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2 nov. 2008

Contribución a la crítica de la conflictología apolítica Por Silvio Rendon

En los tiempos que corren se tiende a ver los evidentemente diferentes conflictos sociales bajo una óptica particular, la de apagarlos lo más rápido/de la mejor manera posible y que dejen de interrumpir la tranquilidad que se debería vivir. Sentar en la mesa a las partes y llevarlas a acuerdos. Una especie de tribunal de la Haya nacional que resuelva los problemas locales.

Así, la Universidad Católica tiene desde hace poco un Centro de Prevención y Resolución de Conflictos, dirigido por el hermano del actual rector. Se dedica a formar negociadores, árbitros y conciliadores de conflictos (ver tarifas aquí y "materias conciliables" aquí). Así, la resolución de conflictos se ha convertido en una actividad económica en sí. Seguramente hay más instituciones dedicadas a esta industria (1).

En este post y en No es sólo el paro analizaba la dinámica de los conflictos sociales en el país. Gracias a la Defensoría del Pueblo, aquí, tenemos documentación mensual de los conflictos: número, tipo, duración, etapa de solución, localización, etc. Surgen especialistas con Modelos para entender los conflictos sociales que inmediatamente se aplican a los "moqueguazos" que emergen en las diversas zonas del país.

Tener un enfoque sectorial y conciliatorio, que siente a las partes a la mesa no está nada mal. Es un avance sobre el enfoque del avestruz de no querer ver los conflictos y llegar tarde, sólo después de que éstos acaban en hechos violentos para a lo más formar una "comisión investigadora" de lo ocurrido (como las inefectivas comisiones investigadoras creadas durante las tres últimas décadas). Aquí se sienta a las partes antes y se llega algo más temprano, mas no lo suficientemente temprano para que se trate de una acción efectiva.

Un negociador-conflictólogo llega cuando el conflicto ya ha estatallado, cuando ya está la gente bloqueando carreteras, en huelga, protestando en las calles. Es un administrador de una crisis que nunca debió ocurrir. Algo, a un nivel mucho más alto que la autoridad del negociador, se hizo mal y es ese algo lo que el negociador usualmente no puede modificar.

Así por ejemplo, los diversos conflictos producidos por la contaminación minera tienen su origen en una falta de regulación, una falta de contrapeso público a la actividad contaminante privada, política decidida a nivel presidencial. Alan García durante su campaña prometió tomar medidas contra la minería contaminante (ver Alan García, el agitador), específicamente contra la contaminación de Yanacocha. Sin embargo, una vez en el gobierno, Alan García apoyó decididamente a las mineras contaminantes, figurando incluso en una publicidad televisiva de Yanacocha, fustigando la misma posición política y social que él mismo sostuviera durante la campaña electoral (ver Video-debate sobre Yanacocha). En este caso, ¿qué margen de acción puede tener un negociador una vez que estallan las protestas? Para comenzar, una vez que se traiciona el voto popular, queda en manos de los traicionados el protestar. En vez de ser el gobierno el que esté en falta son los ciudadanos que depositaron su confianza en el gobernante los que tienen que movilizarse y ser tildados de "revoltosos". La protesta es vista como el problema en sí, y lo que se quiere es apagar la protesta, cuando en realidad la protesta es una manifestación de un problema mayor. Así, mientras la ciudadanía no protesta no hay conflictólogo que sea enviado a intermediar nada, pues no hay conflicto alguno. Así, cuando la ciudadanía protesta, su acción queda inmediatamente patologizada como un comportamiento a resolver: los ciudadanos que protestan están "frustrados", "con bronca", hay que ver quién y cómo los organizó, los factores detonantes, la forma de la protesta, etc. Definitivamente, son aspectos a considerar en un análisis, pero ¿y la traición al voto popular? Lo lógico hubiera sido comenzar por patologizar al gobernante, pues es él quien está en falta, parcializándose con los sectores empresariales mineros, dando lugar a una crisis del sistema democrático. Ahí no llega la conflictología. Es mejor ver al país como una yuxtaposición de conflictos desvinculados que erupcionan como chupos en diversas partes del país, con un manejo especializado según el tema. Un asunto de especialistas, muy al estilo de lo que se dijo cuando hubo la masacre de periodistas en Uchuraccay: "ahí va la comisión investigadora con un equipo de antropólogos especializados, que hablan el idioma de los pobladores". Enfoque muy a pelo para perder de vista a una política antisubversiva consistente en animar a los ciudadanos a matar a los insurgentes. Mejor quedarse en hechos puntuales, fragmentados, fortuitos, específicos, sin denominador común con otros fenómenos vistos en otros lugares del país.

