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26 nov. 2008

Abstracciones Por Gonzalo Gamio

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23 nov. 2008

De vacunas y venados Por Susana Frisancho


La PUCP se ha hecho conocida por su fauna, especialmente por los venaditos que corretean por el campus. Alguna vez incluso los incluyeron en una publicidad (esa que fué hecha en un círculo que giraba...). No cabe duda que le dan un toque peculiar al campus y que los visitantes que los ven los recuerdan como muy caraterísticos.

Pregunto: ¿Hasta dónde llega la responsabilidad PUCP con ellos? Por ejemplo, ¿está la PUCP de alguna manera obligada a vacunarlos? Me han dicho por allí que la universidad no quiere asumir dicha tarea, ni sus costos. No se si será cierto.

Personalmente pienso que sí tiene responsabilidad para con ellos, y que debería asumir su cuidado. ¿Qué piensan los demás? Y si la respuesta es sí, ¿se extiende la responsabilidad para otros animales como las ardillas, que también pululan por el campus?

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El liberalismo político y el 'síndrome de vanguardia" Por Gonzalo Gamio

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22 nov. 2008

Falta de reciprocidad peruana Por Silvio Rendon

Es normal llegar a un aeropuerto y ver cómo se separan las filas: "US citizens and residents", por un lado y "visitors", por otro. Mexicanos por aquí, Mercosur por aquí, Ciudadanos de la Unión Europea por aquí; los otros por allá. Sin embargo, cuando se llega al Perú todos hacen la misma fila. ¿Por qué?

Finalmente el/la peruano/a, resida en el extranjero o en el Perú, no tiene un estado que le dé un mensaje de amparo. "Paisano, bienvenido a México" rezan diversos cartelitos en los aeropuertos mexicanos, y ahora, que se le ha puesto el ojo a las remesas de los nacionales residentes fuera, aún más. Un emigrante que se iba de México a EEUU no siempre era (es) visto en México como alguien que forme parte de la entidad nacional. Su emigración era el testimonio práctico de la falta de oportunidades en su propio país, un expulsado de su suelo, una persona que sobraba. Hoy con las remesas, ya se le vio el ángulo positivo.

En el Perú pasa algo parecido, llegando los peruanos residentes fuera a tener cierto peso en temas como las elecciones, cuando éstas son reñidas. Claro, igual todas las transacciones que tengan que ver con la salida al exterior tienen que pagar precios altos. Un pasaporte peruano cuesta caro, tres veces más que un pasaporte europeo; un certificado de antecedentes penales para el extranjero cuesta más que uno para usos locales. Como en todo, la ley de la demanda en estos casos se aplica inexorablemente y estos altos precios son una razón por la cual los peruanos que tienen doble nacionalidad desactivan de facto su ciudadanía peruana, ya no renuevan el pasaporte, ya no piden el DNI. Pero claro, la lógica en el país es "tienen plata, que paguen". Difícil de cambiarla...

Y por otro lado, viene la lógica de la hospitalidad al visitante extranjero. El peruano tiene que pedir visa a casi todos los países del primer mundo (1), mientras los ciudadanos de esos países no tienen que hacer lo mismo cuando vienen al Perú. Ponerles alguna medida de reciprocidad es vista sin más como una afrenta a la actividad turística. Toca no exagerar. La ley de la demanda claro que se cumple, pero ¿cuán elástica es esa demanda? El Brasil reacciona con total reciprocidad: me pones visa a mi gente, le pongo visa a la tuya. Ya fue exagerado cuando en el Brasil reaccionaron a que EEUU adoptara medidas de seguridad tomando fotos y huellas digitales a los visitantes a ese país, haciendo lo mismo. El problema era que los brasileños no tenían un sistema para almacenar la información ni sabían para qué lo hacían. Se trataba meramente de hostigar a los americanos como los brasileños eran hostigados en EEUU.

Otros países como Chile reaccionan cobrando una tasa a los visitantes a su país, llamada de "reciprocidad". El americano puede entrar en Chile sin visa, pero tiene que pagar unos cien dólares que le permiten la entrada por diez años. Es otra forma de lograr la reciprocidad. No parece que sea una medida que haya perjudicado al turismo chileno en gran forma. Los americanos ven como lo más normal del mundo que si los chilenos necesitan visado en los EEUU, ellos tengan que hacer algún tipo de transacción cuando van a Chile. ¿No les gusta? Que se quejen con su gobierno por imponerles la visa a los ciudadanos de otros países.

En el caso peruano parecería que es un tema superficial, ignorable. Pero recordemos que mucha gente, de todos los orígenes sociales y regiones del país, sale fuera por diversas razones. Que no tengan un estado peruano que los haga sentir amparados en la práctica y con gestos muy concretos no es un tema nada trivial. Tocaría prestarle mucho más atención, comenzando por recibir a los ciudadanos y ciudadanas peruanas en los aeropuertos como si verdaderamente regresaran a su país.

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(1) Hasta había asimetría entre el Perú y México en temas de visados; Perú necesitaba visa para México, pero no México para el Perú. El Perú impuso el visado a México, pero no por reciprocidad, sino porque supuestamente había presencia de mafias y sicarios mexicanos en el Perú.

Control migratorio en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Antes se hacía una fila para cada ventanilla y se generaba el desorden. Después se hizo una sola fila para todas las ventanillas.

Imagen tomada de la DIGEMIN.

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20 nov. 2008

Amnistía: oscuridades (y posibles componendas) Por Gonzalo Gamio

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19 nov. 2008

1976: Carlos Rangel sobre las élites criollas Por Silvio Rendon

Lo cuenta este periodista venezolano en "Del buen salvaje al buen revolucionario":
El reverso de los mitos

El Túpac Amaru histórico fue un descendiente en línea directa de Ios Incas, Emperadores del Perú preecolombiano. Al rebelarse en 1780, cambió su nombre españolizado por el de un Inca ejecutado en 1569 por Francisco de Toledo, el Virrey que entre ese año y 1582 consolidó definitivamente el dominio español soobre el territorio peruano.

Derrotado y preso, Túpac Amaru II fue vejado y muerto cruelmente, con lo cual paso a la historia como mártir y precursor de la independencia latinoamericana.

Esto es típico de los equívocos y los mitos de la América Latina. Túpac Amaru se rebeló en nombre del Rey español, Carlos III (1759-88) y contra 1os abusos de los criollos peruanos. Fueron éstos quienes le hicieron frente, lo derrotaron y lo supliciaron, sobre todo para defender sus privilegios de descendientes de los conquistadores, y sólo accidentalmente para sosteener 1os derechos de un lejano rey afrancesado, quien desde 1765 había comenzado a molestarlos y a inquietarlos con la extensión a America de ideas modernas sobre una mejor administración y supervisión imperiales basadas en el sistema francés de delegados (intendentes) de la corona.

En este ocaso del Imperio Español de América, los criollos americanos, cepa de la estructura de poder de todas las futuras repúblicas independientes, viven emociones y sentimientos contradictorios. La rebeldia exitosa de los colonos ingleses de America del Norte los fascina. Aspiran a ejercer todo el poder, a tener todos los honores, en lugar de tener que admitir la tutela de España, ejercida por funcionarios peninsulares. Pero a la vez, como amos en una sociedad esclavista, se saben rodeados de enemigos. No sólo los indios en apariencia sumisos, pero que de vez en cuando estallan en rebelion, como en el Perú en 1780; o como en México en 1624 y 1692; sino ademas los negros bárbaros y violentos y los pardos humillados y resentidos. En el motín de 1692 los esclavos negros, los pardos y hasta los blancos pobres, llamados en Mexico saramullos, para distinguirlos de los orgullosos criollos, habian terminado por hacer causa común con los indios en una explosión de cólera contra toda autoridad y toda riqueza.

Por si todo o esto fuera poco, la revolución de Haití les ofreció a los criollos hispanoamericanos, desde 1791, una demostración práctica de lo que podia ser la guerra social en las sociedades esclavistas de América, una vez disueltos los vínculos con la metrópoli y resquebrajados los hábitos de autoridad y sumisión.

Frente a la masa oscura y enemiga de los esclavos, los siervos y las castas libres inferiores, los criollos se sienten ansiosamente españoles, fieles súbditos del Rey. Criollos pueden en haber sido (y fueron probablemente) los verdugos de Túpac Amaru. Criolla tambien la pluma redactora del bando proclamado en Cuzco tras haber sido ahogada la sublevación: "Por causa del rebelde, mándase que los naturales se deshagan o entreguen a sus corregidores cuantas vestiduras tuvieren, como igualmente las pinturas o retratos de sus Incas, los cuales se borrarán indefectiblemente como que no merecen la dignidad de estar pintados en tales sitios.

Por causa del rebelde, celarán los mismos corregidores que no se representen en ningún pueblo de sus respectivas provincias comedias u otras funciones públicas de las que suelen usar los indios para memoria de sus hechos antiguos.

Por causa del rebelde, prohíbense las trompetas o clarines que usan los indios en sus funciones, a las que llaman potutos, y que son unos caracoles marinos de un sonido extraño y lúgubre.

Por causa del rebelde, mándase a los naturales que sigan los trajes que les senalan las leyes, se vistan de nuestras costumbres y hablen la lengua castellana, bajo las penas más rigurosas y justas contra los desobedientes".

Pero los mismos criollos que lanzan (o suscriben) en 1781 esa proclama de ocupantes, van, a partir de 1810, a declararse "indios honorarios", herederos y vengadores del Buen Salvaje. El himno del Peru independiente designa a Lima (la mas española, junto con México, de las ciudades hispanoamericanas) heredera del odio y la venganza del Inca, su legítimo señor, y libre de nuevo después de tres siglos de opresión extranjera (1). El himno de Argentina asegura que con la guerra de emancipación, los Incas se conmovieron en sus tumbas por la emoción de ver "a sus hijos" renovar "el antiguo esplendor de la Patria". En Ecuador, Jose Joaquín Olmedo, suerte de poeta laureado de la Gran Coolombia, imagina (en 1825) al Inca Huaina Capac, montado en una nube, jubiloso de que, tras haber tenido la desdicha de ver desde ultratumba.

"correr las tres centurias
de maldición, de sangre y servidumbre"

esté ahora despuntando la hora feliz en que empieza
"la nueva edad al Inca prometida".

