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4 nov. 2008

1995: El doble rasero de Mario Vargas Por Silvio Rendon

Mario Vargas Llosa ha sido muy enfático en afirmar a la literatura como una serie de mentiras que expresan realidades más sutiles y profundas que las discernibles a primera vista (ver La verdad de las mentiras).
¿Qué quiere decir que una novela siempre miente? No lo que creyeron los oficiales y cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado, donde —en apariencia, al menos— sucede mi primera novela, La ciudad y los perros, que quemaron el libro acusándolo de calumnioso a la institución. Ni lo que pensó mi primera mujer al leer otra de mis novelas, La tía Julia y el escribidor, y que, sintiéndose inexactamente retratada en ella, ha publicado luego un libro que pretende restaurar la verdad alterada por la ficción.

Si la tía Julia se queja por la forma en que ella es representada en "La tía Julia y el escribidor", Mario Vargas Llosa la presenta como una desubicada que no entiende que se trata de una ficción; es literatura y por definición ésta tiene que ser ficticia. Si alguien critica la forma falsa en que se presenta algún hecho registrable en la obra vargasiana, resulta que esa persona no sabe de qué está hablando pues el escritor se toma licencias válidas para tergiversar la realidad a su antojo, como cuando un escultor juega con la arcilla.
La ficción es un sucedáneo transitorio de la vida. El regreso a la realidad es siempre un empobrecimiento brutal: la comprobación de que somos menos de lo que soñamos. Lo que quiere decir que, a la vez que aplacan transitoriamente la insatisfacción humana, las ficciones también la azuzan, espoleando los deseos y la imaginación.
Bueno fuera que el escritor aplicara este criterio coherentemente a otros escritores, en la misma forma en que se lo aplica a sí mismo. No es así, lamentablemente. En "La utopía arcaica" (FCE, 1996) encontramos:
La originalidad de Arguedas consistió en que, al tiempo que parecía describir la sierra peruana, realizaba una superchería audaz: inventaba una sierra propia.
(...)
Observada de cerca, la pintura de la injusticia en sus relatos no es precisamente realista. p. 87.
A continuación Vargas Llosa explica la biografía de Arguedas y los traumas de su niñez a manos de su madrastra y hermanastro y afirma que este último "se convirtió en el responsable de sus desgracias y, en cierta medida, de las ajenas". Especula Vargas Llosa:
Los rasgos demoniacos del misti de los cuentos de Arguedas deben menos, seguramente, a los modelos vivos de gamonales serranos que conoció en sus años serranos, que a ese 'demonio' de su niñez, a los sentimientos de amargura y rencor que le inspiraba quien le arrebató la inocencia, lo maltrató e hizo de él - hijo de misti - un pongo. p. 89.
Y a continuación señala que la crueldad gamonal, en particular sobre los niños y sobre los animales, sería una magnificación de Arguedas, quien habría creado una "realidad ficticia", en base a su propia frustración de la niñez.

Bueno, si alguien de autoridad similar a la del escritor y ex-candidato presidencial hubiera vertido conceptos similares sobre hechos frustrantes de la niñez de Mario Vargas Llosa como origen de su obra, ¿qué habría dicho Mario Vargas Llosa? Seguramente que se trata de un enfoque equivocado, ignorante de "la verdad de las mentiras" propia de la literatura. En este trabajo, dedicado completa y casi obsesivamente a José María Arguedas, Vargas Llosa no se luce por aplicar los conceptos que tan indulgentemente se aplica generalmente a sí mismo. Es un caso de doble rasero..

En este punto conviene recordar que la crueldad gamonal sí existió y no fue una invención o magnificación fruto de la "amargura y rencor" de Arguedas, por la niñez robada.

En posts como 1960s: El Perú feudal he recogido algunas evidencias que parece que se han ido olvidando, incluso por gente que vivió esa época y sí dijo algo para que cambie esa realidad feudal como el mismo Mario Vargas Llosa. Se trató de condiciones de vida terribles, donde mucha gente sufrió abusos en su niñez, adolescencia, juventud, adultez y vejez.

En este post el autor cuenta, por ejemplo:
Recuerdo a mi abuelo contando como después de la represión su tutor los llevo a ver los resultados: cadáveres de indios abaleados tirados en tierra, apilados para ser enterrados; caporales al servicio de la familia o tal vez la guardia civil habían respondido como sabían hacer, a balazo limpio y un puñado de indígenas muertos coronaban la jornada.

