Hace poco llegó a mis manos un
Somos del 03/03/07 con el artículo (p. 67) de Rafo León, apreciado maestro, "
La Comida del Loro. Los escritores pagarán los impuestos que los industriales dejan de pagar". No tengo el enlace a este material. Por él me entero:
"los escritores tendremos que descontar en nuestros recibos un 13% adicional porque el MEF ha decidido volver a gravar nuestros ingresos por derechos de autor, un porcentaje que la Ley del Libro de Toledo había suspendido con la idea de incentivar la producción cultural escrita".
Lo pone en constraste con las exoneraciones tributarias, "contratos de estabilidad tributaria" a empresas productoras de etanol en el norte del país. Exoneraciones para algunos, pero no para otros. Los escritores esperarían que ya que se les retira exoneraciones de impuestos se muestre algo más de acción publica:
"a cambio se combate la piratería del libro y se despliega una estrategia de promoción de la lectura en el país, por ejemplo, creando bibliotecas".
En cualquier caso, los impuestos a los escritores es el chocolate del loro de la recaudación...
Leo hace algunos días:
Sobre autores y derechos confiscados
Chachi Sanseviero.
En el 2003, el presidente Toledo promulgó la Ley Nº 28086, llamada pomposamente "Ley de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura", la que entró en vigencia un año después con la aprobación de su reglamento.
Hecha la ley, hecha la trampa, dice el dicho. La ley fránkestein se urdió en los antros del MEF al redactar un reglamento que en la práctica solo favorecía a las grandes imprentas y editoriales extranjeras. La eterna ley del embudo: lo ancho para los grandes y lo angosto para los pequeños.
Los editores y libreros independientes quedaron atrapados en las telarañas de engorrosos trámites, infalibles barreras que impiden acceder a los créditos por reinversión y otros beneficios tributarios contemplados en la norma.
Hace poco hemos comentado el absurdo capricho del ministro de Economía que se niega a cumplir el artículo 21º de la Ley del Libro que ordena establecer aranceles preferenciales a las "importaciones de bienes de uso exclusivo de la industria editorial del libro".
Pero tampoco los autores se han librado de las artimañas de los chicos malos del MEF. Como no se puede asustar con impuestos a los pobres inversionistas que ganan millones en la Bolsa sino hasta el 2009 (guerra avisada no mata gente), que lo menciono por no insistir con las sobreganancias mineras, ahora gravan las míseras regalías que por derechos de autor perciben nuestros escritores, violando así el espíritu de la ley en su artículo 24º.
¿Alcanzará lo que recauden para aumentar el sueldo a los maestros? Cruel ironía, porque el porcentaje del PBI para Educación en lugar de subir ha bajado y de algún lado tendrá que salir la tela para cortar el paño...
...
Leo también:
Taxman
Aldo Mariátegui
Me divierto mucho leyendo esa declaración del ministro Carranza con respecto a los criminales impuestos (¡45%!) a los espectáculos. Me recuerda “Taxman”, esa indignada canción de los Beatles
....
En Chile y Argentina acudieron 50 mil personas. Aquí sólo 14 mil porque las entradas estaban carísimas, gracias a Carranza, a su antecesor Zavala (que estaba feliz toneando en el concierto), y a los ministros anteriores (como el gran Silva Ruete y su IGV de 19%. Espero que a Alan no se le ocurra ponerlo otra vez en el MEF), al aplastante impuesto municipal de 15%, al expolio de APDAYC de 10%, a los problemas en Aduanas, etc…. b) No se está pidiendo “una exoneración o beneficio tributario”, sino que no se hagan tonteras tributarias. Que el 45% de la entrada sean impuestos es un magnífico ejemplo de cómo se puede desanimar una actividad y recaudar menos por ende. C) No tiene uno que sacar un PhD en Economía como Carranza en la prestigiosa universidad de Minnesota ni quemarse mucha neurona para darse cuenta que en este caso existe una tremenda “desproporcionalidad impositiva”. ¿O 45% de carga en una entrada no es patentemente absurdo? ¿Ya qué más se necesita?
Soy tan ortodoxo como Carranza, pero tampoco podemos vivir de los textos siempre. Así como no entiendo cómo no ve claramente esto de las entradas, tampoco no comprendo cómo no se le pone aranceles cero a los libros ni como no se les favorece tributariamente para tener menos ignorantes en un país donde sobran (¡40% votó por Humala! ¡Casi la mitad son fronterizos entonces!) y en donde no se pueda competir con una piratería editorial brutal. Por un lado, el Estado no hace su trabajo de reprimir la piratería y por otro te desolla con impuestos y aranceles. Es que el Estado es el problema. ¡Hasta Chachi Sansiviero se ha vuelto neoliberal por este tema!