Entretanto, la situación de los indios no míticos, o muertos y enterrados desde antes del descubrimiento, sino vivos de carne y hueso, siguió donde quiera siendo igual o peor que antes de la ruptura can España. La administración colonial española estaba a cargo de peninsulares sin intereses privados en América, ni nexos de sangre o prolongada familiaridad con la oligarquía criolla. Para estos funcionarios, Virreyes, Intendentes o Capitanes Generales, las castas americanas eran un hecho político, a manejarse con el expediente de una prudente mediación entre unas y otras. Ademas, si bien no había en ese gobierno preocupación alguna de equidad social tal comoo hoy la entendemos, y es obvio que en el arbitraje entre las castas los criollos l1evaban de lejos la mejor parte, sí había alguna preocupación de justicia, y rastros de la controversia (vivida por la España cristiana del siglo XVI, sobre la humanidad y los derechos de los aborígenes de America) que habia dado lugar a la promulgación de las llamadas "Leyes de Indias" donde figuraban numerosas disposiciones destinadas a proteger a los indios.

En contraste, los gobiernos republicanos de Hispanoamérica van a ser todos representativos exclusivamente de implacables hacendados criollos o (en el caso de países removidos socialmente por la guerra) de aún más implacables hacendados pardos; oligarquias que no tendrán otra precupación ni otra meta que mantener intactas las estructuras sociales basadas en el latifundio y el peonaje. Los frecuentes cambios de gobierno, las llamadas "revoluciones latinoamericanas", no van a ser sino perturbaciones superficiales en un agua estancada.

Para colmo de injusticia, cuando hacia fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX las clases dirigentes latinoamericanas comiencen a formular explicaciones o excusas por el fracaso de sus sociedades en comparación con la sociedad norteamericana, es al indio, al negro y a la mezcla de razas a quienes van a culpar; y esa explicación va a preceder primero, y luego a coexistir durante tiempo con la que hoy está de moda y que atribuye exclusivamente al imperialismo norteamericano el atraso y la frustración de America Latina.
Comentario: Estas líneas parecen escritas por alguien muy radicalizado, pero fueron escritas por Carlos Rangel, más de una vez tildado de ser de derechas. Su punto de vista está en las antípodas del punto de vista dependentista, calificado como izquierdista, y representado por el periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano con "Las venas abiertas de América Latina".

¿Cuánto de las actitudes que señala Rangel en estos párrafos persisten todavía en el país? Las élites que le echan la culpa del atraso latinoamericano a los esclavizados indios y negros (ver "Pueblo enfermo" del historiador y político boliviano Alcides Arguedas), pero a la vez se autoproclaman legítimas herederas de la gloria de las grandes civilizaciones prehispánicas (ver el imprescindible Incas sí, indios no: Apuntes para el estudio del nacionalismo criollo de la historiadora peruana Cecilia Méndez).

Y, desde luego, si el fracaso económico de América Latina no es cosa propia, explicada por la propia incompetencia de la América católica y sus ridículos tiranos, como lo pondría el cantautor brasileño Caetano Veloso, pues tiene que ser cosa de otros, del imperialismo, la versión izquierdista del arielismo de estirpe oligárquica.

No digamos aquí que el imperialismo no existe y que no hay intervención externa. En este blog he documentado diversos episodios de intervención americana en el Perú. Sin embargo, en estos mismos episodios queda muy clara la precariedad doméstica y la debilidad de las fuerzas internas de cambio social, que podría ser motivo de un post aparte.

Curiosamente, las élites de izquierdas comparten actitudes de rechazo y distancia hacia la ciudadanía en general. No llegan ni parece que les interese llegar, y hasta le temen, al pueblo peruano. Un tema de larga data por nuestras geografías...

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(1) Seguramente se refiere a la cuarta estrofa, cantada con la música de "Largo tiempo el peruano oprimido...":
Lima, cumple ese voto solemne,
y, severa, su enojo mostró,
al tirano impotente lanzando,
que intentaba alargar su opresión.
A su esfuerzo sellaron los grillos
y los surcos que en sí reparó,
le atizaron el odio y venganza
que heredara de su Inca y Señor.
Tomado de Wikipedia. Hay versiones del himno por José Santos Chocano y por Chabuca Granda, pero que no pegaron...




Túpac Amaru II y Toussaint L'Ouverture. La imagen de la América que no fue.

Sus revoluciones aterrorizaron a los criollos hispanoamericanos.

Con la metrópoli en crisis las élites criollas se quedan solas frente a una masa de indios y negros esclavizados, pero con potencial de rebelión. Su reacción es la extrema violencia y el aniquilamiento de la élite indígena que tenía un estatus aparte en la colonia. Ahora todos serían ciudadanos, sólo que, parafreaseando a George Orwell, algunos, los implacables hacendados, serían más ciudadanos que otros....

Imágenes tomadas de aquí y aquí

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16 nov. 2008

1962: el golpe que la embajada americana trató de impedir y no pudo 2 Por Silvio Rendon

En 1962: el golpe que la embajada americana trató de impedir y no pudo contaba lo relatado por Stephen G. Rabe, cuando América Latina era "el área más peligrosa del mundo". Haré aquí algunos comentarios:

1. El gobierno de Eisenhower había apoyado muy claramente a dictaduras como Batista, Trujillo, Odría, Somoza. La revolución cubana hizo que los tiempos cambien en algo, y que el mismo Eisenhower dejara de apoyar a algunos dictadores, como Trujillo, y que otros dictadores dejaran el poder. En particular, el distanciamiento con Trujillo, producido por diversos atrevimientos de este dictador (asesinato de un refugiado vasco que trabajaba para la CIA y un piloto americano e intento de asesinato de Rómulo Betancourt), contribuyó a dar credibilidad a la nueva política americana a favor del constitucionalismo. Cuando llega Kennedy al gobierno, queda claro que la política no puede ser la de los cincuentas. El anticomunismo americano tiene que ser pro-democrático y no pro-dictadura. La enseñanza para Kennedy fue que una cosa era dejar de promover dictaduras y otra muy diferente era oponerse a ellas si eso era lo que emergía de los países latinoamericanos. Una enseñanza que recuperaría importancia décadas después, una vez acabada la guerra fría en la región.

2. Kennedy no necesitaba distanciarse de los oligárquicos Prado y Beltrán. Le bastaba con esperar que funcione la alternancia, el recambio electoral, y que venga un gobierno reformista. Fue su primera apuesta. Los americanos se daban cuenta que las apariencias sobre el Perú eran engañosas. Gran crecimiento, gran estabilidad, grandes partidos de derechas, un gran partido aprista, pequeños grupos comunistas, pero veían al Perú explotando socialmente. No lo sabían a ciencia cierta, pero veían el potencial y querían anticiparse a los comunistas, no importa cuán poco numerosos fueran. Esta preocupación de los americanos de ver al Perú como un país potencialmente explosivo, en contraste a como lo ven las élites gobernantes nacionales y de su propia comunidad empresarial en el país, se mantuvo décadas después, en su apoyo a Fujimori contra Vargas Llosa, aquí. Tal vez sea una preocupación que haya vuelto a estar presente en la década actual, en que se percibe una gran intransigencia anti-redistributiva de parte de las élites gobernantes.

3. La posición anti-castrista de Prado y Beltrán era extrema incluso para los americanos. Claro, era ´la inercia de lo cultivado en la época de Eisenhower y Dulles. Notemos que los descendientes o parientes ideológicos de Beltrán mantienen esa posición extrema (Jaime Bayly llamando a la muerte contra Castro y Chávez, aquí, o Aldo Mariátegui razonando que una acción cuestionable no traerá consecuencias y pronto será olvidada: "No va a pasar de un poco de chilla y la vida seguirá igual. Ni las ONG ni la Corte de San José van a bloquearnos o invadirnos", aquí).

4. Cuando Kennedy asumió el gobierno, la relación entre el Apra y los agentes americanos tenía ya buen tiempo, promoviendo el "sindicalismo libre", con estudiantes, con Haya de la Torre y posteriormente con un embajador americano, que fue retirado del Perú a pedido de los militares peruanos por su identificación aprista. El apoyo a Haya de la Torre le vino porque lo consideraban liderando una fuerza reformista. Paradójicamente, una vez perdidas las elecciones Haya de la Torre se opuso a las reformas impulsadas por la Alianza para el Progreso, lo cual no impidió que siguieran manteniendo relaciones, que se reactivarían ante el común enemigo que fue Velasco Alvarado.

5. Los militares peruanos estaban en contra de Haya de la Torre y su partido, pero no parece que contra algún planteamiento específico o contra algún programa de reformas. La "guerra interna", como ahora se llama, de comienzos de los treintas pasaría factura treinta años después, un factor subestimado por los americanos, que pensaban que los militares reaccionaban como protectores de la oligarquía. Ya para 1965 quedaría clara la orientación "nasserista" e institucional de los militares peruanos (ver a John Gunther). De hecho, diversos aspectos de la Alianza para el Progreso ya se comenzaron a aplicar con el gobierno militar de Pérez Godoy. Aquí los militares peruanos aprendieron que se podía hacer cosas diferentes de las que los americanos querían para el Perú, en una mezcla de negociación y afirmación de una posición propia. Una enseñanza que se aplicaría en 1968...

6. En tiempo real posiblemente tocaba tener acceso a los círculos de poder nacionales o americanos para percatarse de las negociaciones entre los militares y los funcionarios americanos. No parece que fueran informaciones que trascendieran, ni siquiera hasta ahora, décadas después. Lo que se sabe es por fuentes americanas, que tienen una política de desclasificación y publicación de información. En tiempo real lo único que quedaba era interpretar señales como la campaña de USIA a favor del constitucionalismo en el Perú, las declaraciones de Kennedy, los desplazamientos del embajador. Posiblemente en el presente sean las señales a las que haya que atender para inferir que algo pasa allá dentro.

7. La reacción de los americanos ante el pacto Haya-Odría fue de una gran frustración. No se esperaban que el reformista Haya se aliara con el ex-dictador que lo persiguió. Más aún, los americanos esperaban que este gran partido populista que supuestamente tenía un gran poder de convocatoria se movilizara condenando el golpe. Les frustró que no hubiera huelgas ni protestas. El partido al cual tan comprometidamente estaban apoyando esperaba que todo le viniera de fuera. Que Rómulo Betancourt o que John Kennedy se movieran por algo por lo cual los apristas no se estaban moviendo. Esta falta de movilización hizo que los americanos se echaran para atrás en su apoyo a Haya. Posiblemente en el futuro el apoyo internacional tendría que ser completo: apoyo diplomático, externo y apoyo a la movilización interna, sino los protegidos no se movían. Si quieres hacer algo, tienes que hacerlo tú y hacerlo completo.