Pero las balas no eran el único método, un peón era un bien valioso para las haciendas, tanto o más que las vacas, así que se buscaban métodos menos destructivos para ponerlos en vereda. Por ejemplo mi abuelo contaba como se disciplinaba a los naturales: una argolla en el techo, las manos atadas y látigo con el infractor hasta que purgue su crimen, ¿cual era?, responder mal, no cumplir ordenes, perder un animal, lo que sea. Más que castigar un crimen el fin era atemorizar.
Arguedas es un caso particular entre mucha gente. Y al fin y al cabo el escritor andino no está tergiversando mucho las cosas, al menos no en señalar la crueldad gamonal, que en 1995, cuando Mario Vargas Llosa escribe "La utopía arcaica", puede parecer inverosímil. Pero hubo cosas así, que van quedando ocultas, negadas o endulzadas por discursos como el de Vargas Llosa. Rendón Willka fue expulsado de la escuela a latigazos en la cabeza, como cuando el gamonal Romainville en La Convención hizo demoler la escuela de los peones de su hacienda o la maestra contratada por los campesinos fue obligada a trabajar de cocinera en la casa-hacienda, para finalmente ser expulsada. Verlo en 1960s: las barreras a la acumulación de capital humano. Las esposas e hijas de los peones eran sistemáticamente violadas por el gamonal y sus hijos. Si Arguedas se quedó traumado por ser testigo de esas violaciones, pues en el Perú hubo muchos Arguedas, cuya experiencia no tiene por qué ser deslegitimada. Por el contrario, si algo hizo Arguedas es dar voz a esos sufrimientos silenciosos. Ejerció su libertad individual creando ficciones literarias, como también hizo Vargas Llosa. Cada uno soltó sus demonios a su manera. No es para que ahora uno le venga a lanzar la primera piedra al otro con un argumento así, el del rencor y amargura personal.

En fin, en ese libro Mario Vargas Llosa no le deja un hueso sano a José María Arguedas. Por ejemplo, resulta que Arguedas es un autor inseguro, porque por ahí escribió algo entre comillas, "ternura", con lo cual Arguedas subestima y restringe la libertad del lector. Es un comentario barato. Acaso Marco Aurelio Denegri tenga más sustancia en sus críticas al mal uso del lenguaje por el político-escritor. Pero claro, si Vargas Llosa le critica el estilo a Arguedas, ya era hora que se desmitifique a Arguedas; si Denegri hace lo mismo con Vargas Llosa, qué puntilloso, posiblemente, qué envidioso, qué mala leche.

Lo mismo ocurre con el diálogo de los ricos del Perú que se frotan las manos porque evitarán que el Perú se desarrolle, en "Todas las sangres". Efectivamente, se trata de un diálogo misio, desprolijo, estereotipado. Podríamos compararlo con el logrado diálogo entre Joaquín y su padre, de Jaime Bayly, mucho más realista, con conocimiento desde dentro de cómo son las clases altas en el Perú, cosa que Arguedas no tenía. Pero finalmente es un diálogo igualmente descarnado, despectivo, cínico, que tal vez en veinte años ya no parezca verosímil. Igual, Arguedas es el panfle y Bayly es el sutil...

Hubiera sido interesante y constructivo hacer una lectura más balanceada de Arguedas, aplicándole exactamente el mismo estándar que Vargas Llosa se aplica a sí mismo. Habríamos visto cómo la ficción arguediana enriquece nuestra existencia y la completa, y más literalmente en palabras de Vargas Llosa:
(...) sólo vivimos de a mentiras.
Es un derecho que debemos defender sin rubor. Porque jugar a las mentiras, como juegan el autor de una ficción y su lector, a las mentiras que ellos mismos fabrican bajo el imperio de sus demonios personales, es una manera de afirmar la soberanía individual y de defenderla cuando está amenazada; de preservar un espacio propio de libertad, una ciudadela fuera del control del poder y de las interferencias de los otros, en el interior de la cual somos de veras los soberanos de nuestro destino.
De esa libertad nacen las otras.
Una forma generosa de ver las cosas que se echa de menos en el análisis vargasiano de Arguedas...

PS. Y podríamos seguir con los dobles raseros. Si Bayly escribe sobre confidencias de quienes lo rodean, como en "No se lo digas a nadie", es un infidente; si Vargas Llosa escribe sobre confidencias de quienes lo rodean, como en "La tia Julia y el escribidor", qué buena ficción que se puso. Sin embargo, posiblemente, el mismo Vargas Llosa haya dado el ejemplo y sentado el precedente para lo que después hizo Bayly (1)....