Comentario: Obviamente, cada uno le da su ángulo al asunto. Lo ponen en términos de
- grandes vs. pequeños,
- extranjeros vs. nacionales,
- estado vs. privado,
- doctrinarismo de libro de texto vs. sentido común,
- impuestos altos vs. impuestos bajos.
(En el caso del último autor y su referencia a "quemarse mucha neurona" en la U. de Minnesota lo vinculo a lo que escribría él hace unos días:
Estudié esa carrera [derecho](no economía porque era muy malo para números ni historia porque temía morirme de hambre después (...)
Cosas de abogados
En fin, parece que tiene algún tema con el asunto. En todo caso, ya he comentado sobre
El keynesiano Carranza y la "Michael Jackson economics". De manera que ese "soy tan ortodoxo como Carranza" no califica. No te vistas que no vas...)
Veamos, es evidente que hay una necesidad muy grande de vincular un tema tan sencillo a algún "ismo". Las críticas a Lucho Carranza vienen desde antes de que comenzara su gestión (lo comenté en
El cuco Carranza). El tema de los impuestos ha reventado ahora con él,
no con PPK,
no con Camet, no con Boloña,
no con otros que llevaron a cabo la misma política de impuestos altos por todo lado para algunos y exoneraciones para otros. A lo más se critica retrospectivamente a algunos, como Zavala o Silva-Ruete. ¿Por qué? ¿Por qué no se centran en la política compartida por varias administraciones y sólo se quedan en las personas? No se ve el fondo del problema. La reflexión sobre el tema sólo llega a la persona que lleva a la práctica una política y las anécdotas que rodean al asunto. La retórica machetera se encarga del resto...
En realidad hay una paradoja en un modelo económico que algunos llaman "liberal" o "neoliberal". No puede haber liberalismo con impuestos altos, menos aún si estos son tan discrecionales y se prestan a prácticas prebendarias. Lo he dicho antes
Como diría André Gide: "
Todo está dicho, pero como nadie escucha, hay que repetirlo cada mañana". Hay muchos conceptos muy simples de economía que no forman parte de la discusión pública (ver también
Ignorando la externalidad), de manera que seguimos atrapados entre nuestras opciones preferenciales por los "ismos", cada uno mejor que el otro.
El ITF, por ejemplo, fue duramente criticado por varios colegas, incluyendo Roberto Chang, prominente economista peruano. No es un tema que venga de ahora. De hecho,
todos estos impuestos altos y discrecionales no vienen de ningún libro de texto.
No es que la economía moderna diga que hay que poner impuestos como el ITF, a los escritores o a los artistas. Mejor que no se enrollen con especulaciones al respecto si no saben. En realidad, la tendencia es a la simplificación y reducción de impuestos. Lo que ocurre es que en un país de alta informalidad el estado reacciona poniéndole impuestos aun más altos a los formales (a algunos formales, por supuesto), con lo cual refuerza aun más la informalidad. Es un círculo vicioso del cual las administraciones de los últimos años en el Perú no han podido salir. Es tan apreciable la estabilidad y el crecimiento obtenido que se percibe como que este tipo de modelo consistente en cuadrar las cuentas funciona bien; mejor que ni lo toquemos. Ya, pero el tema es pasar a un esquema mejor. No todo tiene por qué ser regresar a Alan García de los ochentas (¡ups! me olvidaba que García ya regresó). Todavía no hemos encontrado esa fórmula mejor. Ni nosotros, ni muchos países que están con el mismo problema, ni las multilaterales (BM, FMI, BID). He ahí un desafío a resolver.
En tal sentido una experiencia interesante fue la ocurrida en 1989, sí, en plena hiper y gobierno aprista. Se promulgó la ley 019 que exoneraba de impuestos a las confecciones de prendas de vestir. Pues, este incentivo fue poderosísimo y
las exportaciones se duplicaron en sólo un año. Al tiempo, una vez eliminado el incentivo, la producción volvió a caer. Un excelente "experimento natural", lamentablemente de carácter transitorio. La moraleja de la historia es que
los altos impuestos reprimen fuertemente la actividad productiva. Bajen los impuestos y aumentará la producción, se desarrollará la creatividad de los innovadores sin necesidad de grandes apoyos del estado. Imaginemos cómo podría crecer nuestra producción en base a esta
verdadera liberalización. No sólo crecer la producción de bienes que ya existen, sino de nuevos bienes. Hay una serie de actividades posibles en el país que no se realizan por los impuestos castradores. Y, para variar, los más pobres son los más perjudicados por esta pesada carga. Tampoco hay ninguna gran modernidad asociada con los altos impuestos. Todo lo contrario, corresponden a la época de Juan sin Tierra expoliando a los campesinos en Inglaterra...
Etiquetas: Economía, Perú