8. Tres décadas después, cuando Fujimori da el golpe de estado, San Roman reacciona entusiasmado, esperando que el gobierno americano lo apoye porque ya no cabían las dictaduras en América Latina. Gran error. Los americanos ya habían aprendido que incluso estando en contra de un golpe de estado, no tenían mucho margen de acción y les tocaba negociar con el hombre fuerte de turno. Una vez más, la movilización contra el golpe de estado fue mínima. No hubo huelgas. Definitivamente, en el caso del golpe de Fujimori no hubo condena diplomática externa, ni americana ni de la comunidad latinoamericana. Como se supo después, Montesinos recibió dinero de la CIA y los estafó, haciendo su propio juego, aquí. Posiblemente se haya tratado de un golpe apoyado por el gobierno americano. Las multilaterales apoyaron entusiastamente a Fujimori y sus "reformas estructurales", aquí, difíciles de realizar con un congreso en contra. San Roman no tenía una oportunidad. Tuvo que pasar algún tiempo para que el gobierno americano revirtiera su política de apoyo a Fujimori y a Montesinos. Diversas instancias, entonces, apoyaron y ampararon a organizaciones opositoras que se movilizaron contra Fujimori.

9. La intervención americana en países sudamericanos, entre ellos el Perú, es más indirecta que en países más pequeños y más débiles institucionalmente (en Centroamérica y el Caribe) donde la intervención es más directa y abierta. Sin embargo, la intervención es real, a través de presiones, negociaciones, agentes y socios locales, apoyo diplomático e informativo, chantajes económicos (como en el caso de la compra de los Mirages a Francia en 1967), financiamiento de actividades económicas y reformas (como en la Alianza para el Progreso), apoyo de candidatos en las elecciones (como el apoyo a Haya de la Torre en 1962 ó a Fujimori en 1990), apoyo a las FFOO (como el apoyo de "Superman" y "Caracortada" al GEIN o el apoyo de la CIA a Montesinos, o la capacitación a Jesús Sosa, diplomado por el gobierno americano). Una intervención que puede inclinar la balanza en la lucha política interna y decidir los destinos del país.

10. La política de Kennedy y luego de Johnson fue revertida posteriormente por Nixon y Kissinger, produciéndose el desenganche latinoamericano. América Latina dejaría de ser una región prioritaria para los Estados Unidos como lo fue bajo el gobierno de Kennedy. Es una situación que no se revierte hasta nuestros días. Desde el punto de vista económico hay otras regiones más interesantes para los EEUU.

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15 nov. 2008

Fábula con dos burgueses Por Daniel Salas

Toda ideología viene con su mitología. “Sale con hueso” como dicen en los mercados. El problema es que la mitología fija tipos inamovibles y nos muestra el mundo de una manera en la que ya no vemos las diferencias.

En la mitología comunista, por ejemplo, todos los burgueses son malvados y todos los proletarios son buenos. En la mitología liberal, todos los burgueses son buenos y todos los proletarios son empresarios en potencia.

En la mitología comunista, el motor de la sociedad es la fatal enemistad entre las clases. En la mitología liberal, el motor de la sociedad son las acciones de los sujetos libres.

En la mitología comunista, las ideas dominantes son el resultado superestructural de conflictos infraestructurales. En la mitología liberal, las ideas dominantes son fruto del consenso (i.e. del mercado de ideas).

Por supuesto, no puedo concordar ni con una ni con otra. Yo, por ejemplo, me siento más cercano a la ideología liberal y siento una gran admiración por la burguesía, pero –no me cabe duda— no puedo admirar a toda la burguesía. La burguesía por la que siento aprecio es aquella que ha desnudado con mayor desparpajo sus intereses y con ello ha combatido –a veces de manera feroz, a veces de manera irónica o simplemente con desinterés– el oscurantismo, el irracionalismo, la jerarquía de la sangre; es esa burguesía que en la actualidad lucha contra las vertientes perversas del postmodernismo.

Estoy a punto de decir “soy burgués, a mucha honra” si no fuera porque “la honra” es un valor residual que heredamos de aristócratas preocupados porque su honra estuviera tan notoriamente en duda.

La burguesía que admiro y con la que me identifico es aquella que entendió a Maquiavelo, la que, en las comunas castellanas, se enfrentó a Carlos V, la que se abrió paso contra los “limpios de sangre”, la que escribió los derechos del ciudadano. Los burgueses con los que simpatizo son los que evitan hasta donde les sea posible el dolor y el sacrificio –para eso inventaron los anestésicos, los analgésicos, los paliativos para la gripe, los deportes de invierno, los edulcorantes no calóricos y los viajes de crucero— y que tampoco quieren causar dolor ni sacrificar a nadie por muchas razones, especialmente porque eso iría en contra de sus negocios.

La burguesía es la clase más revolucionaria de la historia. Más precisamente, es la única clase revolucionaria de la historia. No solo acabó con las estirpes de reyes contrahechos, sino que borró del planeta la viruela y (casi casi) la polio, convirtió en un principio elemental la igualdad de sexos y de razas y concibió la idea de que casi todo se podía vender, incluyendo la información.

Entonces el buen bugués hizo un gran negocio llevando periódicos a la gente que quería leer sobre política o deportes, que buscaba recetas y consejos de cocina, o bien que perseguía anuncios de empleo. El buen burgués sabía que la democracia y la libertad eran las condiciones óptimas para su empresa. Supo incluso sacar provecho de las crisis revelando los secretos públicos de los funcionarios venales, de los narcotraficantes avioneros y de las fábricas de partidos políticos. Así multiplicó sus ventas. Decir la verdad no solamente era una buena idea para hacer provechosa su empresa: era también una responsabilidad ética, dos principios que el buen burgués supo conjugar. Una de sus mejores decisiones fue contratar – sin saberlo – a un modesto corrector que ahora colabora en un blog pobre pero honrado.

Entonces no solo hizo una buena fortuna, sino que hasta logró que lo consideraran un héroe de la democracia, lo cual inspiró la envidia y la codicia de un presidente que estaba de paso.

Fue en ese momento que vino su pariente cercano, el mal burgués. Notoriamente diferente, inconvenientemente parecido, el mal burgués tomó las riendas del negocio y lo puso patas arriba. Ahora –decidió– ya no se trata de informar sino de servir a la gobernalidad, de proteger la estabilidad de la nación, de hacerle el pare a los que promueven paros y de no contrariar los negocios del señor presidente. Despidió a uno acusándolo de alopecia y a otro por miopía. Tal audacia le valió el aplauso de una corte de lambiscones.

El mal burgués es un pésimo negociante y, no me queda la menor duda, va a acometer la gran hazaña de hundir una empresa que costó años renovar.

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14 nov. 2008

Cómo no perder el sentido de justicia Por Daniel Salas

Esta es una breve intervención en un periodo de tiempo en el que había prometido no bloguear. Hago una excepción a mi promesa porque el tema es demasiado importante.

Me refiero a un post de Martín Tanaka sobre el proyecto de indultos y amnistías a los militares procesados por derechos humanos y con el que no puedo estar más en desacuerdo. Mi cuestionamiento a las ideas de Martín se enfocan especialmente en el segundo párrafo de su artículo. Veamos:

De un lado se dice que no se quiere exonerar de responsabilidad a quienes
violaron los derechos humanos o cometieron delitos; del otro lado, se dice
que se comparte la preocupación por juicios excesivamente largos a miembros
de las Fuerzas Armadas. Si es así, ¿por qué tanta controversia?

El problema con el análisis de Martín es que supone la buena voluntad de ambos actores, como si cada una de las partes representara una honesta aspiración al bien y la discrepancia se debiera a diferentes maneras de ver la justicia. Si cada parte busca el bien, en efecto, no debería haber tanta controversia.

Como es obvio, ello no es así. No se puede decir seriamente que los que defienden a los militares lo hagan por razones de justicia. La corrupción de nuestro sistema político es demasiado palpable como para pretender hacerla a un lado en este tipo de enjuiciamientos.

Suelo apreciar los análisis de Martín Tanaka. Desafortunadamente, reconozco que en sus últimos artículos pretende mostrar una objetividad que, a la larga, puede abrir paso a posiciones amorales, como si el estudio del ser fuera independiente del deber ser.

En un anterior post, Martín presentaba el triunfo de Barack Obama como fruto de una casualidad. Es posible, pero tal vez sea trivial, ya que habría que decir qué presidente de los Estados Unidos no ha sido elegido como resultado de una serie de factores azarosos. Habría que decir también qué gran hecho social no es consecuencia de estas mismas causas que, finalmente, no pueden ser enteramente atribuidas a la voluntad de un sujeto.

Me parece que no basta describir las cosas como son. Tenemos también la obligación de imaginar cómo deben ser. “Yes we can” (“Sí se puede”) el lema de la campaña de Obama justamente se refiere a ese gran espacio de la imaginación que debemos rescatar si queremos el cambio. Pensar en lo que puede ser es la diferencia entre vivir bajo el imperio del azar, en donde todo es lo mismo, o en el de la voluntad, en donde podemos proyectarnos metas. Decir que Obama ha ganado por azar es negar la capacidad que tiene la profecía de hacer que los sueños se cumplan.

¿Qué país queremos? Esa es la pregunta que el análisis de Martín no me responde. Su artículo inserta a la justicia en el campo de la negociación política, como si los resultados que podemos esperar de ella pudieran ser constreñidos al cálculo de fuerzas en conflicto. Peor aun, supone que el Perú es un espacio de actores políticos libres y honestos que comparten una misma idea del bien. Las evidencias me muestran un panorama contrario, un panorama de crisis. Y en tiempos de crisis, tiempos en los que las cosas como son ya no funcionan, lo que corresponde es recurrir con mayor urgencia a la imaginación.