Poco puede hacer un negociador, por más experto que sea, cuando no tiene mandato. El hecho en sí de enviar a alguien a calmar las cosas sólo cuando ya se ha producido un estallido de protesta, ya es expresión de haber descuidado un problema. Quiere decir que el sistema democrático no está funcionando. La institución democrática está ahí para dar cauce a las demandas ciudadanas. Un sistema que se desencauza hacia el conflicto es un sistema que tiene que cambiar.

Esta realidad es percibida por los ciudadanos que acaban por reaccionar en forma mucho más enardecida. "Queremos negociar con el dueño del circo, no con los payasos", dijeron en la última gran protesta amazónica, cuando el gobierno les envió al ministro Brack Egg, que no tenía autoridad alguna para derogar la "ley de la selva". Una vez que los ciudadanos se han dado el trabajo de tomar una acción de fuerza, ¿por qué conformarse con menos que una derogación de una ley? No es lógico pensar que ofrecerles menos que eso logre apaciguarlos. Bragg Egg puede haber estado listo para "negociar", acaso rodeado de negociadores y especialistas en conflictología, pero, como vimos, con muy poco margen de aplicación para su ciencia. En realidad, el sistema democrático está ahí para funcionar y que los cauces democráticos sean usados. La mejor conflictología es poner en acción al sistema democrático.

Desde luego, el enfoque aporta y es mejor tener una actitud de diálogo y de conciliación cuando un conflicto desborda el cauce democrático. Ni modo. Sin embargo, hay que poner las cosas en su lugar. Un nutricionista puede ayudar a optimizar el consumo de alimentos de una familia pobre, pero estará sujeto a los límites que imponen los bajos ingresos. No puede ir más allá. Un enfoque criminalístico aplicado a un proceso de insurgencia puede aportar valiosas técnicas y consideraciones útiles, pero es limitado frente a un enfoque estratégico militar. El análisis de los conflictos sociales en el Perú actual va más allá de la conflictología y tiene que complementarse decisivamente con un análisis político, mucho más general. Los grandes poderes del estado al igual que el grueso de la ciudadanía tienen que incorporarse a la negociación. El gran conflicto en el país es el desvirtuado "pacto social" que el gobernante desaira sistemáticamente luego de ganar las elecciones con engaños. ¿Qué "conflictólogo" nos resuelve este gran conflicto, el padre de todos los conflictos?
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(1) En el caso de la Universidad Católica el tema es delicado, pues, por ejemplo, en el caso de los conflictos mineros habría un conflicto de intereses, ya que es una institución que también, según comentaba un/a lector/a, presta servicios de consultoría a las empresas mineras, en particular validando análisis de impacto ambiental, justamente la razón principal de muchos conflictos en el país.



Un ejemplo del enfoque "conflictológico"
"Como sabemos la mayoría de proyectos extractivos se desarrollan en lugares
geográficamente alejados de nuestro país, lejanía que se expresa en la ausencia del Estado y en la falta de desarrollo socio/económico de estas zonas.

Las comunidades frente a un Proyecto muestran:
- Desconfianza
- Expectativas"
Ante la desconfianza y las expectativas se propone respuestas legales, adelanto de beneficios y planes de desarrollo social.

Las comunidades como Tambo Grande y Majaz tuvieron otra forma de enfrentar el asunto: en referéndum votaron y rechazaron la presencia de las mineras que les prometían cosas similares....(ver aquí).


Hacer click en la imagen para ver el documento completo.

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24 set. 2008

1963: Heraud y el rechazo del pueblo Por Silvio Rendon

[Comencé a escribir este post para el 45 aniversario de la muerte de Javier Heraud, hace algunos meses. El post se quedó en el teclado, pero ahora va aquí, más orientado hacia la reflexión a 40 años del golpe de estado de Velasco Alvarado.]

Javier Heraud murió no sólo por la balas policiales sino por las balas de la población civil de Puerto Maldonado, que portaba fusiles de caza. Después de su muerte, según relata un testigo, trataron su cuerpo de forma brutal, tiraron el cadáver al suelo, lo arrastraron y lo tiraron a la loza. Un hecho usualmente omitido en la historia sobre su muerte. El rechazo del pueblo a su presencia.



Reportaje del periodista Marco Sifuentes

En Pobladores y azuzados Daniel Salas señala la tendencia a negarle responsabilidad a la gente por sus acciones, como si fueran menores de edad, o como si la población tuviera que identificarse con los grupos insurgentes. En un testimonio se cuenta que a la población le dijeron que iban a matar a los curas y monjas.

Llega un grupo de jóvenes muy llamativo a un hotel, el hotel Chávez. Estos jóvenes son en realidad una columna guerrillera que ingresa al Perú desde Bolivia y tiene como objetivo llegar a La Convención, cruzando 300 km de selva, para apoyar militarmente a Hugo Blanco. Ya había caminado una distancia similar para llegar al Perú desde Bolivia. Se detienen en Puerto Maldonado porque están exhaustos.