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(1) La versión original de "No se lo digas a nadie" habría incluído una escena comprometedora entre el protagonista, Joaquín, y el hijo de un prominente escritor que también fue candidato a la presidencia. Este último aludido, a pesar de que se trataba de una ficción, habría hecho valer su influencia en la editorial donde iba a salir la obra del escritor y periodista televisivo para conminar a éste a retirar esa escena, o el libro no salía publicado. Al escritor y periodista no le quedó otra que acceder a la mutilación de su obra. Así es como funcionaría en la práctica la libertad del escritor y "la verdad de las mentiras".... (Es un dato al cual habría que tenerle "convicción relativa"....aunque tirando a absoluta.)

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26 oct. 2008

1990: La CIA apoya a Fujimori contra Vargas Llosa Por Silvio Rendon

Lo contó Mario Vargas Llosa en El pez en el agua:
En medio de la guerra sucia, hubo también episodios de comicidad patafísica. Se llevó la palma una información aparecida el 30 de mayo en el diario aprista Hoy. Aseguraba transcribir textualmente un informe secreto de la CÍA sobre la campaña electoral, en el que se me atacaba con argumentos que se parecían mucho a los de la izquierda aborigen. Por mi simpatía hacia Estados Unidos y mis críticas a Cuba y a los regímenes comunistas yo, de llegar al poder, podía crear una peligrosa polarización en el país y azuzar los sentimientos antinorteamericanos. Estados Unidos no debía apoyar mi candidatura, pues era inconveniente para los intereses de Washington en la región. Apenas eché un vistazo al artículo, presentado con un titular escandaloso («Soberbia y obstinación de MVLL teme Estados Unidos»), dando por supuesto que era uno de los embustes que fraguaba la prensa gobiernista. Cuál no sería mi sorpresa cuando, el 4 de junio, el embajador de Estados Unidos vino a darme incómodas explicaciones sobre aquel texto. ¿Entonces, no era fraguado? El embajador Anthony Quainton me confesó que era auténtico. Se trataba de la opinión de la CÍA, no de la embajada ni la del Departamento de Estado y venía a decírmelo. Le comenté que lo bueno de esto era que los comunistas ya no podrían acusarme de ser un agente de la celebérrima organización.

No tuve muchos contactos con la administración de Estados Unidos durante la campaña. La información en ese país sobre lo que yo proponía era abundante y daba por hecho que, tanto en el Departamento de Estado como en la Casa Blanca y en los organismos políticos y económicos relacionados con América Latina, habría simpatía hacia quien defendía un modelo de sociedad democrática liberal y una estrecha solidaridad con los países occidentales. Los contactos con los organismos financieros y económicos de Washington —el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, en los que el gobierno norteamericano tenía influencia decisiva— los llevaban Raúl Salazar y Lucho Bustamante y sus colaboradores y ellos me tenían al tanto de lo que parecía un buen entendimiento. (...). El Frente no recibió un centavo de ayuda económica de instancia alguna norteamericana, donde, como revela aquel documento de la CÍA, había incluso agencias que, por defender de manera demasiado explícita la democracia liberal, pensaban que yo era un peligro para los intereses de Estados Unidos en el hemisferio.
Comentario: ¿Cómo filtró la CIA un informe secreto a un diario aprista como "Hoy"? Para soltarles algo así tienen que tener un contacto de relativa confianza. Y desde luego, la actividad de la CIA en el Perú tiene que pasar por la aprobación del gobierno americano.

Si bien "la opinión" puede haber sido de la CIA y no del Departamento de Estado, cuando se realiza una filtración a un medio peruano, con lo cual se interviene en las elecciones peruanas, ya estamos hablando de una política de estado. Por supuesto que un diplomático no puede reconocer públicamente una intervención de este tipo, como que Mario Vargas Llosa lo reporta como un tema de "opinión". Un gran eufemismo y una gran mecida. Sin embargo, la filtración fue auténtica y constituyó una señal de aliento para los apristas que apoyaban abiertamente y por todo los medios a Fujimori, y de desaliento para Vargas Llosa, quien inocentemente creía que contaba con el apoyo americano por su afinidad ideológica con los gobiernos americanos de los ochentas, republicanos ellos.