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1961: Los puñetazos de Javier Heraud Por Silvio Rendon

El post 1963: Heraud y el rechazo del pueblo fue comentado por Aldo Mariátegui en Peinando a Heraud . Como comentaba en estos Combitos, y actualicé en el mismo post, la fuente, confirmada esta vez, para la afirmación sobre el ataque a un grupo de cubanos anti-castristas es Alaín Elías y Jorge Salazar (1976) "Piensan que estamos muertos". Mosca Azul, Lima. Una fuente muy bien informada, pues son los protagonistas de esas épocas y acontecimientos quienes los cuentan, en primera persona.

Un grupo de cubanos anti-castristas celebraba una misa por los caídos en Playa Girón o Bahía de Cochinos en la iglesia de San Francisco de Lima. La misa era oficiada por el padre Mojica, ex-actor de cine mexicano convertido a cura franciscano. Un grupo de izquierdistas, de San Marcos y Católica, compuesto de diversos poetas, entre ellos Javier Heraud, se organizó para sabotear el acto. Si el cura hablaba de política, iban a gritar "Cuba sí, yanquis, no" dentro de la iglesia; si no lo hacía, la armarían afuera de la iglesia. "Ya en la iglesia, tuvieron que comerse las consignas. Porque el sermón del cura fue amoroso, conciliador y humilde".Elías y Salazar lo cuentan:
¿Qué pasó?, cuando sería mejor preguntarse qué pasa, ya que estás todavía dentro de la iglesia, apabullado de gusanos lujosos, de raídos fotógrafos, reconociendo tres filas más allá, delante tuyo, a Frank Díaz Silveira y a Armando Cruz Cobos, agentes de la CIA-del gobierno-cubano-en-el exilio y a los jefes del Apra y sus matones y sus mujeres elegantes y sus periodistas y oficiales de Seguridad del Estado, todos amplios democráticos y circunspectos, pensando sólo en las cámaras de televisión, en vivo y en directo, rodando tan importante escena en la historia de la guerra por la libertad occidental y cristiana, en peligro seguro. Y de súbito una, dos ocultas voces ¡Fidel, seguro!

La plaza de San Francisco se conmueve con las voces que responden hermanas ¡A los yanquis dales duro!
Comienza así el ataque, puñetazos, carterazos de las mujeres del grupo, insultos ("gusanos maricones"). El asunto, un acto de intolerancia, es contado década y media después como un acto heroico.


"Atacaron a un grupo de cubanos anti-castristas que asistieron a un oficio religioso por los caídos en la invasión"

Página 30 de Elías y Salazar (1976). La fuente original parece ser El Comercio.

Hacer click en la imagen para ampliarla



Es interesante ver quiénes son los cubanos tan rechazados por estos izquierdistas.
Frank Diaz-Silveira tiene en su haber un ataque, el 16 de noviembre de 1960, a la embajada cubana en Lima, apropiándose de archivos de la embajada. El 9 de agosto de 1961 fue retirado de la Conferencia Social y Económica Interamericana por provocar una trifulca a puñetazos y por interrumpir un discurso pronunciado por Ernesto Guevara. La intolerancia iba por aquí también....

El caso de Armando Cruz Cobos es el de un cubano radicado en Lima en los cincuentas y vinculado al Apra, ver aquí, como que compuso la marcha de los CHAP (Chicos Apristas Peruanos), aquí. El Apra se había caracterizado también por la intolerancia, propinándole con frecuencia golpizas a sus adversarios políticos. En los sesentas, Luis Alberto Sánchez, rector de la Universidad de San Marcos, era conocido por estar rodeado de personas muy dispuestas al ataque físico a los contrincantes.

Tiempos de intolerancia en que mandaba el más fuerte, no quien tuviera la razón.

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El resto del grupo

El grupo de Javier Heraud estaba conformado por alrededor de cuarenta hombres. Entró al Perú por Bolivia, cruzando un río en dos lanchas comandadaas por sus compañeros bolivianos. El grupo decide enviar una avanzada de ocho personas a inspeccionar la situación, entre ellos a Javier Heraud. Cuando el grueso del grupo tiene noticia del tiroteo de Puerto Maldonado, los bolivianos abandonan a los insurgentes peruanos llevándose todo: gasolina, alimentos, medicinas, quedándose varados en la selva. Tienen que decidir si van a Puerto Maldonado o si se repliegan. Están convencidos que el Ejército Peruano les había tendido un "corralito". En su larga marcha de cuatro meses de La Paz a Puerto Maldonado el ejército boliviano ya los había perseguido y emboscado a algunos. Así había ocurrido en el Paraguay con tres columnas guerrilleras similares, donde no quedó ni uno solo vivo. Probablemente el ejército boliviano ya había notificado al EP de su presencia.

Marchan en dirección del río Tahuamanu, sin saber que el Ejército Peruano se había movilizado para capturarlos. El jefe de las fuerzas americanas acantonadas en Panamá había volado a la frontera boliviano-brasileña. El ejército boliviano también estaba buscándolos. Parte del grupo es capturado en el puerto de San Francisco y es conducido a Cobija. Otra parte, al parecer, se dispersa, vive en forma semi-clandestina en Bolivia, con cierta ayuda de algunas organizaciones de izquierda, y paulatinamente regresa al Perú. Se reagrupa en el "Movimiento 15 de mayo" y se constituye en el ELN (Ejército de Liberación Nacional) que reaparece en 1965 en La Mar, Ayacucho.

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Javier Heraud intenta suicidarse

El grupo de ocho insurgentes es denunciado por alguien que confunde a uno de ellos con Hugo Blanco. El grupo es detenido por la policía, que les comunica que se sospecha que son contrabandistas...

Ya en la persecusión, Javier Heraud destruye primero su diario y luego sus poemas, "¿Para qué sirven los poemas?", dice....
"La metralla llueve sobre nosotros. Javier responde desde la popa, a tiros. Súbitamente descubrimos que nos acercamos al puerto. El río arrastra las canoas hacia allí. Desde el muelle el gentío también comienza a disparar. La presión es abrumadora. Miro a Javier, tiene los ojos más tristes que nunca, levanta lentamente su pistola. Se la pone a la altura de la sien.

- ¿Qué vas a hacer...?
- ¡Matarme!
- ¡No...no...!
- ¡Así me han enseñado...!
- ¡Aquí se muere peleando!
- No hay nada que hacer Alaín; mira, la población también...
- Están azuzados por la policía ¿no te das cuenta? No podemos contestarles a esos mierdas, pero eso no nos obliga a matarnos...Están engañados...Además tienen mala puntería...
- ¿Qué hacemos?
- Saca unas naranjas.

Javier me entrega unas naranjas y comenzamos a pelarlas, las balas de la gente que dispara desde la orilla pasan cerca, lejos, lejos, lejos...

- Tienes razón, Alaín, son unos huevones. Javier ha recobrado su sonrisa. Aprovecho para preguntarle:

- ¿Nos rendimos?
- Tú ve...
p. 147-148
Lo comentado en este post, el rechazo del pueblo fue real. Desalentó a Javier Heraud en su hora final.

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Heraud y Elías se rinden, pero igual les disparan

El relato del protagonista lo deja muy claro: los dos hombres están armados. Elías ha vaciado ya su cacerina disparando.

Elías grita "¡No disparen!", pero les siguen disparando. "Nos quieren liquidar", constata. Los impactos llegan primero a Elías. Un disparo en el cuello que le inmoviliza el brazo izquierdo; otro en la clavícula izquierda. Entonces Javier Heraud amarra una camiseta a un palo y la levanta agitándola, pero los disparos continúan. "Deja nomás, Javier... deja...nos quieren matar....". Javier Heraud es alcanzado por un disparo en la clavícula derecha y luego por la espalda. Muere con un boquete en el estómago...

Primera plana de La Prensa sobre las dos "asonadas comunistas" en que murieron cuatro personas: el sargento Sam Jara, el balsero Roberto Vásquez, Javier Heraud (no sé quién es la cuarta persona, posiblemente sea el insurgente Nelson Rodríguez).

Hacer click en la imagen para ampliarla. Página 42 de Elías y Salazar (1976).



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Cuarenta años después, la CVR

Hace poco Martín Tanaka, en el contexto de un tema diferente al del presente post, recordaba aquí este párrafo de la CVR:
“La CVR considera que aquellas personas que hayan resultados heridas, lesionadas y muertas en enfrentamientos armados y que pertenecían en ese momento a una organización subversiva terrorista no pueden ser consideradas víctimas. Estas personas tomaron las armas contra el régimen democrático y, como tales, se enfrentaron a la represión legal y legítima que las normas confieren al Estado. Por otro lado, los miembros de las FF.AA., policiales o comités de autodefensa que son heridos, lesionados o muertos en enfrentamientos armados sí son considerados víctimas en este esquema. Estas personas fueron dañadas como consecuencia de un acto legal y legítimo de defensa del orden democrático y merecen el reconocimiento y respeto del Estado y la sociedad” (tomo IX, capítulo 2).
En mayo de 1963, había un gobierno militar, pero que ya había convocado a elecciones para junio de 1963. ¿Implica este párrafo que Javier Heraud no puede ser considerado víctima? Es claro que la CVR se ocupó de los ochentas y noventas; los sesentas fueron diferentes. Pero un principio ético es más universal y permanente que un análisis particular. Un insurgente que ha librado un combate, disparando un arma, se ha rendido y a pesar de eso ha sido muerto, ¿no es víctima?

En fin. No es de sorprender que luego los estudiantes de la PUCP, que han leído párrafos de la CVR como el citado, se pregunten qué hace alguien como Javier Heraud, u otros, en "La plaza de la memoria".





"Plaza de la memoria de la PUCP". Circunstancias diversas.

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13 nov. 2008

1950s: Ciro Alegría sobre el APRA Por Silvio Rendon

El escritor Ciro Alegría, autor de El mundo es ancho y ajeno, fue encarcelado, torturado y deportado a causa de su militancia en el APRA. Pero al final de sus días rompió con el Apra y se volvió belaundista, siendo electo diputado por Acción Popular en 1963 (1).

Van dos frases del escritor sobre el Apra (tomadas de Genaro Carnero Checa, 1956. "El águila rampante". Ediciones Semanario Peruano. México).

