían vociferantemente: la lucha armada (la mayoría aseguraba, por supuesto, que iba a ser del campoa la ciudad). Es obvio que si militas en una organización que propone la lucha armada porque crees que debe haber lucha armada, luego de unos años te vas de donde se habla pero no se hace a donde realmente se practica la lucha armada. Tenemos pues que en el crecimiento de la militancia de Sendero tiene mucha responsabilidad la dirigencia de la izquierda de entonces.

Pero podemos hacer la estimación educada que el grueso de la militancia senderista no fue captada desde otras organizaciones sino se enroló directamente en Sendero. Y, si uno ha tenido acceso a los testimonios recogidos por la CVR, puede darse cuenta que el grueso de esa militancia fue campesina, de pequeños pueblos, provinciana, y no coincide necesariamente con el perfil popularizado en la prensa de "mistis", de elite provinciana. Podemos asumir que el grueso de la militancia senderista estuvo conformado por sectores ajenos a la élite local, por personas provenientes de sectores tradicionalmente excluidos (campesinos, mujeres). ¿Porqué? Porque en Sendero, al igual que en otras organizaciones similares como el PKK (Partisi Karkeren Kurdistan--P. de los trabajadores de Kurdistan) o el Partido Comunista Maoísta de Nepal, la pertenencia a la organización vehiculizaba la rabia, el resentiminiento del explotado, del discriminado y, sobre todo, daba poder, mucho poder (a nivel local) al que no lo tenía.

La derrota de Sendero, larvada en el campo y concretada con la desarticulación de su dirigencia en las ciudades, ha dejado a un sector de la población resentida sin voceros por decirlo así. Ella se expresó en los 1990s en su apoyo a un Fujimori populista, y en las últimas elecciones votando por Humala. Pero es una población sin representación, dispuesta a ser representada por el primero que logre captar su rabia y (des)esperanza.

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