Mario Vargas Llosa tenía efectivamente abundantes contactos en las más altas esferas del gobierno americano, pero, por lo que él mismo cuenta, eran contactos en los que por lo visto él ilustraba a los altos dirigentes americanos sobre temas latinoamericanos. Vargas Llosa se había relacionado a nivel intelectual, con algunos funcionarios públicos y a nivel de organismos multilaterales, importantes para romper el cerco económico (en realidad político-económico) al Perú, provocado por Alan García.

Y desde luego que los americanos conocían muy bien a Vargas Llosa. Si hubieran creído desde siempre que el escritor y candidato era muy polarizador, habrían podido persuadirlo de suavizar un poco su mensaje. Pero no lo hicieron. Suena a que lo dejaron actuar, solo, a ver qué hacía. Cuando lo vieron fracasando, o lograron una mejor figura política para el Perú, se orientaron en su contra y le dieron la espalda.

Para entonces, Montesinos, "nuestro hombre en Lima", ya estaba muy bien integrado al equipo de Fujimori, habiéndolo limpiado de las denuncias sobre su desbalance patrimonial. Si Vargas Llosa con la democracia liberal era muy polarizador y un peligro para los intereses americanos en la región, Fujimori con el autoritarismo era muy consensual y más en línea con los intereses americanos en el Perú y en la región.

¿Y qué intereses eran esos? ¿Por qué Fujimori era tan superior a Vargas Llosa en opinión del gobierno americano? Algunas pistas se dan en este post.

Años después Madeleine Albright montaría en cólera al enterarse de que Montesinos tenía su propio juego y le estaba filtrando armas a las FARC desde Jordania... Los intereses americanos dejarían de pasar por apoyar a Fujimori ... y a Montesinos.

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4 feb. 2008

Una falacia y una discusión interminable Por Silvio Rendon

Leo que el director de Correo critica a los izquierdistas que protestan contra la expatriación de Ollanta Humala porque algunos aplaudieron que le quiten el pasaporte a D'Ornellas o porque no recuerda que éstos dijeran nada cuando se planteó la expatriación de los ministros fujimoristas que apoyaron el golpe de 1992:
O sea, correcto que expatrien a los fujimoristas porque fue un golpe de derecha, incorrecto a Ollanta porque fue una intentona izquierdista.
Los hijos del Mariscal Benavides
Comentario: Este es un ejemplo de un tipo de la falacia argumentum ad hominen, llamada Argumento tu quoque
Un caso habitual sería el de un médico que aconseja a su paciente dejar de fumar y dicho paciente le responde que él también fuma, así que, viniendo de él, el consejo no tiene validez. Esto es claramente falso dado que ser fumador no incapacita al médico para conocer los peligros del tabaco.
Efectivamente, es una falacia.

Esa estuvo fácil. A ver una más brava..

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Leo que el debate andino-criollo se ha reactivado. A estas alturas ya me suena a una polémica interminable, como la de los viejitos de Novecento de Bertolucci. Me referiré sólo al más reciente capítulo, cual es referirse a algún subconjunto de escritores como "maoísta". Todo parece haber venido de la frase de Ivan Thays en ¿Quién quiere pertenecer?
Querer representar al país y convertirse en la única voz autorizada es de un absolutismo insufrible y manifiesta un deseo dictatorial solo justificable por las nociones políticas maoístas con que se educaron algunos de esos escritores
Abelardo Oquendo responde a este artículo en Revisitando una bronca. Iván Thays le responde en Maoismo y literatura peruana y Gustavo Faverón le responde en Silencio, intolerante. Ambos se hacen preguntas parecidas.

Gustavo Faverón:
¿debemos borrar para siempre de nuestras memorias el hecho de que Gutiérrez se haya referido a Abimael Guzmán como el "paradigma intelectual" de la generación del cincuenta?
Iván Thays:
el norte con que Miguel Gutiérrez emprendió su valoración literaria de la Generación del 50 en Un mundo dividido y el que le permitió, además, dedicar las últimas páginas a una alabanza a Abimel Guzmán a quien calificó de “paradigma intelectual” de su generación amparado por el dictamen maoísta de unir acción con pensamiento.
Y llegan a conclusiones parecidas, formulándolas como pregunta más que como afirmación. En realidad, no queda claro si se trata de preguntas retóricas.

Iván Thays:
Entonces, ¿tiene o no, concretamente, el maoísmo importancia en la elaboración de algunos conceptos literarios en el Perú puestos en discusión durante la bronca andinos-criollos? Y si lo tiene, ¿por qué pacto no escrito debemos evitar la mención a esa influencia?
Gustavo Faverón:
¿Son en verdad el maoísmo o la vocación totalitaria elementos que hayan servido para enrarecer y hacer poco productiva la polémica de hace un par de años?
El lector de estas líneas podría conjeturar que las respuestas de sus autores son un rotundo "sí".