Sobre el oportunismo:
El aprismo es un estado de perplejo caos mental de un sector peruano que tiene el espacio-tiempo histórico como dogma. ¿Alguien ha entendido esta mentada doctrina? Lo dudo, porque ni siquiera su creador, Víctor Raúl Haya de la Torre, la explica claramente...con la circunstancia de que la nueva "ideología" sirve tanto para tomar una actitud de izquierda como para pasarse a la derecha y retroceder con igual desparpajo dentro de su amañado oportunismo que no por ser abstruso deja de ser muy criollo.
Muy actual.

Sobre la influencia del Apra en el Perú
El peor aspecto que podría tomar el problema político del Perú sería el de que muchos peruanos continuaran llevando la marca del Apra con la pasividad que el ganado lleva el hierro del amo.
Duro el ex-aprista...Después de haber creído en el APRA y sufrido por su causa, debe haber quedado muy decepcionado por "la convivencia" del APRA con Manuel Prado (ver algo al respecto aquí). Sin embargo, Alegría buscó su continuidad personal en las ideas de cambio social, y así se presentaba Belaúnde en 1963, antes que en la continuidad de su afiliación a la organización partidaria.

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(1) Al parecer, ya que lo comentaba en El doble rasero de Mario Vargas, el "utópico-arcaico" e "indigenista" Arguedas también tuvo simpatías por Acción Popular....



Ciro Alegría: total rompimiento con el APRA y apoyo al Fernando Belaúnde de "el Perú como doctrina" y "la conquista del Perú por los peruanos".

Imagen tomada de aquí.

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10 nov. 2008

Un proyecto inaceptable Por Gonzalo Gamio

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9 nov. 2008

Famesa Explosivos SAC es un pequeño Perú Por Carlos Mejía


Lo que pasa en la empresa Famesa Explosivos SAC ya puede ser de antología. Más de dos meses y el Sindicato es reconocido a medias y ni hablar del Pliego de Reclamos. Un secretario general despedido, (acusado de ladrón y terruco) y el viernes no dejaron ingresar a la empresa al de Organización.

Aquí un enlace con la denuncia más detallada y las direcciones electrónicas de cuanta autoridad política y empresarial se pueda para presionar por mayor celeridad en la necesaria protección de los derechos sindicales.

Derechos sindicales.... Si todos los tuvieramos debidamente garantizados y en ejercicio, muchos "conflictólogos" se quedarían sin trabajo.

Bueno, animense. Lean el post del sindicato. Envien unos emails. Desde ya, mil gracias.
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8 nov. 2008

1962: el golpe que la embajada americana trató de impedir y no pudo Por Silvio Rendon

En el post Velasco: el golpe que la embajada americana no impidió comentaba sobre el golpe de 1968 sobre el cual la embajada americana tuvo un indicio, pero al cual no le dio crédito alguno, por lo que la agarró de sorpresa, con la luz cortada y funcionarios de inteligencia atrapados en un ascensor. El caso del golpe de 1962 contra Manuel Prado fue muy diferente, pues se trató de una crónica de un golpe anunciado, del cual la embajada tuvo conocimiento y se movilizó intensamente por impedirlo, pero no pudo.

Lo cuenta Stephen G. Rabe en The Most Dangerous Area in the World, p. 116-123.

Era el año 1962. El gobierno de Prado era un gran aliado de los Estados Unidos durante la guerra fría y como tal se había sumado al programa de la Alianza para el Progreso. Tanto Prado como su primer ministro Pedro Beltrán eran conservadores moderados que le dieron al Perú un gobierno digno, aunque no inspirado [albeit uninspired]. Representaban a peruanos de herencia europea residentes en las áreas costeras que tradicionalmente dominaron sobre los mestizos y los grupos amerindios en las alturas andinas. Estos descendientes del imperio inca, que representaban a 50% de los 11 millones de peruanos, vivían en los márgenes de la existencia [lived on the margins of existence]. Aunque el Perú tenía un pequeño partido comunista y ningún movimiento insurgente activo, las autoridades americanas estaban preocupadas porque las horribles desigualdades "proveían una de las mejores ilustraciones de un 'potencial para la revolución social' en América Latina". En realidad, los movimientos de protesta radical y violenta aparecieron a mediados de los sesentas y explotaron por todo el Perú en los ochentas. A pesar de su preocupación por la inercia gubernamental, el gobierno de Kennedy respetaba a los gobernantes peruanos, porque éstos estaban comprometidos con una transferencia de gobierno constitucional y pacífica en 1962.

Los Estados Unidos apreciaban el apoyo del Perú, dirigido por Manuel Prado, en la segunda guerra mundial, apoyo que continuó después de revolución cubana en 1959. Manuel Prado y Pedro Beltrán fueron los más duros críticos de Fidel Castro en la región latinoamericana. Dos semanas antes de la invasión de Bahía de Cochinos Pedro Beltrán le pidió al Secretario Estado, Dean Rusk, "tomar acción rápida y decisiva" contra Castro sin preocuparse por las protestas contra la intervención de otros latinoamericanos. Añadió que "la reacción adversa no durará y el asunto será rápidamente olvidado como ocurrió con la invasión de Guatemala (1956) y el asesinato de Patricio Lumumba". Prado le dijo a Kennedy que el Perú consideraría reconocer a los cubanos anti-castristas como el legítimo gobierno de Cuba en el exilio. En enero de 1962, en la reunión inter-americana convocada para denunciar a Cuba, Rusk confesó que su mayor dificultad [sharpest difficulty] sería persuadir al Presidente Prado a "adoptar una visión firme pero razonable antes que una visión extrema y beligerante" hacia Castro (1). Este tan leal apoyo hizo que el presidente Prado tuviera el honor de ser el primer presidente latinoamericano en ser recibido en la Oval Office en Washington. En el congreso americano Prado aseguró que el Perú estaría con los Estados Unidos en la lucha contra el movimiento comunista internacional y que "whatever measures you may be required to take to combat it, you will find my country at your side."

Las autoridades americanas creían, sin embargo, que podían tener algo mejor que Prado. Ellos alentaban la elección de Víctor Raúl Haya de la Torre, líder del APRA, como nuevo presidente del Perú. El APRA era visto como un movimiento de origen revolucionario, inspirado en la revolución mexicana, el marxismo y el socialismo europeo. Inicialmente partidario de la nacionalización de tierras e industrias, el anti-imperialismo y el respeto para los pueblos amerindios, era un movimiento con fuerte apoyo en las clases medias. Era también un movimiento claramente anti-comunista. En 1956 los apristas apoyaron la elección de Prado y a cambio Prado les permitió organizarse entre 1956 y 1962 (2).

A pesar de lo confusa, inconsistente y retorcida que hubiera sido la plataforma aprista, los funcionarios del gobierno de Kennedy se convencieron de que Haya podría cumplir con los objetivos de la Alianza para el Progreso, como Betancourt y Figueres. Haya había conocido e impresionado a los liberales americanos que profesaban anticomunismo y reforma social. El senador Hubert H. Humphrey (demócrata de Minnesota) llamó al partido de Haya "valioso representante de la izquierda democrática, no comunista". El embajador Loeb, que antes había presidido la organización liberal anticomunista Americans for Democratic Action, también tenía confianza en Haya. Este peruano parecía el modelo de reformador evolucionario de clase media, imaginado por los arquitectos de la Alianza para el Progreso. En febrero de 1962, El Secretario de Estado asistente Robert Woodward llamó al partido aprista "la más sólida fuerza anticomunista en el Perú". Su sucesor, el Secretario asistente Martin coincidía en que era "un agente de cambio inusual y efectivo pero firmemente anticomunista, el tipo de partido que queremos por toda Latinoamérica, pero raramente encontrado". Los informes de los funcionarios americanos en el Perú [field officers] que trabajaban con los militantes apristas en organizar grupos de estudiantes, sindicatos y campesinos estaban de acuerdo con este enfoque.

Los competidores de Haya eran Manuel Odría y Fernando Belaúnde. A pesar de las declaraciones públicas sobre trabajar con el ganador de las eleccines, el gobierno de Kennedy tenía reparos a los oponentes de Haya. Odría había sido un dictador [aunque apoyado militarmente y condecorado por los EEUU. p. 11] y Belaúnde rechazó repudiar a los comunistas peruanos que lo apoyaban. Por el contrario, la organización de Haya según los americanos era "el único partido político que había tomado una posición firme frente a los comunistas".

En la primera mitad de 1962, el gobierno americano trabajó duramente para que los/as peruanos/as aceptaran los resultados de la elección presidencial. En febrero y marzo, los militares peruanos del más alto rango le dijeron explícitamente al embajador americano Loeb que no prestarían servicio bajo un presidente aprista. Ellos no podían olvidar el pasado y detestaban a Haya. Loeb se hizo llamar a Washington por el Departamento de Estado para que él pudiera traer a Lima la visión personal del presidente americano. Kennedy autorizó a Loeb a informarles a los militares peruanos que los Estados Unidos "estaban comprometidos en el hemisferio, y ante los ojos de su propio pueblo [americano] y congreso, al apoyo de gobiernos no comunistas y constitucionales por todo el hemisferio". Más aún, el embajador Loeb podía advertirles que había discutido de estos asuntos con el presidente americano y que los Estados Unidos encontrarían "imposible" reconocer a un gobierno militar. Para asegurarse de que los militares peruanos comprendieran su posición, el gobierno americano envió a un militar americano en retiro, que había servido previamente en el Perú, a que hable a los hombres de uniforme. También le ordenó a la agencia de información americana (USIA) lanzar una campaña de propaganda en favor del constitucionalismo en el Perú. Al realizarse la elección, Kennedy le ordenó a Loeb a transmitirle a Prado su aprecio por su firme posición en favor del constitucionalismo. Dos días después, en una ceremonia pública en Washington en honor del presidente panameño, Kennedy brindó por la democracia peruana.

Las elecciones peruanas no dieron los resultados que esperaban los Estados Unidos, un claro mandato a favor de Haya de la Torre. Los apristas sacaron sólo 1% más que Belaúnde y 4% más que Odría. El congreso peruano tendría que elegir un presidente para fines de julio. Los partidos políticos negociaron de mediados de junio a mediados de julio, con los militares aparentemente de nuevo advirtiéndole a Haya que se hiciera a un costado. Lo sorprendente de la negociación fue que los apristas aceptaron apoyar a Odría como presidente y a un aprista como vicepresidente. Odría había perseguido a los apristas, y en particular a Haya de la Torre, que se refugió en la embajada colombiana. Ahora Odría presumiblemente respetaría los procesos constitucionales y apoyaría un programa de reformas. El gobierno de Kennedy observó esas maniobras con nerviosismo. Rechazó la sugerencia de Loeb de advertir públicamente que el gobierno americano no reconocería a "ningún gobierno impuesto por la fuerza". Pero el presidente Kennedy nuevamente agradeció a Prado por sus "galantes esfuerzos" y le ofreció considerar con simpatía y urgencia cualquier pedido de asistencia.