Son denunciados y detenidos por la policía. No es que la población los quiso linchar. Ya estando detenidos en cierto momento se produce un tiroteo donde muere el sargento Sam Jara, se hiere a dos guardias republicanos y a un joven del grupo, Nelson Rodríguez, quien salva la vida (Mercado 1967). Sin embargo, el grupo es finalmente reducido. La versión de los miembros de este grupo es que los policías fueron heridos y muertos por sus propios compañeros.

Javier Heraud y Alaín Elías logran escapar, esconderse y convencer a un balsero a que los cruce a la otra orilla del río mediante una canoa. Son interceptados y, según se cuenta, "se produce un tiroteo". Elías y Heraud se rinden, pero les siguen disparando, con la policía animando a las personas armadas que les disparaban a que sean rematados. Muere Javier Heraud, al igual que Roberto Vásquez, el balsero que los llevaba, quien sin saber nadar se lanza al agua y se aferra a la popa de la canoa, pero es alcanzado en el cráneo por una bala.

Después de los incidentes, había consternación y sorpresa porque un muchacho blanco, enorme, de Lima fuera muerto. Un hecho incomprensible al parecer, que alguien que "valiera tanto" entregue su vida por gente pobre, que "vale tan poco", en los crueles estándares convencionales. En el reportaje anterior los/as entrevistados/as dicen que no se podía hablar, y que posteriormente mejoraron la tumba de Javier Heraud, y le pusieron su nombre a avenidas, colegios, avenidas.

Quince días después de estos sucesos, Hugo Blanco desde prisión diría: "admiré la valentía de los muchachos de Madre de Dios, pero siento mucho que tanta energía revolucionaria se haya desperdiciado" aquí, citado por José Luis Rénique.

Definitivamente, que se tratara de un poeta marcó una gran diferencia en que se le recordara como se le recuerda. Los nombres del sargento y del balsero muertos quedaron olvidados. Los objetivos del grupo, muy posiblemente armado (el "fuego amigo" ocurre, pero no es muy creíble en este caso), eran prestar apoyo militar a Hugo Blanco. Se trató de un plan mal diseñado. Cruzar la selva no es tan sencillo. Además, ya los estaban esperando. La policía sabía que venían y a qué venían.

Un par de comentarios a la luz de la historia reciente

El rechazo del pueblo es un factor real en la insurgencia. Las guerrillas de los sesentas no concitaron gran apoyo o fueron directamente rechazadas por la población, no sólo en Madre de Dios, sino en Ucayali (entre otros lugares, como veremos en otro post), donde Máximo Velando es capturado por los campas y entregado a la policía. Dos décadas después, con Sendero Luminoso y el MRTA, hubo mucho más aceptación popular, en particular en Ayacucho y en San Martín. Fue el resultado de un largo trabajo político previo. Sin embargo, también fueron rechazados por la población. Y, desde luego, sabemos cuál fue su reacción: matar a la población que los rechazaba. Lucanamarca por Sendero, y asesinato de dirigentes campas por el MRTA (absurdamente, en venganza por la muerte de Máximo Velando - tan absurdo como si a alguien se le ocurriera ir a Puerto Maldonado a vengar a Javier Heraud), por dar dos ejemplos.

Evidentemente, Abimael Guzmán estudió la insurgencia de los sesentas y al parecer diagnosticó que ésta fue conducida por grupos llenos de desviaciones ideológicas, que esperaban que la gente los apoye por la sola presencia del foco guerrillero. Su conclusión fue resolver el rechazo del pueblo mediante la intimidación y la violencia extrema. Las acciones de Sendero Luminoso son brutales. Se basan en el factor sorpresa y la muerte de policías y métodos aberrantes como arrojarles ácido en la cara. Inicialmente, esta conducta les da credibilidad, de que van en serio, y no serán aniquilados rápidamente, como la insurgencia de los sesentas. También sirve para que sus integrantes asuman que son "homicidas-suicidas", que tienen que dar una "cuota" de sangre (Gorriti 1990). El MRTA dentro de su propia lógica va por una ruta parecida con sus "sicilianos".

Efectivamente, desde un punto de vista militar Sendero Luminoso y el MRTA llevaron a cabo insurgencias más desarrolladas que las de los sesentas y conocían mejor el terreno y a la población. No soñaban con cruzar 300 km de selva a pie.