Comentario: Lo diré de saque. No creo para nada que el maoismo esté a la base de ninguna polémica. Para nada. El discurso de los "andinos" no lo veo venir del maoismo. Son categorías que no tienen por qué coincidir. Los hoy llamados "criollos" podrían ser tan maoístas como los "andinos". Y entre los "maoístas" podría haber "criollos" y "andinos".

Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir eran maoístas y no parece que esa forma de pensar los hubiera llevado autoproclamarse como los "auténticos" en contra de los "irreales" representantes de la cultura nacional. Los entonces jóvenes del parisino Mayo de 1968 inspirados en "Marx-Mao-Marcuse" gritaban "la imaginación al poder" (LIP - como quien dice SEASAP), consigna que hubiera podido suscribir cualquiera de los supuestos "criollos". Todos ellos podrían ser maoístas. Muchos de los entonces jóvenes de Mayo de 1968 en Francia están ahora en otra cosa. Los tiempos cambian. Acaso el bando "criollo" esté más cercano a Sartre y a de Beauvoir, a quienes posiblemente no vean como "maoístas", que los "andinos".

Por su parte, creo que es pertinente referir un evento ocurrido hace alrededor de dos décadas en la Universidad de San Marcos: una gran bronca entre "rockeros" y "sicuris". Los primeros urbanos, limeños, metaleros y subterráneos; los segundos andinos, puristas y nativistas. Ocurre que los rockeros anuncian un concierto y los "sicuris" se lo impiden porque los primeros son alienantes, enemigos de la cultura nacional, etc. Se arma la bronca y los jóvenes se van a un aula a debatir. Ambos bandos exponen sus argumentos en una polémica. Claro, una polémica ante el hecho consumado de la imposición. Lo interesante para nuestro tema es que ambos grupos parece que estaban influídos por el maoísmo radical, posiblemente el senderismo.

No sé si los "andinos" son los únicos auténticos. Ni siquiera sé si eso es lo que sostienen. Lo que sí sé es que el maoismo tiene muy poco que ver con todas estas posiciones.

Un segundo tema es si es pertinente referirse a alguien como maoista, el tema de fondo siendo Sendero Luminoso. Pues, en retrospectiva registro que una de las condenas más fuertes y relativamente tempranas (1983) contra Sendero Luminoso la escuché de un maoísta de Patria Roja. Los caminos de estos maoístas fueron muy diferentes. Normal. El maoísmo no tiene por qué llevar al senderismo. Si se defiende el derecho a calificar, no habría que quedarse a media caña. Habría que caracterizar al escritor directamente de senderista. Maoísta es muy impreciso. Y ahí están las menciones a Gutiérrez, que ya llevan un tiempo, sobre su paradigma Guzmán. Estas menciones se van desgastando y acaban por ser como los golpes al aire de George Foreman contra Mohammed Alí: no logran absolutamente nada. Posiblemente quienes simpatizaron con la violencia terrorista harán algún día su balance del asunto, si no lo han hecho ya, o tal vez no. En cualquier caso, su posición en el debate literario no tendría por qué variar. Sus argumentos y actitudes, que se caracterizan como excluyentes, podrían continuar, y hasta podrían tener razón (de negarles que puedan tener razón por su maoísmo, estaríamos ante un simple argumento ad hominem). La estigmatización es falaz por definición. Y tan es así que los acusados la arrastrarán por toda su vida, incluso si cambian de posición. Un ejemplo es cómo Vásquez Bazán sigue denunciando a Vargas Llosa por su apoyo a las guerrillas de 1965:
Vargas Llosa toma posición frente a la lucha armada para la toma del poder, la guerra de guerrillas y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
Vergas Llosa apoyó las guerrillas de De la Puente, otro maoísta...

En fin. Creo que introducir la palabra "maoísta", lejos de contribuir a aclarar las cosas, introduce más confusión en un debate ya confuso, además de interminable y, por lo visto, inzanjable...





Harrrto Mao: para todos los gustos....




Los Maos de Warhol.

Imagen que se vendió más cara que la de Marilyn Monroe (ver aquí).

Imagen tomada de aquí. Hacer click para ampliarla.