El 18 de julio de 1962 los militares peruanos usaron un tanque americano Sherman para tumbar las rejas de palacio de gobierno. Derrocaron así al presidente Prado, de 73 años de edad, y establecieron una junta militar de doce personas dirigidas por el general Pérez Godoy. El presidente Kennedy reaccionó con indignación condenando duramente el golpe, lo cual le significó ganar apoyo dentro de los Estados Unidos, pero un limitado apoyo afuera. Venezuela y Costa Rica aplaudieron a Kennedy y propusieron que la OEA condene el golpe en el Perú y los cambios ilegales de gobierno. Sin embargo, los más grandes países latinoamericanos, liderados por México, rechazaron las posiciones de Betancourt y Figueres; ellos apoyaban el principio de no intervención contenido en la carta de fundación de la OEA. La comunidad de negocios americana en el Perú también se oponía a la ruptura de relaciones entre los Estados Unidos y el Perú, pues eso pondría en peligro los 450 millones de dólares en inversión directa extranjera que tenían en el Perú. Las denuncias de Kennedy fracasaron también en despertar mucha reacción en el Perú. No hubo grandes huelgas ni manifestaciones de condena al golpe militar. Los funcionarios americanos tal vez juzgaron mal el ambiente político peruano, analizando la lucha entre los militares y Haya como una pelea entre reacción y reforma. El golpe podía ser visto como un episodio más en una enemistad sangrienta [blood feud] de tres décadas de duración.

El presidente Kennedy rápidamente se arrepintió por haberse identificado personalmente en la lucha política peruana. Se lamentó ante sus asesores por haber ido demasiado lejos y haberse expuesto como presidente. Observó también que "el poder es un factor importante" y que "uno tiene que trabajar con gobiernos con poder". Los Estados Unidos no podían ser percibidos como perdiendo prestigio e influencia en el hemisferio. El embajador americano ante la OEA DeLesseps Morrison señalaba que tales virajes [flip-flops] de política exterior eran humillantes y le hacían poco bien a los Estados Unidos. Despues de que los militares liberaran a Prado y le permitieran salir exiliado a París, el gobierno americano llegó a acuerdos con los militares peruanos. Les aceptó el compromiso de llamar a nuevas elecciones en junio de 1963, después de fracasar en obligarlos a que éstas sean en febrero o marzo de 1963. El gobierno americano les pidió firmeza ante la expansión del comunismo en el movimiento sindical peruano. A su vez el gobierno americano complació a los militares peruanos desestimando una moción venezolana de una reunión de la OEA sobre el constitucionalismo. El 17 de agosto de 1962, menos de un mes después del golpe, el gobierno americano reestableció las relaciones con el Perú y reabrió sus programas de ayuda económica. El gobierno americano también accedió a no enviar más a Lima al embajador Loeb, quien quedó popularmente identificado con los apristas, y envío como nuevo embajador a J. Wesley Jones, un diplomático de carrera. Para demostrar que de todas manera condenaba el golpe el gobierno de Kennedy retuvo la asistencia militar. Sin embargo, el gobierno de Kennedy también capituló en ese tema, cuando en octubre de 1962 ordenó la restitución de toda ayuda militar. Como fue explicado en un telegrama del Departamento de Estado, ante la crisis de los misiles en Cuba, los Estados Unidos "requerían solidaridad ante la amenaza cubano-soviética al hemisferio".

Los militares le transfirieron el poder a los civiles a mediados de 1963 cuando Belaúnde derrotó a Haya y Odría en otra reñida elección. Tal vez algunos peruanos, temiendo otro incidente entre los apristas y los militares, cambiaron su voto de Haya a Belaúnde. Tanto el gobierno americano como los militares peruanos mantuvieron su dignidad [saved face]. El primero se mantuvo en el principio del constitucionalismo y los segundos evitaron que sus enemigos llegaran al poder. Durante el gobierno de Belaúnde las relaciones entre el Perú y los Estados Unidos se avinagraron por las disputas sobre los derechos contractuales de la IPC y los derechos de las atuneras como Chicken of the Sea de pescar dentro de las 200 millas de mar territorial peruano. Belaúnde también resultó ineficaz para cumplir con los objetivos de la Alianza para el Progreso. De un millón de campesinos sin tierra o con pedazos minúsculos de tierra Belaúnde sólo benefició a 9 mil a través de un programa de reforma agraria. Una analista de inteligencia americano apuntó en un informe de mayo de 1963 titulado "Political Prospects of Peru" que "a menos que las fuerzas de la moderación sean capaces de traer un cambio ordenado, el liderazgo radical tendrá probablemente la oportunidad de poner a prueba sus métodos". El Presidente Kennedy no viviría para ver cómo el radicalismo intentaba tomar el poder en el Perú, pero siempre estuvo inquieto por el papel del Perú y de América Latina para el comunismo internacional. Antes de enviar al embajador Jones a Lima le recordó que América Latina era muy importante, pues Europa ya era segura y próspera, mientras que la región latinoamericana requería de sus mejores esfuerzos y atención.

Kennedy comprendió astutamente que había cometido un error táctico al confrontar directamente a los militares peruanos, para finalmente aceptar una situación no satisfactoria. El mensaje quedó claro: a menos de que se tratara del comunismo, los Estados Unidos no expondrían su prestigio para salvar a un régimen constitucional. En realidad, a fines de 1963 el coronel López Arellano dio un golpe de estado en Honduras. Después de diversas condenas americanas, el coronel dio señales de ser un buen anti-comunista, con lo que el gobierno americano acabó por aceptarlo.

Después de esta experiencia el gobierno americano, el 6 de octubre de 1963, definió su nueva política en una declaración del Secretario de Estado Martin: no se adheriría a la doctrina Betancourt, que llamaba al rechazo de todos los regímenes anticonstitucionales. El gobierno americano comprobaba que no podía cumplir con los objetivos de desarrollo de la Alianza para el Progreso en el marco de la democracia en todos los países de la región, pues la mayoría de países tenía "muy poca experiencia con los beneficios de la legitimidad política". Los Estados Unidos continuarían rechazando el derrocamiento de regímenes constitucionales, pero sólo usarían la fuerza contra "la intervención desde fuera del hemisferio por la conspiración comunista internacional". Los Estados Unidos habían aprendido que escapaba a su poder "crear una democracia efectiva" o "mantener a un hombre en el poder por el uso de la presión económica o incluso de la presión militar, cuando su propio pueblo no estaba dispuesto a defenderlo".

Esta declaración fue criticada por el asesor presidencial Arthur Schlesinger porque podía sonar paternalista y herir la sensibilidad de los latinoamericanos. Ante eso Kennedy reafirmó su apoyo al constitucionalismo, pero a través de publicaciones oficiales dejó claro que se trataba de un cambio en la política exterior americana. Por otro lado, otros asesores presidenciales sostenían que Martin sí quiso decir lo que escribió. Ted Sorensen, otro asesor de Kennedy, opinó en sus memorias que Kennedy había reconocido "que los militares frecuentemente representaban mayor competencia en la administración y más simpatía hacia los EEUU que cualquier otro grupo en el país".

Hasta aquí Rabe. Dejo el comentario para un próximo post.
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(1) Como Rabe cuenta en la págin 32, la visión con más apoyo en América Latina no era la peruana, de Prado, sino la de los presidentes Rómulo Betancourt de Venezuela y José Figueres de Costa Rica. Se trataba de reconocidos demócratas que sostenían que el viraje ocurrido en Cuba se debía a la propia política americana que había apoyado masiva y sistemáticamente a los más terribles dictadores de la región. En Punta del Este la delegación cubana representada por Ernesto Guevara planteó una posición que convenció a la mayoría de delegaciones latinoamericanas: el problema con Cuba no era hemisférico sino bilateral, entre los EEUU y Cuba; y Cuba no exportaría la revolución a la región aunque no podía evitar exportar su ejemplo. Irónicamente, esto último era precisamente el temor de los EEUU expresado en sus declaraciones públicas. Con tales garantías las delegaciones latinoamericanas, encabezadas por Brasil, desecharon la moción peruana que, apoyada por los EEUU, indirectamente llamaba a rechazar la revolución cubana.

Aquí Rabe refiere otra anécdota, que no tiene que ver directamente con el Perú mas sí con la relación Cuba-EEUU. Después de la última sesión en Punta del Este, Guevara intentó nuevamente un acercamiento diplomático a los EEUU. Se reunió informalmente por varias horas con el embajador americano Richard Goodwin en una recepción. Previamente Guevara le había enviado una caja hermosamente diseñada conteniendo los más finos cigarros de La Habana. Cuba dejaría de apoyar la actividad revolucionaria en otros países, prometía, si los Estados Unidos abandonaban sus intentos de derrocar al regimen cubano y suspendían el embargo. Goodwin informó a Kennedy de su reunión con Guevara, pero como era previsible nada sustantivo salió de la reunión Goodwin-Guevara. El gobierno americano estaba lanzando la Alianza para el Progreso precisamente para prevenir el avance del comunismo. Un acuerdo con Castro habría socavado el principal propósito de la Alianza. Al respecto, el único gesto tangible de Kennedy fue fumarse uno de los cigarros enviados por el Ché.

(2) Al respecto ver Caretas: Las Dos Caras de La Convivencia y Sucesos históricos: Prado Ugarteche y Haya de la Torre: "La Convivencia".



Ceremonia de recepción del presidente americano John F. Kennedy y Sra. al presidente peruano Manuel Prado Ugarteche y Sra. Nótese la bandera peruana y americana en la parte superior izquierda de la foto.

Manuel Prado era el campeón del proamericanismo en la región latinoamericana. Este oligarca fue un sólido aliado de los EEUU, con un gobierno más papista que el papa, encabezando la política exterior anticastrista. Fue también este gobierno el de la "convivencia", cuando Haya de la Torre logró la legalidad del Partido Aprista en el Perú al precio de abandonar las banderas de cambio social y apoyar decididamente al gobierno de la oligarquía.