Es difícil decir qué habría pasado si la insurgencia de los sesentas se hubiera extendido. Las guerrillas latinoamericanas fueron idealizadas por algunos sectores izquierdistas, pero la verdad es que fueron unas grandes violadoras de los derechos humanos, léase asesinatos, muertes, abusos, robos, etc. Es posiblemente antipático recordar que Javier Heraud fue parte de un grupo de jóvenes simpatizantes del régimen castrista que agredió a puñetazos a un grupo de personas que pacíficamente celebraba un acto de condena al régimen castrista (si no me equivoco se trataba de una misa en la iglesia de la Merced, en Lima). La intolerancia estaba ahí*.

Pero bueno, los insurgentes de los ochentas no han inducido ninguna medida redistributiva o de interés nacional. Nada que alguien pueda decir "efectivamente, hacer eso estaría bien". Nada constructivo. En cambio, dentro de su estrepitoso fracaso, la insurgencia sesentera conmovió profundamente a la sociedad peruana, comenzando por los propios militares que la derrotaron. A la larga los vencidos y rechazados insurgentes triunfaron a través de un gobierno militar que nacionalizó el petróleo e hizo la reforma agraria, programa de la insurgencia y promesa incumplida por todos los partidos políticos de los sesentas.

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Bibliografía

Gorriti, Gustavo. 1990. "Sendero: Historia de la Guerra Milenaria en el Peru. Lima: Apoyo.

Mercado, Roger 1967. "Las guerrillas del MIR, 1965", Lima: Editorial de Cultura Popular.


* Este post le gustó a Aldo Mariátegui (ver Peinando a Heraud ). Haciendo un esfuerzo de memoria me acordé que el incidente de los puñetazos está contado en Jorge Salazar y Alaín Elías (1976) "Piensan que estamos muertos". Mosca Azul, Lima. En base a este trabajo se hizo una historieta sobre la vida de Heraud, incluyendo el incidente. Lógicamente, quien tiene una agenda aprovecha de un intento de versión balanceada de la historia para llevar agua para su molino...
La revolución cubana producía encendidas pasiones a favor y en contra. En la Universidad Católica hubo un grupo de estudiantes, simpatizantes castristas, que hizo un homenaje a la revolución cubana; las autoridades de la universidad reaccionaron expulsándolos.




Plaza de la memoria, PUCP, 2007.



Chabuca Granda: El fusil del poeta es una rosa



Martina Portocarrero: "Lo mataron soldados y gamonales"

Más en Presencia cultural:
Uno y dos.




"Canoa", película mexicana de Felipe Cazals. El cura del pueblo incita a la población al ataque a un grupo de jóvenes citadinos y escaladores de montañas. El cura agita a la población diciéndole que los comunistas venían a matarlos y robarles. Ver más aquí

Casos así han ocurrido, pero el de Javier Heraud no fue uno de ellos.

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5 set. 2008

Tendencia creciente en conflictos sociales Por Silvio Rendon

El último informe de la Defensoría del Pueblo, número 54 (pase de taquito de CDC), confirma claramente la aceleración de la frecuencia de conflictos sociales desde que García asumió el gobierno:

En ese documento además se evidencia que la mayoría de conflictos son socio-ambientales (49%), asuntos de gobierno local (17%) y laborales (9%).

Como señalamos en No es solo el paro hay una tendencia al alza de la conflictividad social. Se vive una recuperación histórica de la organización ciudadana, vapuleada por el fujimorismo, que reclama principalmente por temas socio ambientales: contaminación ya generada, temor a la posible contaminación, incumplimiento de compromisos, demanda de compensación, demanda de apoyo al desarrollo local, disputa de tierras, presencia ilegal, afectación urbana.

El actual partido de gobierno animó los reclamos y las protestas y se opuso vociferantemente al "neoliberalismo", para finalmente alinearse en extremo con poderosos y minoritarios grupos de interés. Quien se alinea con las minorías privilegidas acaba siendo minoría también. Es lo que le pasa a García. No importa lo que diga, cómo lo diga ni cuántas veces repita que el país está creciendo. Lo puede empaquetar de cualquier manera. Los números no mienten: más desaprobación entre los más pobres, más conflictos sociales.

No sólo eso, además de ir al alza en número, los conflictos parecen ser más diversificados y extendidos regionalmente. La desaprobación a García deja de ser pasiva y pasa a ser activa. El descontento se transforma en militancia y organización social. Entre marchas y contramarchas (criminalización de la protesta social, despidos de trabajadores que intentan formar sindicato, intervención en ONGs por parte del gobierno, ataques mediáticos, etc.) se vuelve a hilvanar el tejido social destruído en la última década del siglo pasado. Hasta los militares y policías están contra el gobierno... A estar atentos/as.

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3 mar. 2008

Desencuentros Por Silvio Rendon

Pensando en los desencuentros internacionales, nacionales, regionales, distritales, sociales, personales, y de todo tipo, va esta canción.

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