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3 feb. 2008

El desafuero de Ollanta Humala Por Silvio Rendon

Los casos de Toledo y ahora Humala me recuerdan mucho al intento de desafuero de López Obrador en México. El PAN se fue con todo a desaforar, impedir la actividad política, al dirigente del PRD, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El intento de muerte política duró año y algo, y produjo una gran reacción en contra de parte de buena parte de la ciudadanía mexicana, incluyendo de aquellos que se oponían al candidato izquierdista. "Quiero que se respete mi derecho a votar contra él", rezaba una de las pancartas en una manifestación contra el desafuero. Así de fuerte era la indignación por la maniobra política urdida desde el gobierno.

Sobre lo que ocurrió después hay diversas versiones. Los simpatizantes de López Obrador dirán que hubo fraude, que AMLO ganó las elecciones y que le robaron el triunfo. Yo, restringido por el artículo 33 de la Constitución mexicana, se supone que no puedo opinar sobre el tema. Igual diré algo. El intento de desafuero lo hizo el PAN para contener a un candidato que lideraba claramente la intención de voto en México. Este liderazgo llevó a que AMLO se confiara y cometiera un error garrafal: no asistir al primer debate. Esto le costó una fuerte reduccción en la intención de voto. Ensimismado en su imagen de victoria fácil, evaluó que no valía la pena exponer y debatir sus ideas de gobierno. Mala jugada que le pasaría factura. Es cierto, como lo reconoció el tribunal electoral mexicano, que Calderón contó con ayuda propagandística desde el gobierno. Sin embargo, al día de las elecciones Calderón y AMLO llegan virtualmente empatados, con diferencias estadísticamente no significativas. El conteo de votos no hizo sino reflejar este empate. Cualquier resultado iba a ser objeto de suspicacia. Hablando con simpatizantes del PRD me cuentan de irregularidades en diversos lugares. Y puede ser. Así se han manejado las elecciones durante mucho tiempo. No tiene por qué ser diferente ahora.

Lo que hizo después acabó de hundir al candidato izquierdista, quien decidió hacer un "plantón" en el centro de la ciudad, que él mismo como alcalde controlaba. Esto le motivó más rechazo de parte de sectores que lo apoyaban. Un plantón que duró un par de meses, bloqueando una ciudad de 23 millones de habitantes. El asunto hubiera podido acabar mal si el gobierno central se desesperaba y desalojaba a los plantados. Después de meses, acabó el plantón, sin cumplir sus objetivos. Un nuevo líder sucedió a AMLO en el PRD, y ahí quedó el asunto. Lo que hubiera podido ser un gran triunfo de las izquierdas acabó siendo una gran derrota. AMLO se quedó con la imagen de triunfo que efectivamente tenía un año antes de la elección, cuando lo querían desaforar. No pudo salir de ella y reconocer que los tiempos habían cambiado muy rápidamente. No pudo aceptar la idea de perder sin trampa alguna.

Rescato dos enseñanzas:

1. La importancia de defender el derecho a elegir entre los candidatos. Un candidato puede ser según algunos antipático y hasta peligroso para el país. Son los ciudadanos los que tienen la potestad de decidirlo, no algún poderoso que le pone zancadillas al candidato y por lo tanto restricciones a los electores.

2. La campaña sucia sí afecta a los candidatos que la sufren. Los desespera y les distorsiona su visión de la realidad. La campaña sucia puede tal vez no hacerlos caer directamente, pero sí indirectamente al nublarles la mente e inducirlos al error.

En el Perú de hoy estamos viendo algo parecido. Desde el gobierno ya van dos intentos de destruir la imagen y excluir de la vida polítca a dos políticos de oposición: Toledo y Humala. Con Toledo hubo un intento que fue conjurado. No lo pudieron hundir políticamente. Sin embargo, con Humala la cosa continúa. No tienen evidencias claras que lo vinculen a los asesinatos de policías en Andahuaylas y ya están pidiendo la expatriación del acusado. Más aún, todavía no juzgan a los diversos reservistas acusados por este mismo caso. Recientemente les han dado 36 meses más de cárcel hasta que les armen el caso. Las autoridades judiciales se toman su tiempo, y mientras tanto los reservistas siguen en la cárcel como inculpados. Después de enterarse de la extensión de su periodo carcelario los reservistas reaccionaron con una huelga de hambre de protesta. Estas demoras son muy sospechosas. Que se haga el juicio ya y que se zanje este caso. Ya van años con el tema.