Haya de la Torre, el candidato de la embajada americana en 1962. El apoyo del embajador americano, James Loeb Jr., fue explícito, abierto, desembozado. Haya de la Torre había logrado la legalidad del Partido Aprista y fue percibido por la embajada como el político centrista y anticomunista que el Perú necesitaba para llevar a cabo la Alianza para el Progreso. Sin embargo, los militares peruanos, que no fueron parte de la negociación de la "convivencia", tenían una idea muy diferente de lo que necesitaba el Perú.





Portada de Time del 12 de marzo de 1965.

Belaúnde no era el candidato de la embajada. Sin embargo, después del golpe de estado, y posteriormente de las elecciones, los americanos entendieron que era un presidente amigo y le brindaron su apoyo. Sin embargo, Belaúnde fue ineficaz en cumplir con el programa de la Alianza para el Progreso.

Imágenes tomadas de aquí, aquí y aquí.

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7 nov. 2008

Más despidos en El Comercio Por Daniel Salas

La noticia me llegó ayer y hoy la cuenta con más detalles Marco Sifuentes: Fue despedido de El Comercio Pablo O'Brien, miembro del equipo de investigación que se hizo célebre al revelar la fábrica de firmas de Fujimori y Montesinos. Según se ha revelado, fue despedido por negarse a entregar los audios que desmotraban los casos de corrupción de Rómulo León Alegría y sus asociados.

Con este despido continúa el desmontaje de la unidad de investigación periodística más sólida que teníamos en el país, tanto por su exhaustividad como por su ética, una unidad de investigación que se las jugó en tiempos difíciles, cuando las amenazas eran reales, cuando las calumnias, más que insultos, eran advertencias, cuando los dedos de una mano largamente sobraban para contar los medios independientes. Con este despido, por supuesto, se consolida el gobiernismo de un medio que hasta hace unas semanas era ejemplo de una empresa manejada con calidad e independencia. No me sorprende en absoluto que el "héroe de la libertad de prensa en el Perú", la "voz independiente", el "periodista imprescindible", la "conciencia moral" de nuestro país celebre, festeje y aplauda, con el retorcimiento franelero y cucufato que lo caracteriza, estos despidos.

Desde aquí le envío mi solidaridad a Pablo. Los invito a unirse a mi saludo.

Actualización: Léase más sobre C.H. aquí en Lapicero Digital.

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4 nov. 2008

1995: El doble rasero de Mario Vargas Por Silvio Rendon

Mario Vargas Llosa ha sido muy enfático en afirmar a la literatura como una serie de mentiras que expresan realidades más sutiles y profundas que las discernibles a primera vista (ver La verdad de las mentiras).
¿Qué quiere decir que una novela siempre miente? No lo que creyeron los oficiales y cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado, donde —en apariencia, al menos— sucede mi primera novela, La ciudad y los perros, que quemaron el libro acusándolo de calumnioso a la institución. Ni lo que pensó mi primera mujer al leer otra de mis novelas, La tía Julia y el escribidor, y que, sintiéndose inexactamente retratada en ella, ha publicado luego un libro que pretende restaurar la verdad alterada por la ficción.

Si la tía Julia se queja por la forma en que ella es representada en "La tía Julia y el escribidor", Mario Vargas Llosa la presenta como una desubicada que no entiende que se trata de una ficción; es literatura y por definición ésta tiene que ser ficticia. Si alguien critica la forma falsa en que se presenta algún hecho registrable en la obra vargasiana, resulta que esa persona no sabe de qué está hablando pues el escritor se toma licencias válidas para tergiversar la realidad a su antojo, como cuando un escultor juega con la arcilla.
La ficción es un sucedáneo transitorio de la vida. El regreso a la realidad es siempre un empobrecimiento brutal: la comprobación de que somos menos de lo que soñamos. Lo que quiere decir que, a la vez que aplacan transitoriamente la insatisfacción humana, las ficciones también la azuzan, espoleando los deseos y la imaginación.
Bueno fuera que el escritor aplicara este criterio coherentemente a otros escritores, en la misma forma en que se lo aplica a sí mismo. No es así, lamentablemente. En "La utopía arcaica" (FCE, 1996) encontramos:
La originalidad de Arguedas consistió en que, al tiempo que parecía describir la sierra peruana, realizaba una superchería audaz: inventaba una sierra propia.
(...)
Observada de cerca, la pintura de la injusticia en sus relatos no es precisamente realista. p. 87.
A continuación Vargas Llosa explica la biografía de Arguedas y los traumas de su niñez a manos de su madrastra y hermanastro y afirma que este último "se convirtió en el responsable de sus desgracias y, en cierta medida, de las ajenas". Especula Vargas Llosa:
Los rasgos demoniacos del misti de los cuentos de Arguedas deben menos, seguramente, a los modelos vivos de gamonales serranos que conoció en sus años serranos, que a ese 'demonio' de su niñez, a los sentimientos de amargura y rencor que le inspiraba quien le arrebató la inocencia, lo maltrató e hizo de él - hijo de misti - un pongo. p. 89.
Y a continuación señala que la crueldad gamonal, en particular sobre los niños y sobre los animales, sería una magnificación de Arguedas, quien habría creado una "realidad ficticia", en base a su propia frustración de la niñez.

Bueno, si alguien de autoridad similar a la del escritor y ex-candidato presidencial hubiera vertido conceptos similares sobre hechos frustrantes de la niñez de Mario Vargas Llosa como origen de su obra, ¿qué habría dicho Mario Vargas Llosa? Seguramente que se trata de un enfoque equivocado, ignorante de "la verdad de las mentiras" propia de la literatura. En este trabajo, dedicado completa y casi obsesivamente a José María Arguedas, Vargas Llosa no se luce por aplicar los conceptos que tan indulgentemente se aplica generalmente a sí mismo. Es un caso de doble rasero..

En este punto conviene recordar que la crueldad gamonal sí existió y no fue una invención o magnificación fruto de la "amargura y rencor" de Arguedas, por la niñez robada.

En posts como 1960s: El Perú feudal he recogido algunas evidencias que parece que se han ido olvidando, incluso por gente que vivió esa época y sí dijo algo para que cambie esa realidad feudal como el mismo Mario Vargas Llosa. Se trató de condiciones de vida terribles, donde mucha gente sufrió abusos en su niñez, adolescencia, juventud, adultez y vejez.

En este post el autor cuenta, por ejemplo:
Recuerdo a mi abuelo contando como después de la represión su tutor los llevo a ver los resultados: cadáveres de indios abaleados tirados en tierra, apilados para ser enterrados; caporales al servicio de la familia o tal vez la guardia civil habían respondido como sabían hacer, a balazo limpio y un puñado de indígenas muertos coronaban la jornada.

Pero las balas no eran el único método, un peón era un bien valioso para las haciendas, tanto o más que las vacas, así que se buscaban métodos menos destructivos para ponerlos en vereda. Por ejemplo mi abuelo contaba como se disciplinaba a los naturales: una argolla en el techo, las manos atadas y látigo con el infractor hasta que purgue su crimen, ¿cual era?, responder mal, no cumplir ordenes, perder un animal, lo que sea. Más que castigar un crimen el fin era atemorizar.
Arguedas es un caso particular entre mucha gente. Y al fin y al cabo el escritor andino no está tergiversando mucho las cosas, al menos no en señalar la crueldad gamonal, que en 1995, cuando Mario Vargas Llosa escribe "La utopía arcaica", puede parecer inverosímil. Pero hubo cosas así, que van quedando ocultas, negadas o endulzadas por discursos como el de Vargas Llosa. Rendón Willka fue expulsado de la escuela a latigazos en la cabeza, como cuando el gamonal Romainville en La Convención hizo demoler la escuela de los peones de su hacienda o la maestra contratada por los campesinos fue obligada a trabajar de cocinera en la casa-hacienda, para finalmente ser expulsada. Verlo en 1960s: las barreras a la acumulación de capital humano. Las esposas e hijas de los peones eran sistemáticamente violadas por el gamonal y sus hijos. Si Arguedas se quedó traumado por ser testigo de esas violaciones, pues en el Perú hubo muchos Arguedas, cuya experiencia no tiene por qué ser deslegitimada. Por el contrario, si algo hizo Arguedas es dar voz a esos sufrimientos silenciosos. Ejerció su libertad individual creando ficciones literarias, como también hizo Vargas Llosa. Cada uno soltó sus demonios a su manera. No es para que ahora uno le venga a lanzar la primera piedra al otro con un argumento así, el del rencor y amargura personal.

En fin, en ese libro Mario Vargas Llosa no le deja un hueso sano a José María Arguedas. Por ejemplo, resulta que Arguedas es un autor inseguro, porque por ahí escribió algo entre comillas, "ternura", con lo cual Arguedas subestima y restringe la libertad del lector. Es un comentario barato. Acaso Marco Aurelio Denegri tenga más sustancia en sus críticas al mal uso del lenguaje por el político-escritor. Pero claro, si Vargas Llosa le critica el estilo a Arguedas, ya era hora que se desmitifique a Arguedas; si Denegri hace lo mismo con Vargas Llosa, qué puntilloso, posiblemente, qué envidioso, qué mala leche.

Lo mismo ocurre con el diálogo de los ricos del Perú que se frotan las manos porque evitarán que el Perú se desarrolle, en "Todas las sangres". Efectivamente, se trata de un diálogo misio, desprolijo, estereotipado. Podríamos compararlo con el logrado diálogo entre Joaquín y su padre, de Jaime Bayly, mucho más realista, con conocimiento desde dentro de cómo son las clases altas en el Perú, cosa que Arguedas no tenía. Pero finalmente es un diálogo igualmente descarnado, despectivo, cínico, que tal vez en veinte años ya no parezca verosímil. Igual, Arguedas es el panfle y Bayly es el sutil...

Hubiera sido interesante y constructivo hacer una lectura más balanceada de Arguedas, aplicándole exactamente el mismo estándar que Vargas Llosa se aplica a sí mismo. Habríamos visto cómo la ficción arguediana enriquece nuestra existencia y la completa, y más literalmente en palabras de Vargas Llosa:
(...) sólo vivimos de a mentiras.
Es un derecho que debemos defender sin rubor. Porque jugar a las mentiras, como juegan el autor de una ficción y su lector, a las mentiras que ellos mismos fabrican bajo el imperio de sus demonios personales, es una manera de afirmar la soberanía individual y de defenderla cuando está amenazada; de preservar un espacio propio de libertad, una ciudadela fuera del control del poder y de las interferencias de los otros, en el interior de la cual somos de veras los soberanos de nuestro destino.
De esa libertad nacen las otras.
Una forma generosa de ver las cosas que se echa de menos en el análisis vargasiano de Arguedas...