En todo caso, hay un patrón muy claro y es el intento de exclusión de Humala. Vano intento. Humala fue un outsider en 2006, pero en el 2011 ya no lo será. Hay varias posibilidades de outsiders. Me recuerdan a cómo las derechas en 1990 se concentraron en atacar a Barrantes, mientras fue Fujimori quien se despuntaba. Así perdieron las derechas. Falta mucho todavía. Es poner todos los huevos en una canasta. No tiene sentido. Claro que, como he escrito arriba, los banderillazos hacen mella, desmoralizan, confunden, enardecen, nublan la visión del oponente. Recursos de la política sucia.

En mi opinión toda esta campaña no tiene justificación alguna. Son los electores los que deben decidir. Cada uno debe defender su derecho a elegir votar y no votar por algún candidato. Ningún gobierno tiene por qué quitarnos ese derecho. No es de sorprender que debido a esta circunstancia el apoyo a Humala aumente:
Presentan moción multipartidaria en respaldo a Ollanta Humala

Lógico. No apoyan a Humala como candidato, sino su derecho a la vida civil, que no sea desaforado.




Como punto a parte y para terminar mencionaré que tenemos una oposición desaforada, pero también cada vez más débil. Otrora adversarios de García, como Mario Vargas Llosa, pasan a respaldarlo en bloque, sin crítica alguna. Sí, se entiende que el programa actual de García coincida con el del escritor, pero el país necesita también de una oposición democrática. Ese espacio ha quedado vacío. Como ejemplo de que las cosas se pueden hacer diferentes señalaré que Belaúnde nunca se habría acercado a García en la forma como lo ha hecho Vargas Llosa. Habría saludado, sí, pero marcando distancias y defendiendo su espacio político. Mal. Ahora, ¿quién capitalizará el desgaste político de García?

Actualización: Escopeta de dos cañones. El mismo día, por un lado García da marcha atrás:
Alan García: expatriación de Humala es error fiscal

pero por otro Múlder insiste:
Humala debe "tener pantalones y asumir responsabilidades", sostiene Mulder

Este tipo de cosas resta credibilidad al gobierno.

Actualización 2: Sobre Mario Vargas Llosa comento un poco más a partir de una plática con Daniel Salas. El tema es que no hay que pensar sólo en la lógica monoiterativa y guerrafriísta de políticas pro mercado y anti mercado, sino en crear alternancias dentro de cada consenso político. Necesitamos abanicos de opciones dentro de opciones pro mercado, que por lo visto se han amelcochado hasta convertirse en indistinguibles. ¿Por qué? En el país hay mucho descontento por algunas cosas que viene haciendo como, sobre todo, por las que no viene haciendo García. El sur chico sigue sin reconstruirse y hay malestar en algunas regiones y en medios sindicales. Ignorar no es resolver los problemas.


Titular e imagen de La Primera:

A Ollanta Humala le caen denuncias graves y hasta quieren desterrarlo. En el caso de Toledo, el Presidente ha dicho “agárrenlo como sea”, según Carlos Ferrero.
García utiliza juicios contra los opositores

Efectivamente, así se ve la cosa.

Los tiempos han cambiado.
Como García es otro, es otra también la actitud hacia él de quienes antes se le oponían. Está bien. Se entiende. Pero, ¿quién se queda en la oposición?

Imágenes tomadas de aquí y aquí. Hacer click en las imágenes para ampliarlas.

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10 jul. 2007

Vargas Llosa se entusiasma con García Por Silvio Rendon










Buenos Aires bajo nieve.

Foto tomada de La Nación


Llego a un Buenos Aires nevado y me comentan que Vargas Llosa escribió un artículo en La Nación donde expresa un gran entusiasmo por el gobierno de Alan García, su otrora enemigo político. Efectivamente:
¿Otro país? Por Mario Vargas Llosa
...
¿A cuántos peruanos beneficia de manera visible e inequívoca la prosperidad de que goza ahora Perú? Yo creo que a no más de un tercio. A los dos tercios restantes les llega apenas, porque las estructuras tradicionales, casi intocadas, impiden que exista esa igualdad de oportunidades sin la cual un país no progresa de verdad aunque sus cifras macroeconómicas sean sobresalientes y goce de elecciones libres y libertad de expresión. (...) El famoso derrame llega sólo a cuentagotas a esos sectores y eso, como es natural, desmoraliza y exaspera a los millones de pobres que oyen hablar de una situación excepcionalmente buena para el país y se sienten excluidos de esa supuesta bonanza. A ello se debe, en buena parte, la agitación social continua -huelgas, bloqueo de carreteras, toma de locales- que, tanto en la capital como en provincias, caracteriza a la actualidad peruana.