PS. Y podríamos seguir con los dobles raseros. Si Bayly escribe sobre confidencias de quienes lo rodean, como en "No se lo digas a nadie", es un infidente; si Vargas Llosa escribe sobre confidencias de quienes lo rodean, como en "La tia Julia y el escribidor", qué buena ficción que se puso. Sin embargo, posiblemente, el mismo Vargas Llosa haya dado el ejemplo y sentado el precedente para lo que después hizo Bayly (1)....

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(1) La versión original de "No se lo digas a nadie" habría incluído una escena comprometedora entre el protagonista, Joaquín, y el hijo de un prominente escritor que también fue candidato a la presidencia. Este último aludido, a pesar de que se trataba de una ficción, habría hecho valer su influencia en la editorial donde iba a salir la obra del escritor y periodista televisivo para conminar a éste a retirar esa escena, o el libro no salía publicado. Al escritor y periodista no le quedó otra que acceder a la mutilación de su obra. Así es como funcionaría en la práctica la libertad del escritor y "la verdad de las mentiras".... (Es un dato al cual habría que tenerle "convicción relativa"....aunque tirando a absoluta.)

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3 nov. 2008

Iván Thays: finalista del Premio Herralde Por Daniel Salas


Quiero saludar, a través de este blog, a Iván Thays por haber quedado finalista en el prestigioso concurso del Premio Herralde con su novela Un lugar llamado Oreja de Perro. La noticia la leí primero aquí en Perú 21.

Entre Iván y Silvio, un apreciado miembro de este blog, hubo alguna vez una desafortunada desavenencia. Yo di mi opinión en su momento y espero que Iván comprenda por qué no podía estar de acuerdo con su lectura de los hechos.

Pero ahora es tiempo de felicitar a Iván por este logro que realza su carrera y que se une a la buena racha que han tenido los escritores peruanos en recientes concursos internacionales. A la distancia le mando a Iván un cordial abrazo por esta nominación que augura buenos tiempos. Salud y enhorabuena.
(Foto tomada de aquí)

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2 nov. 2008

Contribución a la crítica de la conflictología apolítica Por Silvio Rendon

En los tiempos que corren se tiende a ver los evidentemente diferentes conflictos sociales bajo una óptica particular, la de apagarlos lo más rápido/de la mejor manera posible y que dejen de interrumpir la tranquilidad que se debería vivir. Sentar en la mesa a las partes y llevarlas a acuerdos. Una especie de tribunal de la Haya nacional que resuelva los problemas locales.

Así, la Universidad Católica tiene desde hace poco un Centro de Prevención y Resolución de Conflictos, dirigido por el hermano del actual rector. Se dedica a formar negociadores, árbitros y conciliadores de conflictos (ver tarifas aquí y "materias conciliables" aquí). Así, la resolución de conflictos se ha convertido en una actividad económica en sí. Seguramente hay más instituciones dedicadas a esta industria (1).

En este post y en No es sólo el paro analizaba la dinámica de los conflictos sociales en el país. Gracias a la Defensoría del Pueblo, aquí, tenemos documentación mensual de los conflictos: número, tipo, duración, etapa de solución, localización, etc. Surgen especialistas con Modelos para entender los conflictos sociales que inmediatamente se aplican a los "moqueguazos" que emergen en las diversas zonas del país.

Tener un enfoque sectorial y conciliatorio, que siente a las partes a la mesa no está nada mal. Es un avance sobre el enfoque del avestruz de no querer ver los conflictos y llegar tarde, sólo después de que éstos acaban en hechos violentos para a lo más formar una "comisión investigadora" de lo ocurrido (como las inefectivas comisiones investigadoras creadas durante las tres últimas décadas). Aquí se sienta a las partes antes y se llega algo más temprano, mas no lo suficientemente temprano para que se trate de una acción efectiva.

Un negociador-conflictólogo llega cuando el conflicto ya ha estatallado, cuando ya está la gente bloqueando carreteras, en huelga, protestando en las calles. Es un administrador de una crisis que nunca debió ocurrir. Algo, a un nivel mucho más alto que la autoridad del negociador, se hizo mal y es ese algo lo que el negociador usualmente no puede modificar.

Así por ejemplo, los diversos conflictos producidos por la contaminación minera tienen su origen en una falta de regulación, una falta de contrapeso público a la actividad contaminante privada, política decidida a nivel presidencial. Alan García durante su campaña prometió tomar medidas contra la minería contaminante (ver Alan García, el agitador), específicamente contra la contaminación de Yanacocha. Sin embargo, una vez en el gobierno, Alan García apoyó decididamente a las mineras contaminantes, figurando incluso en una publicidad televisiva de Yanacocha, fustigando la misma posición política y social que él mismo sostuviera durante la campaña electoral (ver Video-debate sobre Yanacocha). En este caso, ¿qué margen de acción puede tener un negociador una vez que estallan las protestas? Para comenzar, una vez que se traiciona el voto popular, queda en manos de los traicionados el protestar. En vez de ser el gobierno el que esté en falta son los ciudadanos que depositaron su confianza en el gobernante los que tienen que movilizarse y ser tildados de "revoltosos". La protesta es vista como el problema en sí, y lo que se quiere es apagar la protesta, cuando en realidad la protesta es una manifestación de un problema mayor. Así, mientras la ciudadanía no protesta no hay conflictólogo que sea enviado a intermediar nada, pues no hay conflicto alguno. Así, cuando la ciudadanía protesta, su acción queda inmediatamente patologizada como un comportamiento a resolver: los ciudadanos que protestan están "frustrados", "con bronca", hay que ver quién y cómo los organizó, los factores detonantes, la forma de la protesta, etc. Definitivamente, son aspectos a considerar en un análisis, pero ¿y la traición al voto popular? Lo lógico hubiera sido comenzar por patologizar al gobernante, pues es él quien está en falta, parcializándose con los sectores empresariales mineros, dando lugar a una crisis del sistema democrático. Ahí no llega la conflictología. Es mejor ver al país como una yuxtaposición de conflictos desvinculados que erupcionan como chupos en diversas partes del país, con un manejo especializado según el tema. Un asunto de especialistas, muy al estilo de lo que se dijo cuando hubo la masacre de periodistas en Uchuraccay: "ahí va la comisión investigadora con un equipo de antropólogos especializados, que hablan el idioma de los pobladores". Enfoque muy a pelo para perder de vista a una política antisubversiva consistente en animar a los ciudadanos a matar a los insurgentes. Mejor quedarse en hechos puntuales, fragmentados, fortuitos, específicos, sin denominador común con otros fenómenos vistos en otros lugares del país.

Poco puede hacer un negociador, por más experto que sea, cuando no tiene mandato. El hecho en sí de enviar a alguien a calmar las cosas sólo cuando ya se ha producido un estallido de protesta, ya es expresión de haber descuidado un problema. Quiere decir que el sistema democrático no está funcionando. La institución democrática está ahí para dar cauce a las demandas ciudadanas. Un sistema que se desencauza hacia el conflicto es un sistema que tiene que cambiar.

Esta realidad es percibida por los ciudadanos que acaban por reaccionar en forma mucho más enardecida. "Queremos negociar con el dueño del circo, no con los payasos", dijeron en la última gran protesta amazónica, cuando el gobierno les envió al ministro Brack Egg, que no tenía autoridad alguna para derogar la "ley de la selva". Una vez que los ciudadanos se han dado el trabajo de tomar una acción de fuerza, ¿por qué conformarse con menos que una derogación de una ley? No es lógico pensar que ofrecerles menos que eso logre apaciguarlos. Bragg Egg puede haber estado listo para "negociar", acaso rodeado de negociadores y especialistas en conflictología, pero, como vimos, con muy poco margen de aplicación para su ciencia. En realidad, el sistema democrático está ahí para funcionar y que los cauces democráticos sean usados. La mejor conflictología es poner en acción al sistema democrático.

Desde luego, el enfoque aporta y es mejor tener una actitud de diálogo y de conciliación cuando un conflicto desborda el cauce democrático. Ni modo. Sin embargo, hay que poner las cosas en su lugar. Un nutricionista puede ayudar a optimizar el consumo de alimentos de una familia pobre, pero estará sujeto a los límites que imponen los bajos ingresos. No puede ir más allá. Un enfoque criminalístico aplicado a un proceso de insurgencia puede aportar valiosas técnicas y consideraciones útiles, pero es limitado frente a un enfoque estratégico militar. El análisis de los conflictos sociales en el Perú actual va más allá de la conflictología y tiene que complementarse decisivamente con un análisis político, mucho más general. Los grandes poderes del estado al igual que el grueso de la ciudadanía tienen que incorporarse a la negociación. El gran conflicto en el país es el desvirtuado "pacto social" que el gobernante desaira sistemáticamente luego de ganar las elecciones con engaños. ¿Qué "conflictólogo" nos resuelve este gran conflicto, el padre de todos los conflictos?
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(1) En el caso de la Universidad Católica el tema es delicado, pues, por ejemplo, en el caso de los conflictos mineros habría un conflicto de intereses, ya que es una institución que también, según comentaba un/a lector/a, presta servicios de consultoría a las empresas mineras, en particular validando análisis de impacto ambiental, justamente la razón principal de muchos conflictos en el país.



Un ejemplo del enfoque "conflictológico"
"Como sabemos la mayoría de proyectos extractivos se desarrollan en lugares
geográficamente alejados de nuestro país, lejanía que se expresa en la ausencia del Estado y en la falta de desarrollo socio/económico de estas zonas.

Las comunidades frente a un Proyecto muestran:
- Desconfianza
- Expectativas"
Ante la desconfianza y las expectativas se propone respuestas legales, adelanto de beneficios y planes de desarrollo social.

Las comunidades como Tambo Grande y Majaz tuvieron otra forma de enfrentar el asunto: en referéndum votaron y rechazaron la presencia de las mineras que les prometían cosas similares....(ver aquí).


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