Pese a todo ello, confieso que estos dos meses que he pasado en Perú me han dejado mucho más esperanzado que en otros viajes. Este sentimiento no se debe tanto a las buenas estadísticas, sino a la sensación de que algo profundo parece haber cambiado en la cultura del país. Habría que ser ciego para no verlo. En tanto que en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador, amplios sectores sociales, por diversas razones, experimentan una regresión, que gana conciencias y corazones para las apolilladas recetas populistas -nacionalismo, estatismo, colectivismo-, mi impresión es que una mayoría de peruanos han enterrado esos lastres y van aceptando, algunos con entusiasmo y otros a regañadientes, que si queremos salir de la barbarie de la pobreza, la ignorancia, la explotación y el atraso, no hay más que una receta en el mundo de hoy: democracia política, economía de mercado, estabilidad jurídica, apertura de fronteras, incentivos para la inversión y el ahorro, respeto de la propiedad e impulso a la empresa privada.
...
La notable transformación del presidente Alan García, que, en buena hora para Perú, hace ahora exactamente lo contrario de lo que hizo en su primer gobierno, es expresión y consecuencia de esa evolución de una considerable parte de la opinión pública hacia el realismo y gradualismo que caracterizan a la cultura de la libertad. Por primera vez en mucho tiempo, intuyo -con palpitaciones y tocando madera- que, después de tanto tiempo de andar a remolque, Perú podría pasar a ocupar un puesto de vanguardia en el contexto latinoamericano.
Vale la pena leerlo completo. Alguien se embala y me pronostica que Vargas Llosa va camino a ser nombrado embajador del Perú en Francia....

Comentario: No comparto el entusiasmo del escritor por Alan García. Lo he dicho en diversos posts. Hay un cambio de mentalidad en ciertos segmentos, pero también hay una reafirmación de la mentalidad que Vargas Llosa considera perniciosa: miremos sino la votación de Ollanta Humala en las últimas elecciones presidenciales. Se vienen dando una serie de conflictos regionales y sindicales en el país y es el gobierno, Del Castillo, el que le da un contenido político al asunto: "son los picones que perdieron las elecciones" sentenciaría Del Castillo hace poco. Lo pone en términos de sistema vs. antisistema. Elevan diversos conflictos puntuales a un conflicto político, magnificando el poder de grupos como Patria Roja y al mismo Humala. Hay preocupación. La popularidad de Alan García viene cayendo en picado, sin ninguna gran oposición política a la vista. Ollanta Humala está tranquilo, no lidera nada, no hace declaraciones. Eso sí: desde su punto de vista es lo mejor que puede hacer si quiere seguir con opción en las próximas elecciones. Le conviene seguir callado y que otros hablen de él haciéndole publicidad gratuita...

Por su parte, Vargas Llosa llega tarde en expresar su entusiasmo por Alan García. Ya muchos centro-derechistas lo hicieron antes que él. Es un gesto simpático que manifieste públicamente que apoya al gobierno peruano, pero equivocado. La derecha y centro derecha han optado por este entusiasmo ingenuo por García, con lo cual están regalando la oposición a un gobierno en desgaste a las posiciones chavistas en ascenso. Compartirán así el desgaste del gobierno. Mal jugado. Que Bayly "se vuelva aprista" en plena campaña fue curioso, pero tenía sentido; que Vargas Llosa apoye a García a un año de gobierno es completamente desacertado... Al estilo de El pez en el agua, Vargas Llosa parece vivir en una burbuja... Señales como el copamiento aprista de instituciones públicas, la forma cómo socava a sus ministros(as), la toma de control sobre las reguladoras, etc. no señalizan un gran cambio en Alan García. El gran cambio ha ocurrido más bien entre la gente que se oponía a García: ha vuelto a ser encantada por éste, como ocurrió hace más de veinte años....

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4 jun. 2007

Libertad y barbarie Por Daniel Salas

Quiero destacar la excelente columna de Mario Vargas Llosa, campeón de la libertad, en torno a la cultura del espectáculo.

Es difícil agregar algo a la elocuencia y la razón que demuestra aquí nuestro más apreciado escritor. Pero me atrevo a decir que el asunto se puede resumir de esta manera: las sociedades abiertas modernas nos ofrecen muchas posibilidades y, por ello, mismo, los dilemas éticos se hacen más complejos para todo aquel que no quiera perder su individualidad ni renunciar a su responsabilidad.

En fin, espero que esta columna ayude a entender los dilemas de la libertad.

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